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La sevillinización popular
Hace escasos días, el maestro Teodoro León Gross anunciaba bajo el lema “operación mi’arma” el nuevo eslogan del PP-Andaluz. Por lo visto, tras un congreso de carácter bastante autocrático (para lo que pueden llegar a serlo) y con un cambio de fechas para evitar aparecer en las mismas páginas de las manifestaciones, Zoido se proclamaba como el nuevo liderazgo de la derecha andaluza.
En los últimos ocho años, el mensaje de los populares ha sido “el cambio”. Una palabra bien definida en la RAE, pero que este grupo político ha alterado con un contenido hermético y esotérico. Y es que, es difícil entender que hay un cambio de Arenas a Zoido, cuando se le puede considerar, sino su discípulo –que para eso está Sanz-, el polluelo nacido de su cascaron. Por lo tanto, poco honor se ha hecho al cambio, suponiendo que esa transformación sólo fuera una alternancia del PP al mastodóntico gobierno socialista que se mantiene en la Junta desde eones.
Sin embargo, lo más insidioso no es la falta de sintonía con el lema del cambio. Lo peor aún, es el haber centralizado más aún la dirección de los populares andaluces, dejando la mayor parte del poder en la vieja Hispalis. A partir de la cual, se mueven los peones post-arenistas en cada provincia como delegados de la derecha más dura del interior andaluz. Véase el caso de Bendodo en Málaga y su consecutiva preponderancia frente a los socio-liberales del alcalde malacitano.
De esta forma, los populares han dado un paso más para continuar con su currículum vitae de derrotas en tierras andaluzas. Cuando bien había otras opciones y cabeceras, que podrían haber auspiciado un liderazgo joven y renovado, se vuelve a tirar de la buhardilla del cuarto de Javier Arenas que ya ha cambiado su cueva neo-censitaria por una alcoba en los madriles.
Javi se va a Madrid
Hay una clásica pregunta que plantea el dilema de un gallo sentado en la cornisa de un tejado. Si el ave pone el huevo, ¿hacia qué lado del tejado caerá? Y la respuesta bien sabida, es que los machos plumíferos no pueden poner huevos. Al menos, esta era la solución hasta que el (ex) líder de los populares andaluces ha decidido hacer las maletas y largarse a los Madriles, dejando la simiente plantada de Zoido. El alcalde de la ciudad hispalense que regirá el panorama hasta el próximo congreso del partido.
No vamos a contar las derrotas de Javi, porque nos faltan números en la calculadora para calcular su eficacia política. Mire usted, lo han jubilado hacia arriba. Y es que, ahora surgen dudas sobre el destino que bien pudiera deparar al liderazgo de la formación político. Al dejar a Zoido el liderazgo, Javier ha realizado una labor de fontanería –que para algo sí que sirve-, transmitiendo toda la problemática a su sucesor.
Zoido tiene un buen currículum a sus espaldas tras haber expulsado a los socialistas del consistorio sevillano. No obstante, hay discrepancias sobre si será el futuro líder. En primer lugar, surge la cuestión sobre si mantiene la fachada de auténtica derecha que su antecesor ha mantenido. Pues, por mucho que Arenas intentase un “viaje al centro”, este viaje ni fue auténtico, ni mucho menos lo fue de imagen. Por tanto, o habrá que hacer limpieza entre determinados elementos de la derecha hispalense amantes de viejas aves o todo seguirá con las mismas caras, pero con distintos bozales.
En segundo lugar, surge la tradicional coyuntura de disputa entre los populares malagueños y sevillanos, que bien tiene su traducción en una cuestión de índole provincial. Sin embargo, esto no debiera ser un problema para el presidente malagueño, Elías Bendodo, que a buen recaudo dejó atado Arenas para continuar con su herencia. Entonces, sólo podemos esperar a que Bendodo diga “si, buana” y no habrá problemas en que todo siga igual. Lo que tendrá sus consecuencias abriendo una brecha ideológica entre los social-liberales de De la Torre y los conservadores de la mano de Elías.
Por último, queda manifiesto que no hay grandes líderes populares que se postulen para candidatos. Bien por miedo, bien por evitar el conflicto. Y es que, el conflicto no siempre es negativo porque también implica cambio. Esa palabra de la que se llena la boca al PP de Andalucía, pero del que no hace un uso ejemplar. Las apuestas están abiertas y si algo queda claro, es que habrá disputas tanto ideológicas como territoriales por este liderazgo.
La clave está a la izquierda
25M. Desenlace de la contienda electoral por Andalucía. Los protagonistas del bipartidismo se la juegan todo a una. Aunque, en la parrilla de cada partido hay distintas cuestiones que acabarán con buen asado o una chamusquina definitiva. Por ello, si algo marca a los contendientes es que el derrotado perderá mucho más que el acceso al ejecutivo de la Junta de Andalucía.
En primer lugar, el PP andaluz afronta su bautismo de fuego para hacerse por primera vez en la historia con el Gobierno autonómica. Y por tanto, efectuar una alternancia en el poder de la comunidad que ha estado durante más de treinta años en un régimen de partido dominante, según la clasificación de Sartori. Lo que, se presume, es un síntoma de calidad democrática para las instituciones y la cultura política. No obstante, la apuesta de los conservadores es el liderazgo de Javier Arenas, político superviviente e iniciado en el centro-democrático durante la Transición. Y que, de no obtener la victoria acabaría totalmente quemado produciendo una renovación de la élite en el seno del partido.
En segundo lugar, el PSOE se juega la continuidad del régimen chavista, ahora griñaniano, de café para todos. O mejor dicho, está a prueba el liderazgo de José Antonio, que recibió el Gobierno de la Junta de parte de su amigo Manuel, pero nunca lo ha ganado hasta ahora en unos comicios. De ahí, debemos observar si el heredero tiene la misma virtus que el príncipe; o si por el contrario, la fortuna termina por vencerlo en el último momento después de tantos ERES, fondos reptilianos, leyes de reforma administrativa y demás varapalos. Cuya hipotética derrota abriría aún más las luchas intestinas en el socialismo andaluz arrastrado por la marea azul.
En tercer y en último lugar, está el gran decisor de esta contienda IU. Esta formación aspira a aumentar sus diputados gracias a los votos volátiles desde la izquierda del PSOE. Lo que la coloca en una posición inmejorable para negociar con los socialistas un gobierno de coalición en caso de que los populares no obtuviesen mayoría absoluta, o si, dejaría a la derecha gobernar como castigo al gobierno saliente como hizo en Extremadura. IU lo tiene todo por ganar porque si cede al PP aumentaría sus votos y apoyos de forma indirecta y se legitimaría como “auténtica izquierda” frente a un PSOE que ella misma cataloga como derecha. Si no, regresaría al ejecutivo entrando en la gestión de la comunidad autónoma con todas sus prerrogativas y prebendas.
En cuanto a los diputados de PA y UPyD, los primeros se quedarían fuera y los segundos mantienen unas lejanas posibilidades de conseguir algún diputado por Sevilla y Málaga. Por lo que, tras este análisis, la izquierda real es la que tiene el sartén por el mango y la que decidirá cuál será el destino de Andalucía en la próxima legislatura.
El dúo dinámico: Griñán y Valderas
Los candidatos a las elecciones andaluzas, disculpen, algunos han tenido la buena costumbre democrática de participar en el debate televisado. Un ritual que viene siendo símbolo de una cultura política coherente y saludable. Aunque, antes bien habría que observar si el dúo entre Griñán y Valderas corresponde con las fuerzas que compiten por la Presidencia de la Junta de Andalucía.
Muchos partidos, especialmente los que carecen de representación política, se quejan de la poca visibilidad que tienen en los medios de comunicación. Y en parte razón no les falta, pero entonces llegamos a la pregunta sobre cuáles son los partidos que deben ser llamados a un debate. La tradición electoral norteamericana impuso como tendencia la confrontación entre los dos principales partidos, pero esto sólo tiene sentido en un sistema bipartidista como el del otro lado del Atlántico.
Dice Sartori que aquellos partidos con poder real, es decir, los que ostentan o pueden lograr una representación efectiva son los que deben ser analizados. Por tanto, bien estaría que en el debate se hubiese contado con la presencia de UPyD y PA, a los cuales se les ha hecho un vacío mediático. Y mejor no hablar, del desplante del valiente Javier Arenas, temeroso de ser acorralado en el gallinero de Canal Sur.
Asimismo, reza en el estatuto de RTVA que los medios autonómicos serán un fiel reflejo de las distintas sensibilidades y la diversidad de la comunidad. Parecer ser que, los directores de la empresa pública sólo han tenido en cuenta a los dos grandes, amén del tercero que está ahora en alza. Por lo que, ni la censura de PA y UPyD, ni la espantada de los populares hacen honor a esa pluralidad política que bien debiera haberse esperado del mencionado debate. Por lo que, el debate ha dejado más por los suelos aún la pésima imagen de la que ya disfruta esta nuestra televisión autonómica.