PA
La difícil identidad andaluza
El concepto de identidad andaluza representa un elemento de difícil definición y muy a menudo, es objeto de controversia si se puede hablar de regionalismo o de nacionalismo andaluz. Andalucía a diferencia de otros territorios como Cataluña, País Vasco o Galicia no ha llegado a configurar un discurso común sobre qué significa ser andaluz o cuáles son las señas de identidad de Andalucía . Entre los factores que han limitado la consolidación de un marco o “framing” homogéneo de lo andaluz se encuentran cuatro razones.
En primer lugar, la existencia de sentimientos de orgullo o identidades como “ser español” o “ser de mi ciudad” que se anteponen o se mantienen jerárquicamente en la misma posición que “ser andaluz”, según distintas encuestas y estudios. En segundo, el desarrollo de un imaginario “sobre lo andaluz” creado por la visión de extranjeros (Washington Irving, Gerald Brenan) sobre la mistificación de la historia andaluza y por las políticas culturales de la dictadura, que equipararon lo andaluz con lo español.
Tercero, el fallido intento de articulación de un partido político de corte regionalista y/o nacionalista en torno a lo andaluz como se observa en el Partido Andalucista (PA) y en el Partido Socialista de Andalucía (PSA), en las últimas décadas. Por otro lado, el andalucismo político de Rojas Marcos no fue tanto una continuidad de la postura de Blas Infante, sino que incorporó dichos planteamientos teóricos y las juntas liberalistas andaluzas años más tarde de comenzar su oposición organizada al régimen franquista. Además, la capitalización de dicha identidad ha sido ampliamente ejecutada por el Partido Socialista Obrero Español de Andalucía al institucionalizar la obra y el legado de Blas Infante en distintos museos, exposiciones y publicaciones.
En relación con lo anterior, la ausencia de una continuidad intelectual y teórica sobre el nacionalismo andaluz de Blas Infante después de la Guerra Civil. A diferencia de casos como Cataluña, donde la Renaixença y su estudio continuó de la mano de Joan Triadú, Ramón Gali o Albert Manent, entre otros, durante la dictadura. Por estos motivos, es complicado afirmar que exista una identidad andaluza, cuanto menos es innegable que dicha identidad no se ha consolidado. Y en esta disyuntiva, surge la pregunta en torno a qué es Andalucía.
La clave está a la izquierda
25M. Desenlace de la contienda electoral por Andalucía. Los protagonistas del bipartidismo se la juegan todo a una. Aunque, en la parrilla de cada partido hay distintas cuestiones que acabarán con buen asado o una chamusquina definitiva. Por ello, si algo marca a los contendientes es que el derrotado perderá mucho más que el acceso al ejecutivo de la Junta de Andalucía.
En primer lugar, el PP andaluz afronta su bautismo de fuego para hacerse por primera vez en la historia con el Gobierno autonómica. Y por tanto, efectuar una alternancia en el poder de la comunidad que ha estado durante más de treinta años en un régimen de partido dominante, según la clasificación de Sartori. Lo que, se presume, es un síntoma de calidad democrática para las instituciones y la cultura política. No obstante, la apuesta de los conservadores es el liderazgo de Javier Arenas, político superviviente e iniciado en el centro-democrático durante la Transición. Y que, de no obtener la victoria acabaría totalmente quemado produciendo una renovación de la élite en el seno del partido.
En segundo lugar, el PSOE se juega la continuidad del régimen chavista, ahora griñaniano, de café para todos. O mejor dicho, está a prueba el liderazgo de José Antonio, que recibió el Gobierno de la Junta de parte de su amigo Manuel, pero nunca lo ha ganado hasta ahora en unos comicios. De ahí, debemos observar si el heredero tiene la misma virtus que el príncipe; o si por el contrario, la fortuna termina por vencerlo en el último momento después de tantos ERES, fondos reptilianos, leyes de reforma administrativa y demás varapalos. Cuya hipotética derrota abriría aún más las luchas intestinas en el socialismo andaluz arrastrado por la marea azul.
En tercer y en último lugar, está el gran decisor de esta contienda IU. Esta formación aspira a aumentar sus diputados gracias a los votos volátiles desde la izquierda del PSOE. Lo que la coloca en una posición inmejorable para negociar con los socialistas un gobierno de coalición en caso de que los populares no obtuviesen mayoría absoluta, o si, dejaría a la derecha gobernar como castigo al gobierno saliente como hizo en Extremadura. IU lo tiene todo por ganar porque si cede al PP aumentaría sus votos y apoyos de forma indirecta y se legitimaría como “auténtica izquierda” frente a un PSOE que ella misma cataloga como derecha. Si no, regresaría al ejecutivo entrando en la gestión de la comunidad autónoma con todas sus prerrogativas y prebendas.
En cuanto a los diputados de PA y UPyD, los primeros se quedarían fuera y los segundos mantienen unas lejanas posibilidades de conseguir algún diputado por Sevilla y Málaga. Por lo que, tras este análisis, la izquierda real es la que tiene el sartén por el mango y la que decidirá cuál será el destino de Andalucía en la próxima legislatura.
El dúo dinámico: Griñán y Valderas
Los candidatos a las elecciones andaluzas, disculpen, algunos han tenido la buena costumbre democrática de participar en el debate televisado. Un ritual que viene siendo símbolo de una cultura política coherente y saludable. Aunque, antes bien habría que observar si el dúo entre Griñán y Valderas corresponde con las fuerzas que compiten por la Presidencia de la Junta de Andalucía.
Muchos partidos, especialmente los que carecen de representación política, se quejan de la poca visibilidad que tienen en los medios de comunicación. Y en parte razón no les falta, pero entonces llegamos a la pregunta sobre cuáles son los partidos que deben ser llamados a un debate. La tradición electoral norteamericana impuso como tendencia la confrontación entre los dos principales partidos, pero esto sólo tiene sentido en un sistema bipartidista como el del otro lado del Atlántico.
Dice Sartori que aquellos partidos con poder real, es decir, los que ostentan o pueden lograr una representación efectiva son los que deben ser analizados. Por tanto, bien estaría que en el debate se hubiese contado con la presencia de UPyD y PA, a los cuales se les ha hecho un vacío mediático. Y mejor no hablar, del desplante del valiente Javier Arenas, temeroso de ser acorralado en el gallinero de Canal Sur.
Asimismo, reza en el estatuto de RTVA que los medios autonómicos serán un fiel reflejo de las distintas sensibilidades y la diversidad de la comunidad. Parecer ser que, los directores de la empresa pública sólo han tenido en cuenta a los dos grandes, amén del tercero que está ahora en alza. Por lo que, ni la censura de PA y UPyD, ni la espantada de los populares hacen honor a esa pluralidad política que bien debiera haberse esperado del mencionado debate. Por lo que, el debate ha dejado más por los suelos aún la pésima imagen de la que ya disfruta esta nuestra televisión autonómica.