Presupuestos participativos como alternativa a la consulta electoral

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En unos pocos meses, los municipios consultarán a sus habitantes sobre la composición de los representantes del gobierno local. Pero, debemos señalar que la participación de los ciudadanos no se circunscribe a un voto cada cuatro años. En esta línea, la actuación pública que está teniendo actualmente mayor repercusión en materia de participación ciudadana son los denominados presupuestos participativos. En síntesis, los presupuestos participativos suponen la aportación de una cuota del gasto público municipal en propuestas realizadas por los colectivos de la sociedad civil y los ciudadanos.

Con ello, se busca una participación directa de la ciudadanía y priorizar en el presupuesto de la localidad sus demandas más importantes. De esta forma, los ayuntamientos han intentado aumentar su legitimación democrática y su especial relación de cercanía con el desarrollo de estas prácticas. Por lo que, se plantea la hipótesis de que estas prácticas participativas complementasen la representación política de los ciudadanos a través de las elecciones.

La participación en los presupuestos participativos es una experiencia reciente en España y qué debe mejorar la cantidad asignada a los ciudadanos. No obstante, para garantizar un uso eficaz de estas cuotas surgen dudas sobre la creación de consejos cívicos corporativizados como argumento desde la izquierda y el temor a la falta de cultura de gestión y escasa formación desde posiciones conservadoras. El problema es que una iniciativa dirigida a “educar” a los ciudadanos en estas prácticas puede presentar sesgos adoctrinadores. Por lo que, seguiría sin cumplirse una auténtica práctica democrática.

Asimismo, los presupuestos participativos son unas prácticas eminentemente locales y que deben extenderse a otros municipios. Por ello, es recomendable que los que se inicien se guíen por las experiencias de las ciudades que ya los han implementado, conociendo sus éxitos y evitando corregir sus errores. El problema al final gira en torno a dos cuestiones: la cultura cívica de los ciudadanos y la cultura de gestión de la clase política local en su hora tomar decisiones en torno a los elementos básicos de los presupuestos participativos.

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