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Comunicación sobre el liderazgo presidencial en España, Italia y Portugal durante la crisis
La Universidad de Salamanca ha acogido el 4º Congreso de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Francisco Collado-Campaña ha presentado una ponencia que analiza la gestión de los primeros ministros en España, Italia y Portugal durante la crisis económica entre 2008 y 2016. Esta comunicación contienen un análisis de los distintos líderes del poder ejecutivo que han afrontado la crisis económica, aunque con distintos efectos y consecuencias, en estos tres países del modelo de Administración napoleónica o también llamado del arco mediterráneo. Pese a las diferencias sustanciales de la crisis en dichos Estados, los tres países pertenecen a la Unión Europea y han visto cómo sus políticas presupuestarias han debido acomodarse a las exigencias del gobierno comunitario de Bruselas. En este sentido, se muestra un especial interés por conocer cómo se han desenvuelto estos actores políticos en una coyuntura de crisis que ha limitado sobremanera su capacidad de actuación política y económica, suponiendo en muchos casos la caída y/o el auge de los liderazgos políticos.
A Pierre Bourdieu
Una década. Ese es el tiempo que llevo analizando la realidad política desde la perspectiva de uno de los sociólogos más influyentes del siglo XX, Pierre Bourdieu. Diez años hace desde que alguien me introdujo en conceptos como el habitus, el campo o el capital simbólico. La tenaz mirada del pensador francés, para muchos profanos considerado un «filósofo» cuando no un «metafísico», sin llegar a constatar la capacidad de sus consecuencias empíricas en la práctica, tiene el fatal resultado de contar los entresijos de las relaciones de poder.
Si hubiera que destacar alguno de los elementos claves de la teoría empírica de Bourdieu, ese concepto sería el de «dominio». Un concepto en el que he tenido la suerte de contar con las sugerencias de Gabriella Paolucci, profesora de la Universidad de Florencia, de introducir en mi haber metodológico. ¿Qué nos dice el dominio? Básicamente, y volviendo los ojos al Estado como monopolizador de la violencia, que la coacción política tiene un carácter simbólico por aquello que aguarda por su acatamiento o su rechazo. Y que el Estado como agencia de distribución de recursos coactivos entre políticos y funcionarios representa hoy en día la gran institución ordenadora de las clases dirigentes. Sin el reconocimiento simbólico -sin el permiso- de lo que aguarda la ley, las penalizaciones legales y los instrumentos de coacción, no existiría legitimidad. O dicho de otra forma, la legitimidad existe porque la mayoría acata y la minoría emite unos determinados mandatos dados por las élites, apropiadas de una parte de los instrumentos de violencia y símbolos de la estructura estatal. Ambas son culpables. Bourdieu no exonera de culpa ni a verdugo ni a víctima.
Ser politólogo o sociólogo y trabajar con Bourdieu no es cómodo, más bien osado. ¿Quién le va a decir a los representantes de PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos, que sus proclamas de mejora, progreso o cualesquiera otra promesa política son instrumentos que coartan la libertad, irrepresentativos y producto de una alienación que el propio político experimenta conforme hace suyo y se hace a las exigencias de la institución? ¿Qué su poder y su representatividad política se deben a una labor de apropiación privada de medios de legitimación y coacción? ¿O que están sometidos a competiciones diversas y permanentes en distintos ámbitos por recursos de todo tipo? No es cosa buena. Esto explica que la corriente constructivista no sea una de las más valoradas en comparación con la demoscopia -el ajedrez de las elecciones- y el institucionalismo -que permite acomodar la estructura a unos determinados objetivos-. Ni izquierdas ni derechas, sino de poder que es el elemento con el que se llenan las copas vacías de las siglas partidistas.
Las implicaciones de ser seguidor de Bourdieu en Francia y Reino Unido es otra cosa. Implica pertenecer a un enfoque ecléctico y prometedor por esa franqueza que se obtienen en sus conclusiones. Sólo en Francia, el propio sistema fue capaz de aceptar el enunciado bourdesiano e incorporar a este pensador a una de las instituciones paradójicamente más elitista, el College de Francia. Pero en España, tierra de capataces y siervos, ¿quién le iba a decir al capataz o al siervo que son ambos un eslabón de una larga cadena que se extiende desde el poder estatal hasta el último escalafón social? No es cosa buena. Aunque más que molestarnos, nos agrada el repudio. Tanto repudio como se repudia aquello que nadie querría reconocer en este país de necios.
La Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales publica un artículo sobre el análisis del liderazgo desde Pierre Bourdieu
Bajo el título, «El liderazgo político en las democracias representativas: propuesta de análisis desde el estructuralismo constructivista«, se ha presentado un artículo sobre el estudio de los líderes políticos desde la sociología política de Pierre Bourdieu en el último número de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México. Este trabajo académico que ha sido publicado por Francisco Collado Campaña, José Francisco Jiménez Díaz y Francisco Entrena Durán, recoge de forma teórica y como una propuesta práctica, el uso de los conceptos de habitus, campo y capital político junto al marco (framing) de Goffman como elementos para abordar la realidad de las élites políticas en las democracias representativas, creando un enfoque sistémico con una visión micro del poder político y personal.
En este sentido, dicha propuesta constituye el resultado de más de cinco años de investigación y reflexión sobre el análisis del liderazgo desde otras perspectivas en general y en particular, sobre las aportaciones que la visión del dominio de Pierre Bourdieu realizan a nuevas formas de comprender el liderazgo político, distintas a las habituales presentes entre el behaviouralismo, la elección racional y el institucionalismo, entre otros. Al respecto, se debe recordar que la sociología política de Pierre Bourdieu ha sido desarrollada por sus discípulos y seguidores, entre los que caben mencionar los recientes trabajos de Alfredo Joignant sobre el estudio de las élites políticas desde dicha perspectiva.
Orgulloso de ser andaluz
El Día de Andalucía se ha convertido en una efeméride más, sin ningún valor para aquellos que lo celebran. Entre los tópicos y los típicos, el andaluz es un tipo vago, poco preocupado por el futuro y otros aspectos negativos que en el imaginario general de los españoles aún pervive. Esta figura fue creada a principios del siglo XX por una serie de pensadores, filósofos y antropólogos que hicieron teoría de sus observaciones subjetivas del universo andaluz.
Andalucía es una comunidad que pese a haber tenido un partido regionalista (o nacionalista) no ha conseguido hacer valer sus demandas frente a otras como Cataluña y País Vasco. Como dice Pepe García, el andalucismo de la democracia murió asesinado por sus propios creadores. Tras eso, parece ser que los andaluces no tienen ninguna forma de evitar el tópico, ni salir al paso de las diferentes acusaciones que padecen. Y ciertamente esta situación de indefensión tan sólo es una mentira.
El andaluz puede sentirse orgulloso en gran parte gracias a su herencia histórico-cultural. Para empezar, el mundo de Tartessos y las ciudades de Malaca, Sexi y Abdera fueron unos de los primeros centros urbanos del Mediterráneo antiguo. Si avanzamos un poco más, también fue una de las zonas que más permeable fue a la romanización, llegando a rebelarse contra los dominadores visigodos una vez había caído el Imperio. Al-Andalus albergó una de las tradiciones humanistas de la cultura islámica y tras la expulsión de los musulmanes, fue ocupada por valientes colonos -gran parte de ellos castellano-leoneses- que decidieron vivir en esta tierra.
A lo largo de la Edad Moderna, Andalucía albergó los puertos hacia las Américas -Sevilla y Cádiz-, sufrió los efectos de la piratería turca y magrebí y aportó recursos humanos a las sucesivas campañas militares por la gloria de los monarcas españoles. Finalmente, en la época decimonónica se eliminó su industria, ya que desde la perspectiva de las élites del Gobierno central, nuestra tierra era para trabajar el campo y que la industria y los bancos eran para los norteños y los vascos. Después de dos siglos, seguimos siendo fieles a la capitalidad de Madrid y siendo la comunidad autónoma más poblada. Esos somos los andaluces frente a los argumentos secesionistas de otras comunidades que son las mismas que nos critican.