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Renacido

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ELECCIONES PRIMARIAS EN EL PSOE

Hace casi un año que una gestora ilegal expulsó a Pedro Sánchez de la Secretaría General del PSOE. Unos meses antes el líder socialista había intentado formar gobierno a partir de una coalición de centro-izquierda entre su partido y Ciudadanos. La matemática parlamentaria ya vaticinaba el nefasto futuro de ese proyecto de ejecutivo, mientras la cúpula de Podemos le dibujaba la cadena de mando ministerial que implicaría si apoyaban a los socialistas. Esos mismos podemitas que hoy aplauden al «nuevo» Sánchez. O bien la memoria le falla a Iglesias o la paradoja está entre las líneas maestras de su estrategia política.

La salida de Sánchez se ha interpretado de muchas formas. Una negativa a la putrefacta Presidencia de Mariano Rajoy, un intento de gobierno centrista aplastado por los auténticos valedores del Ibex-35 y los demagogos de Lavapiés y la oportunidad perfecta de Susana Díaz para dar el salto de la arena autonómica a la nacional. Este último marco es el que se ha impuesto en la competición de las primarias que se han celebrado el pasado domingo. Y donde ha quedado patente la victoria de la militancia frente a la vieja guardia de González, Guerra, Bono y Zapatero, por citar algunos. Ahora bien, no se debe olvidar que lo que está en juego es la sustitución de una élite dentro del partido por otra que se ha perpetuado durante cuatro décadas.

Díaz mentía. A ella no le gusta ganar. A ella le gusta perder. Porque para ganar debería haber jugado en igualdad de condiciones. Y aún así con todo el poder del aparato ha salido escopetada de Ferraz como alma que lleva el diablo. Susana nunca ha ganado porque su gobierno andaluz es el fruto de la herencia del capital político de Chávez y Griñán y tan denostado que necesita del apoyo de los naranja en la cámara autonómica. No se engañe señora Díaz, ahora mismo es difícil conocer el futuro del PSOE en España, pero en el cortijo andaluz se están afilando cuchillos y como dijo su segunda al mando, Verónica Pérez, Susana no es la máxima autoridad en el partido.

El riesgo de Rajoy: imagen y liderazgo

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El Gobierno ha nombrado a sus nuevos ministros. Ahora cabe preguntarse cuál será el estilo de liderazgo y gestión del ejecutivo popular. Aunque, conocemos a Mariano como ese hombre afable y a veces tan criticado en el seno del partido, especialmente tras la anterior derrota electoral de 2008. Éste es el momento para observar y analizar sus dotes como líder de un país que está a punto de ser arrastrado por la escila económica de Italia y Grecia.

Rajoy es un hombre que conoce sus limitaciones. No tiene gran fluidez con el inglés, ni tampoco es un experto en economía, más bien, lo que se ha llamado muchas veces un “político generalista”. Por ello, se ha rodeado de tecnócratas y ha asentado en los ministerios claves para atravesar la crisis a especialistas en la materia. De forma similar, Zapatero también se rodeó de grandes fichajes, como Solbes. Sin embargo, Zapatero trató a sus hombres como lacayos y no como consejeros de los cuáles debiera guiar su criterio. Y es que, no sabemos si Rajoy cambiará este estilo, o lo mantendrá como hizo su predecesor.

En el caso hipotético de que no lo hiciera, entra en juego una segunda variable. Si la comunicación política llevada a cabo desde los ministerios y desde el mismo partido, situasen a Rajoy como un salvador en el largo plazo, cabría el riesgo de la creación de un virtual liderazgo carismático. Y esto, volvería a situar tanto su liderazgo como su imagen en la de un ejecutivo preparado, pero castrado por una mano férrea que dicta en las sombras. A imagen y semejanza, de Zapatero.