feudalismo
Docentes universitarios publican un libro sobre el pensamiento político en la Historia
Los profesores Santiago Delgado y Manuela Ortega han coordinado la publicación de una reciente monografía sobre teoría política bajo el título Sobre política: ideas políticas desde la Polis a la Revolución Inglesa. Esta obra acogida por la editorial Comares reúne variadas aportaciones desde las visiones de los sofistas, el pensamiento republicano romano y hasta las primeras contribuciones doctrinales sobre el Estado moderno de los autores europeos.
En ella, se recoge el capítulo «De a fe a la razón: las ideas políticas en el medievo» escrito por Francisco Collado con un análisis sobre los principales pensadores y filósofos políticos de la Edad Media.
¿Una nueva edad oscura?
En la historiografía europea, el concepto «Edad Oscura», alude a una serie de siglos que se sitúan en el tránsito desde la Edad Antigua hacia la Edad Media. Este término poco optimista se agrupó a raíz de una serie de episodios que desestabilizaron las tradicionales estructurales de poder institucionalizado. La fragmentación del poder imperial, las invasiones de pueblos nórdicos, esteparios y musulmanes y la creación de unidades políticas en una escala de alcance local. Con todo ello, no era de extrañar que por aquel entonces los cristianos creyesen que el fin del mundo se acercaba conforme llegaba el primer milenio.
En un reciente twitter de Cospedal, aseguraba que no hay educación ni sanidad pública, sino hay seguridad. Es cierto. La acólita de Rajoy se ha convertido en heraldo de los cuatro jinetes en un tiempo de incertidumbre donde las tradicionales estructuras de poder como los Estados Unidos, gobernados por un presidente populista, o Reino Unido guiado por la insegura batuta de los conservadores caminan hacia una desagregación del poder al nivel nacional. La otrora floreciente Unión Europea, convertida en un feudo de los mandatarios alemanes, y minada por el desacuerdo populista apenas presenta mayores señales para el positivismo.
Tampoco faltan en nuestro tiempo, no ya invasores, sino actores internos capaces de desestabilizar el frágil equilibrio entre libertad y seguridad. El terrorismo islamista, o aquel que alude a alguna legitimación coránica, está a la orden del día como el nuevo peligro para la civilización europea. Sin duda, y salvando las distancias, podríamos hablar de un nuevo episodio de oscurantismo cimentado por la desconfianza en los representantes políticos y el inminente peligro desestabilizador. Un enemigo interno y otro externo dispuestos a erradicar el estilo de vida occidental.
El politiqueo universitario
Me consta en una universidad que conozco bastante bien, el equipo de gobierno ha cometido un claro atentado contra la representación estudiantil. En concreto, uno de los miembros del rectorado ha vetado a una delegada a asistir a las sesiones de los órganos colegiados universitarios. Para ello, el sujeto en cuestión envió una carta a la representante indicándole que tenía prohibido el acceso a cualquier reunión. Es una situación totalmente antidemocrática y que tiene varios aspectos que comentar.
En primer lugar, la autonomía universitaria ha sido un privilegio constitucional que las universidades gozan con acuerdo a su especial condición. Dicho de otra forma, la limitada independencia de los centros de educación superior no ha impedido que la Academia se convierta algunas veces en un gobierno feudal. Electo, pero que meritocrático y jerárquico controla la universidad como si se tratase de un feudo medieval, dando lugar a que rectores, vicerrectores y otros tantos cometan tantos atropellos como quieran. Otra cosa también interesante, son las relaciones clientelares y la prostitución que se establece entre miembros del gobierno académico y representantes de estudiantes. Podemos hablar de subvenciones, ayudas, cambios de notas y un largo etcétera.
En segundo lugar, muchas veces estos gobiernos rectoriles son los mismos que protestan contra el señor Wert. Un zombi ministerial que no es menos malo que algunos académicos que lo critican. A los mismos que se les llenan la boca, hablando de la dictadura, los grises y la libre universidad, hacen lo mismo que en otras ocasiones han hecho estos últimos. Por tanto, ninguna dignidad ni mucho menos derecho tiene quién habla de democracia o universidad pública cuando lo único a los que aspira es a mantener su minifundismo medieval.