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Un capítulo de libro analiza cómo el FMI ejecutó la construcción del relato de la crisis de deuda griega
Francisco Collado ha publicado un capítulo de libro que analiza la elaboración discursiva de las políticas de austeridad aplicadas por la Troika en Grecia durante la crisis de deuda soberana. Este trabajo de investigación que se encuentra recogido en la obra El mercado único en la Unión Europea: balance y perspectivas jurídico-políticas, coordinada por Laura García y José Miguel Martín y publicado en la editorial Dykinson, adopta una postura crítica en la que se observa el método por el cual el Fondo Monetario Internacional (FMI) desarrollo su política de comunicación institucional a través de distintos comunicados para socavar la soberanía helénica y legitimar los distintos recortes que experimentó el país durante la primera mitad de la década pasada. Así se demuestra como el papel de los agentes bancarios franceses y alemanes estuvo presente en este ataque frontal contra la democracia griega.
Como reflexión, este texto plantea una hipótesis sobre la reducción del grado de democracia de las instituciones supranacionales al otorgar una posición de preeminencia a las entidades financieras frente a los ejecutivos de los Estados miembros que se vieron más afectados por la crisis como fue el caso analizado en este capítulo de libro.
Calidad en la academia
La presente podría ser el inicio de una reflexión sobre los cambios políticos que se están sucediendo. No obstante, la prontitud de los hechos muchas veces lleva a opinar con la fugacidad que caracteriza a los periodistas. En cambio y ante el presente fin el curso, es oportuno reflexionar sobre la obsesión de «calidad» en la docencia y la investigación que se está insertando recientemente en España. Desde el Gobierno de Rajoy, se han recortado ayudas a la investigación, se han reducido recursos a las universidades y se han aumentado las exigencias al personal investigador, inclusive el personal en formación.
La universidad y las universidades españolas, entre ellas las más antiguas especialmente, están repletas de senectudes con escasos méritos y poco preocupados por la enseñanza. De hecho, muchos estudiantes saben el nombre de catedráticos que llevan sin actualizar sus apuntes más de una década. Esto permite que los apuntes que el arribafirmante usase en sus estudios de Periodismo allá por 2003 y 2004 sean válidos aún a fechas de hoy para aprobar las asignaturas. En concreto, me refiero al caso de algunos catedráticos y profesores titulares que nada más acabar la tesis y en menos de una década se hicieron con dicha plaza, pasando a ser funcionarios. Por lo que, con menos de cuarenta años ya estaba solucionado y su preocupación presente pasa más por la influencia o la política académica que por la calidad de sus producciones científicas y sus clases.
Por otro lado, la nueva generación de investigadores y docentes desde su etapa predoctoral y anterior incluso al doctorado se les exige «calidad»: artículos de impacto, congresos internacionales, renombre internacional, pertenencia a comités internacionales, etc. Una calidad que no se exigió ni en su vejez ni en su juventud a los despreocupados de los que hemos hablado anteriormente. Y es que ciertamente, para que un joven académico que aún no roza la treintena es difícil reunir esos méritos, que en la mayoría de las ocasiones requieren de una dosis combinada de influencia, poder y recursos económicos. Algo que queda fuera del alcance de una persona que aún no se ha matriculado ni siquiera en el curso de doctorado. A ello, hay que añadir que han aumentado otras exigencias como el tiempo de finalización del doctorado, reduciendo el tiempo de reflexión a veces necesario.
El sistema de carrera académica español, con una oscura similitud con el italiano, espera que después de décadas de ineficacia, la nueva hornada acometa con los cambios que sus mayores no realizaron. Y es que, lo más irónico del asunto es que entre los comités científicos que evalúan dicha «calidad» se encuentran algunas de estas senectudes despreocupadas. Afortunadamente, una de las pocas luces que brilla en este túnel del cambio es la presencia de honrados catedráticos y profesores titulares que sí están realmente comprometidos con su traajo.
Sin embargo, una cuestión fundamental sería redefinir el concepto de «calidad» y las necesidades económicas y técnicas que requiere realmente esa meta, porque si la calidad no se paga se pierde, como está sucediendo con muchos investigadores que abandonan el país para encontrar destinos mejores. Por ejemplo, el reciente caso de una doctoranda de la Universidad de Jaén, Leticia Díaz, que ha trabajado sobre los genes que influyen en el autismo sin asignación presupuestaria durante un año y debido a los recortes económicos en su proyecto. Finalmente, la Universidad de Harvard ha decidido contratarla durante varios años. Mientras tanto, Wert o Rajoy o el espíritu de Aznar aspiran a que la calidad sea una meta imposible en España, pero posible para los investigadores españoles en el extranjero.
Canal 2 Andalucía, especie en vía de extinción
Los recortes han llegado a la Radio Televisión Andaluza. El ejecutivo autonómico cerrará la segunda cadena andaluza por falta de presupuesto. La que fuera la mejor cadena de televisión se pierde por falta de fondos. Sin embargo, no se preocupen ustedes porque podremos seguir disfrutando de las bobaliconadas de Canal Sur, tales como el desfile de carnaza para ancianos, los niños convertidos en bufones y el guirigay de coplas, boleros y España franquista.
Pese a todo, lo que se pueda achacar a las cadenas públicas, que siempre siguen y seguirán siendo un instrumento político a manos del gobierno de turno. En mayor o menor medida, de forma más directa o descarada, Canal 2 Andalucía no merece la muerte que Griñán va a ejecutar sobre la misma. Ha sido más de una década de una programación rica y diversificada para todos los públicos, con programas educativos, documentales y contenidos de divulgación.
Sin embargo, en nuestra tierra andaluza, todavía gusta, o se sigue apostando por esa tradición del flamenco, los toros y la canción española. Algo a lo que el arribafirmante no se opone, pero que servido sin más acompañantes presenta una imagen simplificada y distorsionada de la realidad social y cultural de Andalucía. Por ello, merece la pena levantar esa bandera andaluza que pocas veces se alza y recordar, con el cierre de la citada cadena, que los andaluces somos mucho más que la bazofia que ofrecen en Canal Sur Televisión.
En Taifas todo sigue igual
El desplante de las comunidades rebeldes ante el Gobierno Central parece que no ha sentado adecuadamente en Madrid. Y es que, el Ejecutivo ruega a chasquido de látigo a las regiones que recorten su gasto para contener la subida del déficit. Así, entra en juego la elección entre servicio público y mercenariado europeo. En otras palabras, si la prioridad está en mantener la satisfacción de los derechos sociales o en servir al Leviatán bicéfalo de Bruelas.
En este sentido, lo interesante de esta polémica reside en observar el modelo de estado autonómico que hemos tenido hasta el momento. Sucesivos manuales y compendios teóricos definen al Estado autonómico como una especie de híbrido entre el Estado unitario y el Estado federal. Un paso más allá de un Estado descentralizado que decide crear entidades con cierta capacidad normativa en sus respectivos territorios. El panorama que dibuja es bastante idílico, una Arcadia de las relaciones interterritoriales. No obstante, la cuestión no está estrictamente en este bonito diseño institucional.
El problema sobre el funcionamiento de las Comunidades se encuentra en la actitud de la élite política y la partitocracia, es decir, las comunidades autónomas son simples arenas de competición política. Así, las relaciones que se tejen entre unas y otras serán de oposición o colaboración si coinciden con el color político que ostenta sus ejecutivos y el que se sitúa en la Administración Central. Por tanto, el recurso que va a presentar la Junta de Andalucía antes que una cuestión de reglas institucionales es de instrumentos en poder de su élite gobernante.
Por tanto, podemos concluir que una regla se mantiene constante en nuestro Estado autonómico que es el funcionamiento a modo de reinos de Taifas. A lo que hay que unir, la insolidaridad de otras comunidades como Cataluña y el servilismo de las gobernadas por los populares. Como dijimos, el problema está en la cultura política, ya que el concepto de “solidaridad interterritorial” dibuja bonitas esperanzas, pero en la práctica sólo sirve para contarle cuentos a los profanos de las leyes y la política.
La doctrina Wert
“Las familias que no tienen dinero para educación es porque no se quieren privar de otros gastos”, ésta ha sido la sentencia poética con la que el Ministro de Educación ha respondido a los recortes en su cartera. Y es que, estas declaraciones tienen mucho que decir en el actual contexto de crisis del país. Veamos, pues que nos indica este señor con tan coherente recomendación.
Según Wert, las familias de clase baja y clase media, las mismas que están siendo adelgazadas por la crisis y las cifras de paro, deben recalcular su pálido presupuesto y consumir en educación. Se acabaron las mariscadas, los viajes a Nueva York, los hoteles de lujo y los coches de alta gama porque la inversión, que nunca ha sido necesaria en Educación ya que es (o era) un bien público, debe ir a para a la educación privada. Cuando sólo las familias más pudientes tienen capacidad de gasto para acceder a colegios privados, cuyo gasto puede rondar en torno a los 300 euros mensuales.
Y es que, la educación va a dejar de ser un bien común para convertirse en un bien privado. Si ustedes familias numerosas tienen tres lechugas y cuatro filetes en su nevera, desháganse de las lechugas, o de los filetes o reduzcan a la mitad dicha compra, ya que ahora con esos euros sobrantes podrán costear un colegio de pago, los idiomas y los libros de sus hijos. Éste es el razonamiento de carácter economicista del señor Wert que tan bien ha asumido eso de la educación para disfrute de todos.
También, es posible que uno se equivoque, y Wert se haya referido a la educación religiosa. Y por tanto, la advertencia es que marquen ustedes esa casilla de la declaración de la renta para aportarlo a las arcas de romana institución. Ya que, la educación no sólo es aprendizaje, sino también instrucción en la moral, que ya provenga del Estado o de un credo religioso seguirá siendo una inversión en adoctrinamiento para sus hijos. Ustedes ganarán en orgullo, sus vástagos en disciplina y coacción.
Quizá todo lo anterior, sean interpretaciones erradas de un columnista recién levantado. Un fantasma producto del letargo y de ese estado entre el sueño y la vigilia. Aunque, puede ser que el señor Ministro se quejase de los resultados de los estudios PISA, de que el sistema educativo ha fallado. Y entonces, la cuestión no sea monetaria, sino sobre qué modelo de enseñanza deseamos en nuestro país. Entonces, habrá que recordarle que el problema no está únicamente en los profesores, sino en la carencia de un acuerdo común entre los partidos políticos sobre la enseñanza pública. La enseñanza no es una cuestión de religión o doctrina estatal, de catalán o vasco, de dos horas de Matemáticas y una menos de Lengua. Mi estimado Wert, la educación requiere el consenso, y sus recortes y sus aletargadas ideas, sólo producen el desacuerdo de cientos de pies en las calles junto a un mensaje “No estamos dispuestos a aceptarlos”.
El señor de las tijeras
Los recortes en cualquier cartera están a la orden del día. A diario, la prensa retransmite los entresijos de la sastrería de Moncloa donde se recorta de todo, menos el sueldo del personal estatutario, dícese los políticos. Y es que, si la prioridad que vendía el PP durante la campaña era el empleo, ahora se ha convertido en ajustar las cuentas macroeconómicas para quedar bien en la familia europea. Y según algunos, para no caer en un rescate que puede salir a la griega.
Las soluciones de los recortes son sólo medidas a medio plazo. Ya que aún así, no se conseguirá atajar con el problema de raíz que es la caída de la producción y el empleo. Como decía un prestigioso profesor de Economía, Rajoy se ha convertido en el señor de la tijera. Cortes y descosidos por un lado y por otro, pero nadie se encarga de reactivar la economía que es la auténtica cuestión que está al fondo del telón.
Las pymes siguen sufriendo y el comercio local continúa cerrando. Mientras, se anuncia que el primer trimestre de este año se ha iniciado una recesión producida por las cuentas heredaras de Zapatero y los recortes del actual ejecutivo popular. Y así, seguirán cerrando unas empresas y otras. Como decía el refrán, primero fueron a por mis vecinos de la calle de arriba, después a por los otros y así hasta que el último fue uno mismo. No habrá escapatoria a la economía si la dirección del Gobierno va a ser “feudalizar” una sociedad que ya empieza a dar pasos de gigantes hacia atrás.
Una ley de transparencia para evitar reproches
El mínimo común denominador de la entrada de los dos últimos Gobiernos ha sido el olvido del empleo en el corto plazo. Cuando los populares han entrado al poder han marcado la puesta en orden de las cuentas públicas como prioridad. Una labor que se está saldando a golpe de recortes, simbólicas subidas en las pensiones e incrementos en los impuestos para curar la depresión estatal.
En primer lugar, si el lema de la campaña popular en Andalucía reside en la creación de empleo. ¿Dónde están las primeras respuestas del central homólogo a su fomento? Así, ha quedado claro que la renovación del mercado laboral tendrá que efectuarse dentro de los límites que impongan los últimos cálculos públicos. Dicho de otra forma, una pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas y las clases medias y populares por la subida de impuestos, aumento de los impuestos de carburantes que contienen virus inflacionistas y una condonación de la deuda de los municipios y gobiernos autonómicos.
En segundo lugar, la campaña electoral andaluza va a tomar como referencia los recortes que afectarán a todo el territorio español. Los populares aducen que las cuentas que encontraron al entrar en Moncloa, no se corresponden realmente con las que informaron los socialistas en el traspaso de poderes. Estos últimos dicen que es un invento del nuevo gobierno para justificar sus tijeretazos. La cuestión está en que beneficia a ambos este malentendido, unos para reprochar el engaño de las cifras, y los otros para recordar el peligro del doberman con los derechos sociales.
En definitiva, las Cortes podrían haber dispuesto una normativa administrativa con consecuencias penales en su incumplimiento para garantizar la transparencia en el intercambio de competencias. Ahora bien, está claro que el bipartidismo prefiere saldar estas diferencias en la arena política como un tema de campaña, y no como lo que realmente es, una cuestión básica de la limpieza jurídica de cualquier Estado liberal.
Piedra, papel o tijera
Los recortes del gasto público. Ése es el tema de la campaña en las elecciones generales. La incertidumbre acecha a izquierda y derecha. A los primeros porque no saben qué van a dejar de recortar, cuando Rubalcaba lo ha soltado como promesa. A los segundos porque han prometido no recortar gasto social y por algún lado tendrán que meter la tijera. La estimulación económica en España es una castración química porque se corta de todo, pero nada se deja crecer ni se alienta.
Hace algunos años, incluso antes del comienzo de la crisis, los economistas advirtieron que el sistema productivo necesitaba de un cambio. Nadie hizo nada al respecto. Cuando entramos en la crisis, o recesión según Zapatero, la estimulación consistió en unas ayudas de promoción económica destinadas a focos muy concretos y que no hacían evolucionar la especialización a largo plazo. Y ahora, seguimos con la tijera porque no queda otra, especialmente en Cataluña donde la hermandad del puño cerrado o Generalitat, suprime de todo menos los sueldos de sus políticos.
El juego de la clase política se ha convertido en un “piedra, papel o tijera”. Piedra para seguir arrimando más ladrillo a la sazón de un cubo de mezcla. Papel para seguir dando esas ayudas a la construcción y tijeras para seguir recortando debido a los efectos de la anemia laboral. La cuestión está, como en el cuento del cascabel, que quién le pasa las tijeras al gato.

