centro
Cambio ideológico por mutación partidista
El cierre de la fallida investidura de Pedro Sánchez y su heraldo naranja ha dejado una clara conclusión. Los partidos se han desplazado en la arena ideológica durante esta coyuntura de cambio político que algunos han venido en denominar la “Segunda Transición”. Aunque es cierto, que si es una transición sabemos desde donde, el bipartidismo, pero no terminamos de avistar donde acaba en un horizonte marcado por la división de los grupos políticos entre la izquierda y la derecha. Siguiendo esta lógica, los distintos partidos políticos se han asentado en determinadas arenas electorales de las cuales consiguen sus apoyos, no siendo las mismas que hace unos años.
A grandes rasgos, nuestro panorama político quedaría dividido de la siguiente forma. Un Partido Popular que se convierte en el gran partido a la derecha acogiendo tanto a conservadores como a elementos extremistas y que aún intenta, aunque de forma fallida pescar en el centro-derecha. Un centro político marcado por PSOE y Ciudadanos que de forma acertada captan el voto tanto del centro-izquierda como del centro-derecha, especialmente ese centro-derecha hastiado del liderazgo de Rajoy acosado por los escándalos de corrupción y el desgaste. A la izquierda de los socialistas, queda un amplio espacio ganado por Podemos y en el que coexisten pequeñas fuerzas como Izquierda Unida, Compromís, En Marea y En Comú-Podem. Finalmente, quedarían los partidos nacionalistas tradicionales que han visto disminuir su cuota, a excepción de PNV y ERC.
Este trance político continúa a fechas de hoy, tras que el monarca haya instado a los candidatos a abrir nuevas negociaciones. Sin embargo, esta italianización de la política que deja espacios estancos claramente definidos viene acompañado de la incapacidad de los partidos para llegar a un acuerdo. Si bien, ya ha empezado una guerra fría entre Podemos y PSOE para tender lazos a través de la mediación de las fuerzas de Compromís e Izquierda Unida. Ahora cabe esperar si el programa de centro propuesto por Sánchez y Rivera es capaz de incorporar demandas desde la izquierda y contar el apoyo de estos partidos. Lo que no cabe lugar a dudas es que Rajoy es innegociable, pero que el tampoco está dispuesto a negociar su salida de la arena política.
El legado de Suárez
Se habla de quién fuera por aquellos que vivieron la Transición. También por parte de quienes le conocieron. Y probablemente, todos y cada uno de los españoles tuvieron alguna responsabilidad o culpa en la caída de Suárez. Las mismas piernas que caminan hoy libres en nuestra democracia, empujaron de una forma o de otra al artífice de nuestro sistema político por el precipicio. Y ya se sabe que -cuando se mira al abismo, el abismo mira dentro de ti- como dijo Nitezsche, veamos dentro de los arribistas. Ya fueran socialdemócratas o populares que absorbieron las distintas élites integrantes d la UCD, ya sean los peperos que hoy se enorgullecen de la Constitución democrática, cuando el suyo -Alianza- fue un grupo que no apoyó el texto fundacional.
Reverte dijo hace unos días que la vida fue amable con Suárez, le quitó la consciencia para no ver en manos de que clase de delincuentes había dejado su obra. Adolfo Suárez dejó una importante herencia a este país: una democracia liberal recién salida de la nada y en un proceso transitorio menos traumático que el portugués y la existencia de un sistema de partidos de libre competencia que garantizase la representatividad ideológica. Después llegarán los minoritarios, y se quejarán -no sin razón- de que el sistema electoral es injusto. Pues miren ustedes, Suárez les legalizó pese a las amenazas del búnker militar.
Suárez también creó algo que en España probablemente nunca haya existido: el centro político. Incluso, a finales de los ochenta, cuando ya se había creado nuestro bipartidismo imperfecto, tuvo la visión suficiente para ocupar un espacio del eje político que está (y sigue) secuestrado por otras fuerzas. Desafortunadamente, los populares jugaron un papel importante en terminar de eliminar a ese centro y viajar del centro a la derecha a principios de los noventa.
Una vez caído el CDS, se habían sembrado las semillas suficientes para mantener el bipartidismo imperfecto. Un sistema donde la alternancia entre dos fuerzas que con el apoyo puntual de otros partidos es la dinámica reinante. Sin lugar a dudas, la sociedad en su conjunto ha sido malagradecida con Suárez y ha derrochado parte de su herencia, véase las opiniones estúpidas de Alberto Garzón pidiendo revisar la Transición o las asociaciones de la memoria creando su propia versión de «memoria parcialista» poniendo en duda el consenso. Un despropósito, una vergüenza. D.E.P. uno de los mejores líderes que tuvo este país de ingratos.
Javi se va a Madrid
Hay una clásica pregunta que plantea el dilema de un gallo sentado en la cornisa de un tejado. Si el ave pone el huevo, ¿hacia qué lado del tejado caerá? Y la respuesta bien sabida, es que los machos plumíferos no pueden poner huevos. Al menos, esta era la solución hasta que el (ex) líder de los populares andaluces ha decidido hacer las maletas y largarse a los Madriles, dejando la simiente plantada de Zoido. El alcalde de la ciudad hispalense que regirá el panorama hasta el próximo congreso del partido.
No vamos a contar las derrotas de Javi, porque nos faltan números en la calculadora para calcular su eficacia política. Mire usted, lo han jubilado hacia arriba. Y es que, ahora surgen dudas sobre el destino que bien pudiera deparar al liderazgo de la formación político. Al dejar a Zoido el liderazgo, Javier ha realizado una labor de fontanería –que para algo sí que sirve-, transmitiendo toda la problemática a su sucesor.
Zoido tiene un buen currículum a sus espaldas tras haber expulsado a los socialistas del consistorio sevillano. No obstante, hay discrepancias sobre si será el futuro líder. En primer lugar, surge la cuestión sobre si mantiene la fachada de auténtica derecha que su antecesor ha mantenido. Pues, por mucho que Arenas intentase un “viaje al centro”, este viaje ni fue auténtico, ni mucho menos lo fue de imagen. Por tanto, o habrá que hacer limpieza entre determinados elementos de la derecha hispalense amantes de viejas aves o todo seguirá con las mismas caras, pero con distintos bozales.
En segundo lugar, surge la tradicional coyuntura de disputa entre los populares malagueños y sevillanos, que bien tiene su traducción en una cuestión de índole provincial. Sin embargo, esto no debiera ser un problema para el presidente malagueño, Elías Bendodo, que a buen recaudo dejó atado Arenas para continuar con su herencia. Entonces, sólo podemos esperar a que Bendodo diga “si, buana” y no habrá problemas en que todo siga igual. Lo que tendrá sus consecuencias abriendo una brecha ideológica entre los social-liberales de De la Torre y los conservadores de la mano de Elías.
Por último, queda manifiesto que no hay grandes líderes populares que se postulen para candidatos. Bien por miedo, bien por evitar el conflicto. Y es que, el conflicto no siempre es negativo porque también implica cambio. Esa palabra de la que se llena la boca al PP de Andalucía, pero del que no hace un uso ejemplar. Las apuestas están abiertas y si algo queda claro, es que habrá disputas tanto ideológicas como territoriales por este liderazgo.