Comunicación

Dimisión en banda

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El poder judicial ha demostrado la manifiesta culpabilidad de una gran parte de la cúpula popular en el affaire Bárcenas. Entre ellos, se estudia la posibilidad de que declaren el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; Cospedal y Rodrigo Rato. Lo que quiere decir que algo se sabía por parte de estas personas de lo que se cocía y se repartía en sobres en los despachos de Génova 13.

El todopoderoso ejecutivo, que responde a preguntas a través de un funicular o de un televisor de plasma, está asustado. Su omnipotencia, telón de un monolito que no se termina de erigir está planeando una estrategia de comunicación política. Y se preguntan, ¿qué les vamos a decir? Encima cuando tienen que darle una buena explicación a la sociedad española y a la opinión pública internacional para quiénes España ha caído en el más absoluto descrédito.

La cuestión de fondo es cómo Rajoy contará sus disculpas. Se descarta el Congreso, pues sería bastante duro tener que hablar sobre esto en una cámara que se supone representa a la ciudadanía. El uso del televisor, mientras le graban escondido en un búnker en Moncloa, es una solución cutre. Quizá no haya forma de decirle a la gente que le gobierna un grupo de corruptos en el contexto actual. Sólo cabe dimisión, al menos, por un poco de coherencia democrática.

El riesgo de Rajoy: imagen y liderazgo

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El Gobierno ha nombrado a sus nuevos ministros. Ahora cabe preguntarse cuál será el estilo de liderazgo y gestión del ejecutivo popular. Aunque, conocemos a Mariano como ese hombre afable y a veces tan criticado en el seno del partido, especialmente tras la anterior derrota electoral de 2008. Éste es el momento para observar y analizar sus dotes como líder de un país que está a punto de ser arrastrado por la escila económica de Italia y Grecia.

Rajoy es un hombre que conoce sus limitaciones. No tiene gran fluidez con el inglés, ni tampoco es un experto en economía, más bien, lo que se ha llamado muchas veces un “político generalista”. Por ello, se ha rodeado de tecnócratas y ha asentado en los ministerios claves para atravesar la crisis a especialistas en la materia. De forma similar, Zapatero también se rodeó de grandes fichajes, como Solbes. Sin embargo, Zapatero trató a sus hombres como lacayos y no como consejeros de los cuáles debiera guiar su criterio. Y es que, no sabemos si Rajoy cambiará este estilo, o lo mantendrá como hizo su predecesor.

En el caso hipotético de que no lo hiciera, entra en juego una segunda variable. Si la comunicación política llevada a cabo desde los ministerios y desde el mismo partido, situasen a Rajoy como un salvador en el largo plazo, cabría el riesgo de la creación de un virtual liderazgo carismático. Y esto, volvería a situar tanto su liderazgo como su imagen en la de un ejecutivo preparado, pero castrado por una mano férrea que dicta en las sombras. A imagen y semejanza, de Zapatero.

El debate: las creencias de Rubalcaba

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El debate entre Rajoy y Rubalcaba ha dejado muchas incertidumbres. Dudas sobre lo qué pasará según gane uno u otro. Ambigüedad sobre los conceptos del programa del Partido Popular. Aunque, lo que está claro es que los socialistas en tiempos de pérdida de liderazgo vuelven a la carga con el “miedo a la derecha”. La R de Rubalcaba se convierte en una sigla de Rottweiler. Surge la duda de si el temor al programa popular será mayor que el descrédito ante el liderazgo de la élite política en general, y de Zapatero en particular, como motivo de voto.

El candidato socialista ha hecho una defensa en su credo de los infiernos de la derecha. Y esa misma creencia, era la que se ha dado a su antecesor que nos llevó a la crisis política. Todo ello, ocultando las cifras de paro que asomaban como punta del iceberg. Y ésta, es la pluscuamperfecta oferta de futuro que González defendía en el mitin de Dos Hermanas. Lo que es innegable es que recortes habrá y la cuestión pasa por saber cuáles serán las carteras que sufrirán el tijeretazo.

La economía en España debe pasar por dos trayectorias. La primera es cambiar el sistema productivo tan vinculado al ladrillo que es un motivo estructural de crisis financiera y laboral. La segunda reactivar el trabajador autónomo que tan denostado está por leyes e impuestos. Pues es ahí, donde se puede sacar un auténtico filón de empleo y riqueza a largo plazo.

En definitiva, la victoria del debate descansa en manos de Rajoy. Unas manos algo resbaladizas que han tenido la suerte de enfrentarse a un Rubalcaba desgastado. Un cansancio que aún deja marca de viejos Suresnes y que debe dar paso a una generación de nuevos socialistas. Un tránsito por el desierto de la oposición que les hará reflexionar sobre la labor política de su último líder.