solidaridad interterritorial
En Taifas todo sigue igual
El desplante de las comunidades rebeldes ante el Gobierno Central parece que no ha sentado adecuadamente en Madrid. Y es que, el Ejecutivo ruega a chasquido de látigo a las regiones que recorten su gasto para contener la subida del déficit. Así, entra en juego la elección entre servicio público y mercenariado europeo. En otras palabras, si la prioridad está en mantener la satisfacción de los derechos sociales o en servir al Leviatán bicéfalo de Bruelas.
En este sentido, lo interesante de esta polémica reside en observar el modelo de estado autonómico que hemos tenido hasta el momento. Sucesivos manuales y compendios teóricos definen al Estado autonómico como una especie de híbrido entre el Estado unitario y el Estado federal. Un paso más allá de un Estado descentralizado que decide crear entidades con cierta capacidad normativa en sus respectivos territorios. El panorama que dibuja es bastante idílico, una Arcadia de las relaciones interterritoriales. No obstante, la cuestión no está estrictamente en este bonito diseño institucional.
El problema sobre el funcionamiento de las Comunidades se encuentra en la actitud de la élite política y la partitocracia, es decir, las comunidades autónomas son simples arenas de competición política. Así, las relaciones que se tejen entre unas y otras serán de oposición o colaboración si coinciden con el color político que ostenta sus ejecutivos y el que se sitúa en la Administración Central. Por tanto, el recurso que va a presentar la Junta de Andalucía antes que una cuestión de reglas institucionales es de instrumentos en poder de su élite gobernante.
Por tanto, podemos concluir que una regla se mantiene constante en nuestro Estado autonómico que es el funcionamiento a modo de reinos de Taifas. A lo que hay que unir, la insolidaridad de otras comunidades como Cataluña y el servilismo de las gobernadas por los populares. Como dijimos, el problema está en la cultura política, ya que el concepto de “solidaridad interterritorial” dibuja bonitas esperanzas, pero en la práctica sólo sirve para contarle cuentos a los profanos de las leyes y la política.
Del egoísmo localista o la ley de capitalidad
El debate sobre las ventajas que debe gozar Sevilla por su estatus como capital andaluza ha abarrotado los titulares en la última semana. A raíz de las demandas de colectivos sociales hispalenses, el consistorio de la ciudad ha vuelto a demandar la creación de una norma autonómica que haga honor a la capitalidad. Todo ello en base, al abandono que ha sufrido por parte de la Administración Central y autonómica. Lo que se traduciría en más fondos, administraciones e infraestructuras para el polo del desarrollo andaluz en un interior prácticamente en vías de desarrollo.
Por su parte, De la Torre ha manifestado que carece de sentido dotar de mayor capacidad a Sevilla. En primer lugar, porque Málaga, Almería y Granada son las ciudades que más aportan a las arcas regionales, pero son las que menos perciben en relación a su capacidad contributiva. En segundo lugar, por no ser justo con el resto de provincias ni municipios ni con las dificultades que atraviesa su financiación. Lo que ya estaba previsto en la ley de autonomía local que preveía unos mayores recursos para los entes.
Desde la capital hispalense, se sigue promoviendo a bombo y platillo eso de que son capital. La solidaridad interterritorial, la justicia redistributiva y la capacidad de financiación del resto de municipios andaluces quedan olvidados en la buhardilla por el egoísmo sevillano. Los que no satisfechos con ser capital administrativa, receptores de dos exposiciones mundiales y beneficiarios de los recursos de la Junta tienen el morro de decir que son los grandes ignorados. Pues, su queja no está en demandar para Andalucía mayores fondos por ser la gran olvidada por la Administración, sino en recordar que Sevilla la menos olvidada lo sigue estando.
Por si no fuera poco, desde el grupo socialista del Ayuntamiento sevillano se quejan del desacuerdo entre populares de allí y de Málaga. Lo que no se recuerda tampoco es que su gestión ha dejado sin fondos tanto a las arcas locales como a las autonómicas. Lo que entrega un argumento más para que la insolidaridad territorial hispalense pueda seguir haciendo gala de su “caciquismo anocéntrico”. Menos mal que Málaga y Almería siguen aportando al grifo del derroche autonómico, menos mal para Javi y José Antonio.