barcenas
El ordenador de Pepe
Pepe es un tipo cojonudo. Es capaz de hablar de todo, pero no sabe de nada. Sentado en su chiringuito favorito frente a las playas valencianas, lugar de alto standing, ha debatido sobre Gibraltar y la cuestión soberana. Se había tirado seis meses sólo hablando del affaire Bárcenas y de lo mal que la prensa trata al Gobierno que está salvando a este país del Apocalipsis. No sabemos si de uno zombie o medioambiental. Fuere cual fuere, Pepe ha aprovechado estas vacaciones para ver a su amigo Naseiro y a su sastre favorito al que le ha encargado una nueva chaqueta.
Mi colega Pepe es un tipo inteligente. Tras llegar a la conclusión de que los ingleses son unos tipos de los que no te puedes fiar ha cambiado de tema. Llevaba unos días, esos días antes de terminar el descanso estival, dándole vueltas al asunto. Había mirado por Internet, llamado a sus mejores contactos y revisado archivo. Pepe había llegado a la conclusión que la cifra de paro de este mes era la mejor que había experimentado España en los últimos diez años. Ni el Ministerio ni el Instituto Nacional de Estadística habían tenido tiempo de adelantarse, porque Pepe es mucho Pepe.
Ese fue el momento de lucidez de Pepe. Un gran momento. Cansado de que británicos le diesen por la jeta y de que su amigo Luis estuviese siempre en el juzgado, mi colega ha decidido hablar de los brotes verdes. Una semilla arcaica que alguien plantó en el Pleistoceno, quizá su abuelo Pepe Mari, y que él mismo se está encargando ahora de regar. Esos brotes verdes, que en vez de venir en sobres, van a venir esta vez en maletines llenos de billetes para todos los españoles. Ésta es una buena noticia. Así que Pepe para dar un carpetazo a modo de punto y final ha cometido su mayor error. Ayer decidió borrar de su ordenador todos los archivos que le había pasado su amigo Luis. Así, su mujer y España nunca se enterarían de la pornografía compartida entre los amigotes. Por desgracia, el juez le pidió a Luis esos archivos como prueba determinante de su inocencia ante la acusación de violación de vacas suizas. Pobre Luis, pobre Pepe.
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Gibraltar por Bárcenas
Los berrinches ocasionales por Gibraltar no son espontáneos. España lleva más de dos siglos reclamando el terruño de tierra que le falta en el Sur de Europa y que de forma vil le arrebató la Gran Bretaña. Sin acuerdo ni ley internacional. Una ocupación ilegal en toda regla. Y ahora volvemos con la milonga cuando toca declarar a Cospedal, Cascos y Arenas por sus presuntas implicaciones en el “affaire Bárcenas”. Dicho de otra forma, cuando el Gobierno se preocupa por agravios internacionales de nuestros abuelos, es que algo huele a podrido en el reino de Dinamarca, disculpen los daneses, en España.
Con esta lógica, el dilema de Gibraltar, que no es una cuestión baladí, se convierte en una excusa para tapar las miserias y pierde relevancia ante la opinión pública. Dicho de otra forma, el uso mediático que el PP hace del mismo hace que haya menos patriotas de los que a los derechones les gustaría que hubiese. Mal favor hacen los conservadores a remotas posibilidades futuras de recuperar el peñón y de que la sociedad realmente se preocupe por este asunto.
Y mientras dejamos de hablar de Bárcenas y volvemos con Gibraltar, se recuerda que con aquel señor del bigote llamado don Paquito sí sabía poner a los ingleses en su sitio. No mucho más allá, porque la política de acuerdos militares con Estados Unidos le impedía llegar a las manos con los británicos. Así, que se dejen de rollos los tertulianos de rancia estirpe recordando viejas falacias.
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Dimisión en banda
El poder judicial ha demostrado la manifiesta culpabilidad de una gran parte de la cúpula popular en el affaire Bárcenas. Entre ellos, se estudia la posibilidad de que declaren el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; Cospedal y Rodrigo Rato. Lo que quiere decir que algo se sabía por parte de estas personas de lo que se cocía y se repartía en sobres en los despachos de Génova 13.
El todopoderoso ejecutivo, que responde a preguntas a través de un funicular o de un televisor de plasma, está asustado. Su omnipotencia, telón de un monolito que no se termina de erigir está planeando una estrategia de comunicación política. Y se preguntan, ¿qué les vamos a decir? Encima cuando tienen que darle una buena explicación a la sociedad española y a la opinión pública internacional para quiénes España ha caído en el más absoluto descrédito.
La cuestión de fondo es cómo Rajoy contará sus disculpas. Se descarta el Congreso, pues sería bastante duro tener que hablar sobre esto en una cámara que se supone representa a la ciudadanía. El uso del televisor, mientras le graban escondido en un búnker en Moncloa, es una solución cutre. Quizá no haya forma de decirle a la gente que le gobierna un grupo de corruptos en el contexto actual. Sólo cabe dimisión, al menos, por un poco de coherencia democrática.
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La profecía de los inversores
El capital internacional duda de la rentabilidad de España. Esto no es nada nuevo, pues aunque las cifras de empleo parecen que se están recuperando, la corrupción es el gran cáncer que azota al país. Si entendemos que esta corrupción está asentada en el partido que gobierna más aún, los inversores extranjeros plantean dudas sobre si merece la pena dirigir fondos al mercado español.
Se ha comentado esta semana, que es posible que la reducción de las inversiones en los próximos días sea debido al temor a la dimisión del Gobierno de Rajoy. Un hecho que podría producirse si toda la información del caso Bárcenas sale a la luz y termina por salpicar prácticamente a toda la cúpula del Partido Popular. No cabe duda que gran parte de este grupo político está mancillado. Sin embargo, vaticinar su disolución y la convocatoria de elecciones manifiesta un desconocimiento del comportamiento político de nuestra élite.
Visto desde el tiempo, el adelanto electoral de Zapatero crea una imagen más amable del mismo. No obstante, no es amabilidad ni lógica, lo que podemos pedirle a este gobierno que se desmorona entre el aumento del paro y las cifras de pagos ilegales que se hacen públicas. Rajoy no dimitirá porque goza de mayoría absoluta y porque creen fielmente que los plebeyos han depositado su confianza en ellos. Dicho de otro modo, el mismo ejecutivo se mira a sí mismo como una suerte de mesías que combate contra datos macroeconómicos en el desierto de una opinión pública que le ha abandonado. Si bien, no se cumplirá la profecía de los inversores, pero sí la de la visión megalómana de Rajoy a sí mismo como un enviado.
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De Zurich a las Caimán
La corrupción está en el candelero. Es el gran problema español según los datos del CIS, pero no deja de tener su origen internacional. Como muchos otros hechos políticos y sociales que se producen en un escenario multinivel. He aquí donde la existencia de los llamados «paraísos fiscales» juega un factor importante en el desarrollo de la corrupción en otros países donde no declarar el dinero que se ingresa en la cuenta bancaria es de forma efectiva un fraude fiscal. Y es que, sin los grandes bancos de Zurich y Ginebra, el caso Bárcenas sería un simple espectáculo casposo de ocultación del capital.
El funcionamiento de los paraísos fiscales es bien sencillo. En su mayoría, se trata de pequeños Estados con escasos recursos que recurren a esta práctica fiscal para obtener una importante ganancia tanto vía impuestos como vía transacciones económicas. Para empezar, permiten que personas físicas o jurídicas de otro país puedan depositar las cantidades que deseen en sus bancos a cambio del pago anual de una determinada tasa no incrementalista. Por su parte, los titulares de dichas cuentas no tienen qué declarar de dónde procede su dinero, ni dar cuenta de la cantidad que atesoran ante la autoridades fiscales. Lo que ofrece una gran ventaja para blanquear el dinero negro procedente de la venta de drogas, de armamento, de la trata de blancas o la simple ocultación de ganancias para no tributar ante la Hacienda española.
Los paraísos fiscales son perseguidos por las autoridades internacionales, ya que acumulan un tercio del PIB mundial según Oxfam Internacional. Hace ya algunos años, la Unión Europea elaboró un listado de los países que podían ser etiquetados con dicha denominación. Desde Suiza hasta las Islas Caimán, pasando por Andorra, Mónaco, Gibraltar, Bahréin y el mismísimo Luxemburgo que es Estado miembro y sede de algunas instituciones comunitarias. En cambio, la OCDE actualmente sólo define como paraísos fiscales a Nauru y Niue, dos microestados de Oceanía, aliviando a muchos otros países de esta marca tan negativa en términos de transparencia como beneficiosa en su aspecto lucrativo.
Se ha dicho de todo de los paraísos fiscales. Por un lado que sin ellos no se podrían sostener las guerras o toda suerte de actividades ilegales. Por otro lado, desde posturas neoliberales se han bendecido como una salvaguarda de las grandes propiedades. Sea como fuere, hay una cuestión mucho más simple para poder crear una opinión sobre esta práctica. Si alguien tiene que ocultar dinero será porque se ha ganado o se ha usado para fines opuestos al respeto y la igualdad de los seres humanos.
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Todos corruptos
Alemania anima a Rajoy a que afronte el caso Bárcenas. Y es que, esta recomendación es un chiste. Una mera anécdota si se tiene en cuenta que el gran mal de la sociedad española es la ausencia de honradez y ética pública. No hay estamento de la cúspide social que esté limpio de la mancha del latrocinio. Para empezar, el mismo partido del Gobierno está implicado en un lucrativo negocio por el que el ex Tesorero popular repartía sobres mágicos entre la directiva del partido. Mariano, De Guindos y otros antiguos sospeschosos del Gurtel tienen empapadas sus manos en la masa. Tampoco olvidemos a la señora Mato que fue mimada con el pago de confeti para su cumpleaños y con algún obsequio de Vuitton. La única respuesta que hemos recibido de estos señores es a Rajoy escondido tras una cámara y diciendo que él no sabe nada de lo que se cocía en Génova 13.
Si continuamos, ERES de la Junta de Andalucía aparte, está el espectáculo de la Fundación Ideas, donde su director y su mujer se repartían el pago a una investigadora fantasma, la conocida Amy. Una chica que igual escribía un artículo sobre política internacional que preparaba los seminarios de la entidad. Un bochorno que deja por los suelos y avergüenza la labor de muchos docentes e investigadores universitarios que a diario trabajan por la innovación. No siempre tan bien pagada como pudo disfrutar esta afortunada. Por eso, es absurdo considerar este caso como una minucia con todo el daño que supone para las fundaciones y organismos destinados a la investigación. Si bien, podemos excusar que se trataba del «chiringuito intelectual» de un partido político donde la transparencia se fue de vacaciones hace un tiempo.
Mientras sucede todo esto, la mitad de la sociedad se ocupa de estigmatizar a la clase política. Y tienen razón en ello, pero olvidan que los representantes del supuesto interés general no son los únicos implicados. También está el papel de la monarquía. Esos Borbones que tanto enseñaron en Nápoles y que se fueron haciendo escuela de la «cosa nostra». Así, tenemos a las hijas del Rey haciendo negocios fantasmas para dilapidar dinero público cuya única utilidad va a llenar las cuentas suizas de Urdangarín y sus colaboradores. Para no aburrirse, «Juanca» igual se marca unos penaltis con Corina que se dedica a cazar elefantes.
¿Y quién paga todo esto? La sociedad española, cuya tasa de suicidios por impago de la hipoteca y pérdida del hogar aumenta conforme disminuyen las deudas de los bancos. Esta semana han llegado las desafortunadas muertes de distintos ciudadanos en Cártama y Córdoba. El problema ya no es la crisis, es la corrupción que afecta a todas las instituciones de España, hablemos de partidos políticos, monarquía y otros organismos. Sin embargo, la clase política no tiene nada que decir al respecto, sólo esconderse tras un televisor y decir que está muy ocupada negociando en Europa. Los últimos datos del CIS ya adelantan esta caída de la credibilidad de los políticos, y eso si tenemos en cuenta que las encuestas se realizaron antes de la reciente entrada del caso Bárcenas en la agenda.
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