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Sin pan, pero con circo
La agenda marca un punto y hora. Una hora y un punto de cita comunes para todos los medios de comunicación nacionales y mundiales, en la Abadía de Westminster. Lugar de lujo y boato de boda real. La mayoría de las televisiones sintonizan la retansmisión en directo del que parece un hecho histórico, cual viejos tiempo feudales fueron, del matrimonio entre un miembro de la realeza británica y una chica del pueblo llano.
El circo está preparado para todos. Se acabaron las cifras del paro, las elecciones municipales, la toma de decisión de voto y el querer cambiar la situación económica y social. Muchos irán a la cama hoy pensando que serán felices y comerán perdices, no ellos, sino los que se habrán casado para cuando ustedes lean esto. A la espera y la creencia, de que la monarquía es todavía una institución de relevancia en sus vidas para muchos no ya españoles, sino también otros europeos.
Y tiene razón, Pepe García cuando dice que a la sociedad le sigue gustando un buen desfile militar, pero también hay que añadir una cita social de la realeza. Un cuento de hadas en el que la bella princesa, es desposada por un príncipe azul. El cual la saca del triste mundo que vive, ya sea barriendo la podredumbre de sus hermanas o en este caso, analizando la historia del arte.
El circo no es un monopolio del disfrute mediterráneo. También es un teatro para muchas sociedades que viven el hambre con palabras mayores. Así, dulcifican sus vidas durante un día y otro, para volver a la triste realidad de que no hay pan. La estrategia del “panes et circenses” ha cambiado para convertirse en el circo, pero sin pan. Esto nos lleva a la conclusión de que vivimos de circo, de teatro.
Presupuestos participativos como alternativa a la consulta electoral
En unos pocos meses, los municipios consultarán a sus habitantes sobre la composición de los representantes del gobierno local. Pero, debemos señalar que la participación de los ciudadanos no se circunscribe a un voto cada cuatro años. En esta línea, la actuación pública que está teniendo actualmente mayor repercusión en materia de participación ciudadana son los denominados presupuestos participativos. En síntesis, los presupuestos participativos suponen la aportación de una cuota del gasto público municipal en propuestas realizadas por los colectivos de la sociedad civil y los ciudadanos.
Con ello, se busca una participación directa de la ciudadanía y priorizar en el presupuesto de la localidad sus demandas más importantes. De esta forma, los ayuntamientos han intentado aumentar su legitimación democrática y su especial relación de cercanía con el desarrollo de estas prácticas. Por lo que, se plantea la hipótesis de que estas prácticas participativas complementasen la representación política de los ciudadanos a través de las elecciones.
La participación en los presupuestos participativos es una experiencia reciente en España y qué debe mejorar la cantidad asignada a los ciudadanos. No obstante, para garantizar un uso eficaz de estas cuotas surgen dudas sobre la creación de consejos cívicos corporativizados como argumento desde la izquierda y el temor a la falta de cultura de gestión y escasa formación desde posiciones conservadoras. El problema es que una iniciativa dirigida a “educar” a los ciudadanos en estas prácticas puede presentar sesgos adoctrinadores. Por lo que, seguiría sin cumplirse una auténtica práctica democrática.
Asimismo, los presupuestos participativos son unas prácticas eminentemente locales y que deben extenderse a otros municipios. Por ello, es recomendable que los que se inicien se guíen por las experiencias de las ciudades que ya los han implementado, conociendo sus éxitos y evitando corregir sus errores. El problema al final gira en torno a dos cuestiones: la cultura cívica de los ciudadanos y la cultura de gestión de la clase política local en su hora tomar decisiones en torno a los elementos básicos de los presupuestos participativos.
Encuesta de los candidatos a la alcaldía de Málaga
La carrera electoral para la alcaldía a Málaga ha comenzado con un maratón de presentaciones, actos políticos e inauguraciones. Por ello, es oportuno valorar los distintos líderes y las candidaturas que los partidos políticos ofrecen para el consistorio malagueño. Con esta intención, hemos elaborado una breve encuesta sobre los distintos candidatos y sondear su liderazgo entre nuestros lectores.
Cinco años del Avisador Malagueño
Hace no pocas columnas, hablamos de la riqueza histórica y cultural de Málaga. Un valor singular sobre el que podría haber girado la capitalidad cultural y no sobre las tácticas partidistas y el beneficio empresarial. Hoy viene a colación hablar de un proyecto, la revista cultural ‘El Avisador Malagueño’ que se inició hace ya un lustro y que ha sido premiado el pasado viernes con el galardón “Sentir Málaga” que entrega anualmente la Asociación Málaga Siglo XXI.
Por principios de 2006, el historiador y escritor Diego Ceano reunió a un grupo de historiadores, escritores y especialistas en distintos ámbitos de la cultura malagueña. A partir de este equipo, se impulsó la creación de una publicación de periodicidad mensual y cuyo nombre hiciese honor al antiguo periódico malacitano, en la que se tratan distintos temas como la Málaga musulmana, la época decimonónica, misterios, leyendas, flamenco, recuerdos de un pasado reciente y mucho más. Todo ello, con el objetivo de servir como apoyo a los docentes de Historia en los colegios e institutos de educación secundaria para que los alumnos conociesen a su ciudad. Si bien, esta meta no se ha conseguido, el camino final que se adoptó ha sido exitoso.
Con el paso de los meses, aumentaron el número de personas a las que llega un ejemplar del Avisador Malagueño. Así, se han abarcado instituciones, casas regionales, malagueños en el exterior y muchos otros particulares que aún estando lejos de su tierra, tienen un trozo de su esencia para disfrutarla cada mes.
Y llegado a este punto, cabe preguntarse dónde están los políticos, las instituciones y los intelectuales pagados con prebendas del partido de turno para apoyar esta iniciativa. Por desgracia, ninguno de esos elementos ha tenido acceso a la elaboración del contenido de esta revista hasta el momento. Están demasiado ocupados dando palmaditas en la espalda a sus secretarios de organización y hablando de la “incultura malagueña”. En cambio, esto ha permitido que, intelectuales anónimos hayan podido escribir sobre la historia y las raíces malagueñas sin la censura política ni el apoyo condicional de místicos. Cubriendo el vacío de los que se llaman la élite cultural de la ciudad y permitiendo así, recuperar una Málaga que se hace mucho de querer.
Juventud por el cambio
La Simulación del Congreso Español ha cumplido su tercer año. Esta iniciativa que realizan estudiantes de la Universidad Pablo de Olavide en la capital hispalense asienta aires de asentamiento. Ya es una niña grande que ha aprendido a andar por sí sola, como ha dicho uno de sus primeros creadores, y va camino de proseguir. Aún, en estos tiempos de crisis económica ha podido llevarse una vez más a cabo gracias al apoyo de las instituciones y especialmente al trabajo desinteresado de sus organizadores.
Para muchos jóvenes, esta simulación es un ejercicio de participación y convivencia para ponerse unos días en la piel de un diputado. En algunas ocasiones, para pensar y defender ideológicamente posturas que no son las que el sujeto defendería en su vida ordinaria. Para algunos otros, una escuela para aprender las prácticas políticas y el funcionamiento interno de la institución legislativa.
Esta simulación no es el único simulacro de práctica política para jóvenes. También existen otros como la Simulación del Parlamento Andaluz que se realiza anualmente en Ronda y de las Naciones Unidas en Barcelona. La cuestión está en que muchas pecan de emulaciones simuladas, es decir, de ser la cantera de auténticos políticos y convertirse en corralillos para una prematura élite. Élite en la que muere la participación y la apertura y los señoritos de siempre, de un partido y de otro, hacen lo de todos en lo suyo.
La Simulación del Congreso Español como mínimo común denominador, es un juego de rol dirigido a la transformación política y social. Con la esperanza, que las generaciones nacidas en democracia aprendan y mejoren la dinámica política que a día de hoy tanto limita. Y ahí, es donde ejercicios como estos deben ser potenciados y apoyados para mejorar la calidad democrática de nuestra clase política.
Respuesta sistémica a Gadafi
El régimen de Gadafi asiste a sus últimos días de existencia. En la agonía, del líder libio por mantener a raya a sus opositores, especialmente en el área de Bengasi, se ha prometido un alto el fuego. Una respuesta que ante su no llegada, ha llevado a que todas las potencias integradas en el Consejo de Seguridad, en base a la resolución 1973 de Naciones Unidas, se decrete el ataque a objetivos militares del sátrapa. Una decisión que ha sido avalada por el liderazgo de Francia y al que se han sumado todos los países desde la ONU hasta la Liga Árabe, exceptuando la tímida duda de Merkel.
Ríos de tinta caerán estas jornadas. Unos en contra de la intervención militar y desde la izquierda, arguyendo que es otra estratagema colonialista para asentar un régimen pro-occidental en Libia. Otros en clave étnica y árabe, defendiendo la independencia de este Estado para resolver sus contubernios internos. Y no faltarán, los que comparen esta actuación con la Guerra del Golfo o la Guerra de Irak. Sea cual fuese, la razón que se otorgue no hay duda que se está cometiendo un atentado contra los derechos humanos y la demanda democrática de una sociedad hastiada que pretende sumarse al cambio que Egipto, Túnez y otras dictaduras árabes cuya sociedad arde en la opresión.
La intervención militar por parte de España es una de las actuaciones que merecen una calificación positiva por parte de su política exterior. Atrás quedaron las visitas de Gadafi a Madrid y Sevilla, o las noches de alcohol y drogas de su ilustrado hijo en Marbella. Aunque, la incoherencia asista a la llamada Alianza de Civilizaciones, hay una cuestión indudable. Y es que, los regímenes opuestos a la democracia están condenados más tarde o más temprano, a caer bajo el empuje de potencias que aunque sean partidarias del sistema, son menos opresoras que sus enemigos.
Tantas críticas que puedan despertar las democracias liberales de Norteamérica y Europa son ante todo signos de un desarrollo político. Un avance en el que la sociedad civil está de acuerdo en avanzar hacia mayores cotas de participación. Pero no por ello, los movimientos que agitan estas demandas pueden posicionarse en contra del sistema que los acoge, antes de ello, deben ser conscientes y consecuentes con regímenes más opresivos en los que el desarrollo democrático aún no termina de avistarse en el horizonte.
Para los que se llaman incultos
La última columna del arribafirmante cerraba con una afirmación entre sus comentaristas. Málaga no merecía la capitalidad europea porque es una ciudad donde impera la incultura y el resto sobra. Por ello, es oportuno responder cortésmente a esta afirmación tan bien argumentada en dos líneas. Decía Voltaire que no pienso como el prójimo, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo. Me parece legítimo que algunos piensen que en la urbe malacitana existe un déficit de cultura y ciertamente tiene razón en algo.
Vamos a ver. Algunos malagueños se llaman incultos porque lo manda el partido político, pero otros por pura ignorancia. Y esto tiene su razón de ser en que desconocen la estructura social y cultural de esta nuestra ciudad. En los últimos doscientos años, con sus luces y sus sombras Málaga ha forjado a sus propios hombres y mujeres, cuyo carácter dista bastante con el resto de provincias andaluzas.
Primero, mientras en la capital hispalense, el objetivo corriente de cualquier joven es trabajar para la Administración, en la capital económica la meta está en el sector privado. No escasas veces, los jóvenes animados por el autoempleo hacen gala de la iniciativa y el carácter emprendedor de los malagueños. Y es que, mientras Sevilla y otras ciudades andaluzas se han nutrido durante décadas del esclavismo procedente de las Américas y los ingresos de las tasas públicas gracias a los decretos reales. En Málaga, a falta de esclavos y de otras ayudas, hemos crecido con lo que teníamos, exportando nuestros productos a través del puerto y mediante la atracción del turismo. Y así, hemos crecido permitiendo alimentar con nuestros ingresos a una Administración autonómica que poco hace por nuestra urbe, salvo pedirle dinero.
En segundo lugar, nuestra ciudad ha recibido a más civilizaciones que cualquier otra ciudad andaluza. Hemos presenciado la llegada de iberos y tartessos, fenicios, griegos, romanos, cartagineses, visigodos, bizantinos, judíos, árabes y musulmanes y a día de hoy recibimos la llegada de muchos otros pueblos. Y conste el dato, que son escasos en la ciudad los malagueños con más de tres generaciones nacidas en la misma. Ciudad siempre hirviente de población, acogedora y hospitalaria. ¿Es posible denominar incultura a la diversidad? La única incultura que impera en nuestra ciudad es el desconocimiento del que hacen gala los que se llaman ignorantes, por el motivo que sea. Puesto que, son muchos y muchas los que a diario luchamos a favor de la cultura de esta ciudad y no pocas veces desde el anonimato.
A los que se sienten incultos. Pueden abrir la puerta de su casa, investigar y leer sobre nuestra ciudad. Cuando conozcan y sientan la esencia que define a Málaga, que vayan a otras ciudades andaluzas y conozcan el ambiente y las gentes que viven en ellas. Pues tanta cultura de la que gozaba Córdoba, fue quemada por un tribunal inquisitorial de feligreses de la misma ciudad durante más de tres decenios. Señorita, por favor lea y aprenda.
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