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La colonia española después del Brexit

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Alcaidesa urbanization in the foreground. Panorama of Straits of Gibraltar. Summer day morning. British overseas territory. Mediterranean sea.El referéndum anglosajón manifiesta la respuesta positiva a su salida de la Unión Europea. Hacía ya algunos años, que entre la población de mayor edad en Reino Unido existía un deseo de abandonar el gobierno de Bruselas. Entre las razones sostenidas se encuentran principalmente que no existía un beneficio neto para este país sobre su permanencia.

Se debe recordar que los ingleses siempre entraron a la Unión Europea con un estatus especial como condición para quedarse al igual que su compañero de andanzas, Dinamarca. Y es que, en los setenta y ochenta existían aires propicios para acceder al mercado europeo. La década de los noventa cambió el contexto y el saldo real era negativo, ya que debían respetar ciertas imposiciones comunitarias. No obstante, ni laboristas ni conservadores estaban preparados en aquel momento para plantear una salida del tratado. El sentimiento estaba presente ahí desde hacía más de una década, pero necesitaba que los partidos políticos tomaran esa demanda como propia. No ha sido hasta la campaña de Cameron en 2015 y el ascenso del UKIP que este problema se ha convertido en un “tema” dentro de la agenda institucional.

Una vez canalizado por las fuerzas políticas, el problema ha sido pasado al referéndum. Un ejercicio democrático del que muchos países del Sur de Europa quisieran disfrutar, aunque fuera con mayor periodicidad de lo habitual. Finalmente, el Brexit ha sorprendido a europeos y no europeos, a inversores y no inversores con su aprobación. La pregunta que surge es si los votantes del Brexit y los políticos ingleses se han preguntado que pasará en España, donde existen dos cuestiones. Primero, la considerable cantidad de ingleses que viven en España -aprovechando los acuerdos en materia de libre circulación, ciudadanía europea y pensiones- en lugares como Andalucía, Valencia y Baleares, entre otros. Segundo, el estatus de la colonia británica de Gibraltar que ahora debe mover ficha entre si establecer una frontera ordinaria -no europea- o si prefiere optar por algún acuerdo de integración, sea de la naturaleza que sea, con España.

El ordenador de Pepe

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1230020_569025789799377_1285229328_nPepe es un tipo cojonudo. Es capaz de hablar de todo, pero no sabe de nada. Sentado en su chiringuito favorito frente a las playas valencianas, lugar de alto standing, ha debatido sobre Gibraltar y la cuestión soberana. Se había tirado seis meses sólo hablando del affaire Bárcenas y de lo mal que la prensa trata al Gobierno que está salvando a este país del Apocalipsis. No sabemos si de uno zombie o medioambiental. Fuere cual fuere, Pepe ha aprovechado estas vacaciones para ver a su amigo Naseiro y a su sastre favorito al que le ha encargado una nueva chaqueta.

Mi colega Pepe es un tipo inteligente. Tras llegar a la conclusión de que los ingleses son unos tipos de los que no te puedes fiar ha cambiado de tema. Llevaba unos días, esos días antes de terminar el descanso estival, dándole vueltas al asunto. Había mirado por Internet, llamado a sus mejores contactos y revisado archivo. Pepe había llegado a la conclusión que la cifra de paro de este mes era la mejor que había experimentado España en los últimos diez años. Ni el Ministerio ni el Instituto Nacional de Estadística habían tenido tiempo de adelantarse, porque Pepe es mucho Pepe.

Ese fue el momento de lucidez de Pepe. Un gran momento. Cansado de que británicos le diesen por la jeta y de que su amigo Luis estuviese siempre en el juzgado, mi colega ha decidido hablar de los brotes verdes. Una semilla arcaica que alguien plantó en el Pleistoceno, quizá su abuelo Pepe Mari, y que él mismo se está encargando ahora de regar. Esos brotes verdes, que en vez de venir en sobres, van a venir esta vez en maletines llenos de billetes para todos los españoles. Ésta es una buena noticia. Así que Pepe para dar un carpetazo a modo de punto y final ha cometido su mayor error. Ayer decidió borrar de su ordenador todos los archivos que le había pasado su amigo Luis. Así, su mujer y España nunca se enterarían de la pornografía compartida entre los amigotes. Por desgracia, el juez le pidió a Luis esos archivos como prueba determinante de su inocencia ante la acusación de violación de vacas suizas. Pobre Luis, pobre Pepe.

Gibraltar por Bárcenas

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Los berrinches ocasionales por Gibraltar no son espontáneos. España lleva más de dos siglos reclamando el terruño de tierra que le falta en el Sur de Europa y que de forma vil le arrebató la Gran Bretaña. Sin acuerdo ni ley internacional. Una ocupación ilegal en toda regla. Y ahora volvemos con la milonga cuando toca declarar a Cospedal, Cascos y Arenas por sus presuntas implicaciones en el “affaire Bárcenas”. Dicho de otra forma, cuando el Gobierno se preocupa por agravios internacionales de nuestros abuelos, es que algo huele a podrido en el reino de Dinamarca, disculpen los daneses, en España.

Con esta lógica, el dilema de Gibraltar, que no es una cuestión baladí, se convierte en una excusa para tapar las miserias y pierde relevancia ante la opinión pública. Dicho de otra forma, el uso mediático que el PP hace del mismo hace que haya menos patriotas de los que a los derechones les gustaría que hubiese. Mal favor hacen los conservadores a remotas posibilidades futuras de recuperar el peñón y de que la sociedad realmente se preocupe por este asunto.

Y mientras dejamos de hablar de Bárcenas y volvemos con Gibraltar, se recuerda que con aquel señor del bigote llamado don Paquito sí sabía poner a los ingleses en su sitio. No mucho más allá, porque la política de acuerdos militares con Estados Unidos le impedía llegar a las manos con los británicos. Así, que se dejen de rollos los tertulianos de rancia estirpe recordando viejas falacias.

De Zurich a las Caimán

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paraiso-fiscal-suja12La corrupción está en el candelero. Es el gran problema español según los datos del CIS, pero no deja de tener su origen internacional. Como muchos otros hechos políticos y sociales que se producen en un escenario multinivel. He aquí donde la existencia de los llamados «paraísos fiscales» juega un factor importante en el desarrollo de la corrupción en otros países donde no declarar el dinero que se ingresa en la cuenta bancaria es de forma efectiva un fraude fiscal. Y es que, sin los grandes bancos de Zurich y Ginebra, el caso Bárcenas sería un simple espectáculo casposo de ocultación del capital.

El funcionamiento de los paraísos fiscales es bien sencillo. En su mayoría, se trata de pequeños Estados con escasos recursos que recurren a esta práctica fiscal para obtener una importante ganancia tanto vía impuestos como vía transacciones económicas. Para empezar, permiten que personas físicas o jurídicas de otro país puedan depositar las cantidades que deseen en sus bancos a cambio del pago anual de una determinada tasa no incrementalista. Por su parte, los titulares de dichas cuentas no tienen qué declarar de dónde procede su dinero, ni dar cuenta de la cantidad que atesoran ante la autoridades fiscales. Lo que ofrece una gran ventaja para blanquear el dinero negro procedente de la venta de drogas, de armamento, de la trata de blancas o la simple ocultación de ganancias para no tributar ante la Hacienda española.

Los paraísos fiscales son perseguidos por las autoridades internacionales, ya que acumulan un tercio del PIB mundial según Oxfam Internacional. Hace ya algunos años, la Unión Europea elaboró un listado de los países que podían ser etiquetados con dicha denominación. Desde Suiza hasta las Islas Caimán, pasando por Andorra, Mónaco, Gibraltar, Bahréin y el mismísimo Luxemburgo que es Estado miembro y sede de algunas instituciones comunitarias. En cambio, la OCDE actualmente sólo define como paraísos fiscales a Nauru y Niue, dos microestados de Oceanía, aliviando a muchos otros países de esta marca tan negativa en términos de transparencia como beneficiosa en su aspecto lucrativo.

Se ha dicho de todo de los paraísos fiscales. Por un lado que sin ellos no se podrían sostener las guerras o toda suerte de actividades ilegales. Por otro lado, desde posturas neoliberales se han bendecido como una salvaguarda de las grandes propiedades. Sea como fuere, hay una cuestión mucho más simple para poder crear una opinión sobre esta práctica. Si alguien tiene que ocultar dinero será porque se ha ganado o se ha usado para fines opuestos al respeto y la igualdad de los seres humanos.