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Asesino de manual

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fascistasParece ser que un grupo de sujetos, en ejercicio de su derecho de asociación, constituyeron hace tiempo el Movimiento Málaga 1487. Este colectivo, dedicado a la difusión de la historia de la ciudad, sobre todo si hablamos de la Málaga cristiana, católica, nacionalista, excluyente y tiránica, era uno de los grupos que frecuentaba el responsable de la muerte de Pablo, ahora en prisión. En ejercicio de sus derechos de libertad de expresión defienden ideas totalmente contrarias a la ideología en la que se sustenta el constitucionalismo español que les ampara.

La realidad empírica vuelve a confirmar lo analizado tantas veces por las Ciencias Sociales. Joven de familia desestructurada, sin vínculos afectivos firmes y con una experiencia curricular discontinua e irregular. Socialización primaria en la que la familia ha perdido peso en favor del grupo de pares. Lo que favorece, siempre que el grupo de pares sea parecido a los miembros de la anterior asociación, el asentamiento en su personalidad de una ideología construida en torno a lo que considera su visión de España y el mundo. Práctica de deportes que permiten canalizar la agresividad innata. Y ahí está el perfil del sujeto que se encuentra ahora entre rejas.

La historia se vuelve a repetir desgraciadamente. Lo dispuesto en los manuales de Psicología Social se cumple. Como si de repente se tratara de un viaje al pasado en el que los extremismos de derechas vuelven a mostrar toda su rabia, toda su ira y todo su vacío espiritual. Con la diferencia de que esto se ha producido en la ciudad de Málaga. Con la singularidad de que ha tocado a los ciudadanos malacitanos en su propia piel.

La difícil identidad andaluza

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El concepto de identidad andaluza representa un elemento de difícil definición y muy a menudo, es objeto de controversia si se puede hablar de regionalismo o de nacionalismo andaluz. Andalucía a diferencia de otros territorios como Cataluña, País Vasco o Galicia no ha llegado a configurar un discurso común sobre qué significa ser andaluz o cuáles son las señas de identidad de Andalucía . Entre los factores que han limitado la consolidación de un marco o “framing” homogéneo de lo andaluz se encuentran cuatro razones.

 

Identidad andaluza

En primer lugar, la existencia de sentimientos de orgullo o identidades como “ser español” o “ser de mi ciudad” que se anteponen o se mantienen jerárquicamente en la misma posición que “ser andaluz”, según distintas encuestas y estudios. En segundo, el desarrollo de un imaginario “sobre lo andaluz” creado por la visión de extranjeros (Washington Irving, Gerald Brenan) sobre la mistificación de la historia andaluza y por las políticas culturales de la dictadura, que equipararon lo andaluz con lo español.

Tercero, el fallido intento de articulación de un partido político de corte regionalista y/o nacionalista en torno a lo andaluz como se observa en el Partido Andalucista (PA) y en el Partido Socialista de Andalucía (PSA), en las últimas décadas. Por otro lado, el andalucismo político de Rojas Marcos no fue tanto una continuidad de la postura de Blas Infante, sino que incorporó dichos planteamientos teóricos y las juntas liberalistas andaluzas años más tarde de comenzar su oposición organizada al régimen franquista. Además, la capitalización de dicha identidad ha sido ampliamente ejecutada por el Partido Socialista Obrero Español de Andalucía al institucionalizar la obra y el legado de Blas Infante en distintos museos, exposiciones y publicaciones.

En relación con lo anterior, la ausencia de una continuidad intelectual y teórica sobre el nacionalismo andaluz de Blas Infante después de la Guerra Civil. A diferencia de casos como Cataluña, donde la Renaixença y su estudio continuó de la mano de Joan Triadú, Ramón Gali o Albert Manent, entre otros, durante la dictadura. Por estos motivos, es complicado afirmar que exista una identidad andaluza, cuanto menos es innegable que dicha identidad no se ha consolidado. Y en esta disyuntiva, surge la pregunta en torno a qué es Andalucía.

Las erratas de 300

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Estos días se puede disfrutar de “300: El origen de un imperio” en las carteleras de los cines. Una película basada en el cómic “Xerxes” de Frank Miller. Sin embargo, esta película tiene ese hedor hollywoodiense en el que abundan tantas falacias sobre la historia. Lo que plantea el temor de que muchos jóvenes desconocedores del mundo antiguo mediterráneo puedan considerar lo que sucedió en esa película como una autentica verdad. Unos hechos históricos que sucedieron tal cuales se presentan en la pantalla.

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Para empezar, la Grecia del mundo antiguo no fue un país ni un imperio en ningún momento. Al contrario, esta región estaba ocupada por un grupo de ciudades-estado que compartían una cultura común. Además, mantenían relaciones periódicas de amor y odio, guerra y paz, según el desarrollo de la política y la economía. Por lo que, cuando Jerjes invade estas ciudades, sólo se establece una alianza entre Atenas y Esparta que eran las principales polis de la época. Grecia no sería una entidad politica como tal hasta su independencia del Imperio Otomano en el siglo XIX. Por otro lado, Persia invadió Grecia como respuesta a una serie de ataques que habían recibido sus ciudades por parte del pillaje griego. Por lo que, no se puede considerar tampoco que la campaña de Persia, fuese una conquista entendida como tal.

Se presenta a los griegos como unos luchadores por la libertad y a los persas como unos tiranos. Un marco en el que se presenta a Occidente como el defendor de la democracia y a Oriente como un postulante de la tirania. Aunque este marco puede ser discutible actualmente, no se puede dar por cierto en la época antigua. Para empezar, los griegos no tenían una palabra en su vocabulario que equivaliese a “libertad”. Ademas, la democracia griega es un hecho aislado en el mundo mediterráneo antiguo -donde lo habitual eran las tiranías- y para más inri, democracias como la de Atenas eran sostenidas económicamente gracias al trabajo de los esclavos. Por lo tanto, los griegos simplemente defendían sus ciudades de la represión persa que quería castigar los ataques recibidos anteriormente por parte de piratas del Egeo, no su libertad.

La historia se reescribe y eso es peligroso. De la misma forma que Artemisia no fue la que presentan en el filme, sino que era la gobernante de una ciudad griega aliada con Persia; la libertad que defiende Occidente es una libertad adaptada a sus patrones culturales. No se puede caer en las dicotomías que la ideología yanqui pretende defender, pues eso llevará, a que en el futuro se apoyen guerras ilegales allí donde la libertad (el petróleo) deba ser defendida. Mientras tanto, nadie se acuerda de los ucranianos, ni de los crimeos.

Orgulloso de ser andaluz

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El Día de Andalucía se ha convertido en una efeméride más, sin ningún valor para aquellos que lo celebran. Entre los tópicos y los típicos, el andaluz es un tipo vago, poco preocupado por el futuro y otros aspectos negativos que en el imaginario general de los españoles aún pervive. Esta figura fue creada a principios del siglo XX por una serie de pensadores, filósofos y antropólogos que hicieron teoría de sus observaciones subjetivas del universo andaluz.

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Andalucía es una comunidad que pese a haber tenido un partido regionalista (o nacionalista) no ha conseguido hacer valer sus demandas frente a otras como Cataluña y País Vasco. Como dice Pepe García, el andalucismo de la democracia murió asesinado por sus propios creadores. Tras eso, parece ser que los andaluces no tienen ninguna forma de evitar el tópico, ni salir al paso de las diferentes acusaciones que padecen. Y ciertamente esta situación de indefensión tan sólo es una mentira.

El andaluz puede sentirse orgulloso en gran parte gracias a su herencia histórico-cultural. Para empezar, el mundo de Tartessos y las ciudades de Malaca, Sexi y Abdera fueron unos de los primeros centros urbanos del Mediterráneo antiguo. Si avanzamos un poco más, también fue una de las zonas que más permeable fue a la romanización, llegando a rebelarse contra los dominadores visigodos una vez había caído el Imperio. Al-Andalus albergó una de las tradiciones humanistas de la cultura islámica y tras la expulsión de los musulmanes, fue ocupada por valientes colonos -gran parte de ellos castellano-leoneses- que decidieron vivir en esta tierra.

A lo largo de la Edad Moderna, Andalucía albergó los puertos hacia las Américas -Sevilla y Cádiz-, sufrió los efectos de la piratería turca y magrebí y aportó recursos humanos a las sucesivas campañas militares por la gloria de los monarcas españoles. Finalmente, en la época decimonónica se eliminó su industria, ya que desde la perspectiva de las élites del Gobierno central, nuestra tierra era para trabajar el campo y que la industria y los bancos eran para los norteños y los vascos. Después de dos siglos, seguimos siendo fieles a la capitalidad de Madrid y siendo la comunidad autónoma más poblada. Esos somos los andaluces frente a los argumentos secesionistas de otras comunidades que son las mismas que nos critican.

Málaga obscure: investigando el «dark side»

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Bajo el título ‘Málaga Negra’, dos jóvenes investigadores malacitanos, José Manuel Frías y Salvador Valverde, recopilan casi 300 muertes violentas. Estos difuntos que deambulan por las páginas de este trabajo histórico y detectivesco son una parte de esa nuestra otra historia más oscura a lo largo de los últimos cinco siglos. Buena fe dan de ello el trabajo de recopilación, documentación y maduración de la información realizada por sus autores que permite conocer a día de hoy hechos siniestros que bien quedaron en el olvido, bien no fueron conocidos más allá del lugar en el que sucedió. Lo que demuestra, pese a lo que pueda parecer que aún existen hechos de la historia malagueña que esperan a ser desempolvados en la estantería de algún archivo o digitalizados en un repositorio.

Ciertamente, detrás de este tomo se encuentra un trabajo de investigación intenso y extenso. Lo que ha sido posible gracias a la existencia de archivos como el Narciso Dïaz de Escobar y el Archivo Histórico de Málaga, entre otros. Al respecto, existe una opinión algo extendida entre algunos sujetos -productos de denominación de origen universitaria- sobre qué estos fondos documentales deberían ser el coto de caza privado de los académicos. Como si la historia de una ciudad o su patrimonio debieran estar vedados sólo a los expertos. Por suerte, esta abominación intelectual no se ha producido, pues de serlo, viviríamos en algún mundo orwelliano donde no sabríamos gran parte de nuestro pasado, sino sólo aquel que interesase a la comunidad académica para hacer progresar sus currículos y que se escribiría a gusto de las élites. Mientras tanto, algunos de estos intelectuales académicos se quejan de la poca preocupación de la sociedad por la cultura. Hipocresía. La historia puede y debe ser investigada por cualquier ciudadano.

En ese sentido, este mes se cumplen ocho años desde que El Avisador Malagueño y la Academia Malagueña de las Letras ‘Santa María de la Victoria’ comenzase su andadura de divulgación de la historia local de Málaga y provincia bajo la dirección de Diego Ceano. ‘Málaga Negra’ es una prueba junto a sus autores de que se ha trabajado en la dirección acertada, pese a las dificultades y trabas que hubo en un principio. Y es que, el proyecto, que inicialmente iba destinado a fomentar el conocimiento de la historia malagueña entre estudiantes de primaria y secundaria; retomó su rumbo hacia la divulgación de la misma al público en general. Dicho sea así, enhorabuena a los protagonistas de esta obra.