Eso no es recortar, no es eso
El Estado del Bienestar se viene abajo en España. Es la historia de una muerte anunciada. Una larga agonía que hunde y hundirá a la sociedad en un índice de desarrollo inferior al que gozaba a finales del siglo XX. La educación se convertirá en un elemento de diferencia social y no en un motor de progreso, como señala el liberalismo originario y no la bazofia que venden los conservadores. La sanidad se equiparará al sistema norteamericano y será posible que un desempleado sin cotizar sufra una grave enfermedad.
El Gobierno de Rajoy está recortando, pero mete las manos dónde nadie le llama porque el Estado Social es de todos. Aunque, los nuevos tecnócratas lo ajustan como si se tratase de un cubo de rubik. Y es que, estos expertos educados en piadosas universidades no entienden el concepto de la política como arte. La política es la resolución de los conflictos, reduciendo el número de perjudicados y ampliando los beneficiarios.
Si se tiene en cuenta la premisa del bien mayor y el mal menor, hay multitud de partidas susceptibles de reducir su cuantía, sin producir grandes desajustes. Primero, los intérpretes de catalán, vasco y gallego en el Senado que cobran un sueldo de 500 euros diarios. Seguidamente, los sueldos de los parlamentarios, la reducción de los cargos de confianza y los coeficientes de financiación pública de los partidos. Y es que si ahondamos en la buhardilla de los nacionalistas, encontraremos fundaciones, empresas públicas sórdidas, espectáculos públicos, subvenciones a la promoción de las lenguas autonómicas y las ayudas económicas a toda suerte de confesión religiosa.
Mientras traductores hablan en euskera, partidos se embolsan grandes cuotas y la “divina civitatis” enriquece sus arcas, en las ciudades españoles hay familias que viven con menos de 400 euros al mes. Una sociedad como la española adoradora de identidades culturales, mayorías religiosas y secretarios generales, grandes divinidades de la postmodernidad; y marginadora de los mismos seres humanos. Éste es el estilo de recortes de los conservadores, pero parafraseando a Ortega y Gasset, “eso no es recortar, no es eso”.
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