El éxito de Podemos
La reciente encuesta de SIGMA 2 sitúa a Podemos entre los tres partidos con más intención de votos junto a la gran caída de PSOE y PP. Ante todo esto, cabe preguntarse cuál ha sido la fórmula del éxito de esta formación que nació en primavera del presente año, apenas a tres meses de las elecciones europeas y que consiguió cinco eurodiputados. Para ello, es necesario definir tres elementos fundamentales que les han separado de los tradicionales partido: el liderazgo de su creador, la estructura novedosa y su gestión de la comunicación política. Una tríada que debe ser analizada en el actual panorama de crisis política y económica que experimenta el país.
En primer lugar, Pablo Iglesias no es un sujeto que ha aparecido de la nada, sino que hablamos de un líder que ha acumulado capital simbólico a lo largo de los últimos años. Aunque para muchos españoles la figura de este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid fuera la de un ciudadano cualquiera, no representa al ciudadano corriente de a pie. Al contrario, Iglesias es un politólogo académico y un miembro importante de los movimientos sociales de Lavapiés en los últimos cinco años. Asimismo, tiene una dilatada experiencia en análisis político a través de distintas consultoras y formaciones vinculadas a Monedero y Bescansa que realizan labores para gobiernos e instituciones de América Latina. A la par, para muchos politólogos es conocida la labor propagandística y nada objetiva de Iglesias a través del programa La Tuerka, usando las instalaciones de televisión y grabación del campus complutense. Por tanto, se trata de un capital simbólico acumulado a través de formación, conocimiento técnico e instrumentalización de medios públicos. Así, su liderazgo es directo, no consensuador y basado en un realismo político extremo.
En segundo lugar, la estructura del partido mantiene las formas de un movimiento social. Imitando al conocido 15-M y capitalizando algunos de los recursos organizativos y humanos de dicho movimiento, como sus antiguos miembros y redes; Podemos se ha retroalimentado con ellos. De hecho, parte de la literatura incendiaria del 15M contiene entre sus ideólogos a Monedero que actúa como auténtica “alma mater” del partido, siendo Iglesias la cara visible y el discípulo. Por lo que, el pretendido movimiento ciudadano que irrumpió en la política española en 2011 y 2012 ha quedado convertido en un medio a manos de Podemos. Lo que originariamente era un movimiento ciudadano ha pasado a convertirse en un partido político que no termina de adoptar las estructuras habituales. Al contrario, se mantiene en una posición híbrida entre un colectivo cívico y un partido atrápalo-todo (“catch-all-party”), haciendo difícil esa separación entre sociedad civil y política propugnada por Bergson y Popper y garantizando la afluencia de los votos en uno de los mayores momentos de volatilidad electoral en la España democrática.
En tercer lugar, la labor de comunicación política se apoya en las apariciones mediáticas de Iglesias como auténtico líder mediático y showman, aprovechando su gran peso e influencia. La cuestión no es simplemente que Pablo Iglesias sepa cómo tiene qué hablar delante de los medios para transmitir su mensaje. La cuestión es que tiene una sólida experiencia gracias a su participación en movimientos de izquierdas, la vida académica y como presentador del programa de La Tuerka. Esto le hace reunir en su habitus las actitudes y el control de distintos campos (político, mediático, universitario, etc.). De esta forma, el lider de Podemos reúne las características necesarias para capitalizar esta coyuntura política y aprovecharlas en una mejora del redito electoral de su formación.
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