estado del bienestar
¿Una nueva edad oscura?
En la historiografía europea, el concepto «Edad Oscura», alude a una serie de siglos que se sitúan en el tránsito desde la Edad Antigua hacia la Edad Media. Este término poco optimista se agrupó a raíz de una serie de episodios que desestabilizaron las tradicionales estructurales de poder institucionalizado. La fragmentación del poder imperial, las invasiones de pueblos nórdicos, esteparios y musulmanes y la creación de unidades políticas en una escala de alcance local. Con todo ello, no era de extrañar que por aquel entonces los cristianos creyesen que el fin del mundo se acercaba conforme llegaba el primer milenio.
En un reciente twitter de Cospedal, aseguraba que no hay educación ni sanidad pública, sino hay seguridad. Es cierto. La acólita de Rajoy se ha convertido en heraldo de los cuatro jinetes en un tiempo de incertidumbre donde las tradicionales estructuras de poder como los Estados Unidos, gobernados por un presidente populista, o Reino Unido guiado por la insegura batuta de los conservadores caminan hacia una desagregación del poder al nivel nacional. La otrora floreciente Unión Europea, convertida en un feudo de los mandatarios alemanes, y minada por el desacuerdo populista apenas presenta mayores señales para el positivismo.
Tampoco faltan en nuestro tiempo, no ya invasores, sino actores internos capaces de desestabilizar el frágil equilibrio entre libertad y seguridad. El terrorismo islamista, o aquel que alude a alguna legitimación coránica, está a la orden del día como el nuevo peligro para la civilización europea. Sin duda, y salvando las distancias, podríamos hablar de un nuevo episodio de oscurantismo cimentado por la desconfianza en los representantes políticos y el inminente peligro desestabilizador. Un enemigo interno y otro externo dispuestos a erradicar el estilo de vida occidental.
Huelga contra la estupidez
La Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de España anima este mes a que los pequeños no hagan sus deberes. Desconozco si este pronunciamiento es una nueva fórmula de protesta contra el Gobierno de Rajoy o si responde a la opresión que el alumnado proletario recibe por parte de los profesores capitalistas que controlan los medios de producción, es decir, la máquina de fotocopias del colegio. Ante tan soberana tontería, sólo cabe preguntarle a los expertos para saber si realmente esta huelga cumple a algún interés que los no profanos en Pedagogía desconocemos.
Según los especialistas, la realización de los deberes no supone directamente una mejora del rendimiento escolar. Puede ser que ahora que estamos ante una sociedad llena de modernismos e innovaciones cada vez más rupturistas, pero también más estúpidos, no nos demos cuenta de una cosa. Y es el derecho a la educación, este derecho no sólo lo ejercen los padres como las teorías más autonomistas sugieren, sino que es una responsabilidad del Estado del Bienestar proporcionar este servicio, y fíjense hasta en los Estados Unidos, cuna del capitalismo salvaje, se oferta.
La educación nos hace libres, no la doctrina como la que encontrábamos en las cartillas del régimen franquista. Sin embargo, que los alumnos vayan a desconocer cuál es la capital de Estonia, país miembros de la Unión Europea, o cuál es el gas noble con menor densidad, me parece una actitud que daña directamente este derecho a la educación. En humilde opinión, hagamos huelga contra la gilipollez y entendamos que los profesores y las profesoras con sus instrucciones jerárquicas, que para algo son mayores y saben más que los pequeños, están llamados a cumplir un papel en nuestra sociedad.
El copago: maldición por solución
Tras las elecciones, se desvela la receta de la derecha a la crisis económica. Partido Popular y Convergencia i Unió anuncian compartir un mínimo común denominador. Ambos coinciden en que el copago de los medicamentos, el aumento del precio de los transportes y combustibles y el recorte del salario de los funcionarios. Por lo que, la salida de la debacle pasa por una receta neoliberal y con sendas consecuencias para las economías domésticas y la política social.
Zapatero y su jauría consumió las últimas caladas del cigarro del Estado del Bienestar, satisfaciendo a distintos grupos de interés y corporaciones. Ahora, los populares amenazan con implantar el copago farmacéutico de la mano de catalanistas. Un recorte que, digan lo que digan, destruye una considerable política asistencial del sistema público. Tanto médicos como asociaciones de pacientes, coinciden en que el copago llevará a un incremento de la desigualdad de los ciudadanos en el acceso a los medicamentos. Y además, se pagará por algo que ya se está pagando con los impuestos. Por lo que, se reducirá gravemente la igualdad que tienen reconocida los españoles y abrirá una nueva brecha social en el ámbito farmacéutico.
Pese a los efectos electorales, las cifras arrojadas por el 20-N muestran que los populares han arrasado también en aquellas comunidades donde habían efectuado recortes. ¿Realmente estas políticas de tijeretazo están repercutiendo positivamente a corto plazo? Por otro lado, ante el aumento en los precios de la gasolina, cualquier economista puede describir los efectos perniciosos que tendrá en el incremento de la mayoría de bienes y servicios. Puede que el Estado reduzca su déficit, pero las familias reducirán más aún sus ya maltrechas economías mileuristas.