Las erratas de 300
Estos días se puede disfrutar de “300: El origen de un imperio” en las carteleras de los cines. Una película basada en el cómic “Xerxes” de Frank Miller. Sin embargo, esta película tiene ese hedor hollywoodiense en el que abundan tantas falacias sobre la historia. Lo que plantea el temor de que muchos jóvenes desconocedores del mundo antiguo mediterráneo puedan considerar lo que sucedió en esa película como una autentica verdad. Unos hechos históricos que sucedieron tal cuales se presentan en la pantalla.
Para empezar, la Grecia del mundo antiguo no fue un país ni un imperio en ningún momento. Al contrario, esta región estaba ocupada por un grupo de ciudades-estado que compartían una cultura común. Además, mantenían relaciones periódicas de amor y odio, guerra y paz, según el desarrollo de la política y la economía. Por lo que, cuando Jerjes invade estas ciudades, sólo se establece una alianza entre Atenas y Esparta que eran las principales polis de la época. Grecia no sería una entidad politica como tal hasta su independencia del Imperio Otomano en el siglo XIX. Por otro lado, Persia invadió Grecia como respuesta a una serie de ataques que habían recibido sus ciudades por parte del pillaje griego. Por lo que, no se puede considerar tampoco que la campaña de Persia, fuese una conquista entendida como tal.
Se presenta a los griegos como unos luchadores por la libertad y a los persas como unos tiranos. Un marco en el que se presenta a Occidente como el defendor de la democracia y a Oriente como un postulante de la tirania. Aunque este marco puede ser discutible actualmente, no se puede dar por cierto en la época antigua. Para empezar, los griegos no tenían una palabra en su vocabulario que equivaliese a “libertad”. Ademas, la democracia griega es un hecho aislado en el mundo mediterráneo antiguo -donde lo habitual eran las tiranías- y para más inri, democracias como la de Atenas eran sostenidas económicamente gracias al trabajo de los esclavos. Por lo tanto, los griegos simplemente defendían sus ciudades de la represión persa que quería castigar los ataques recibidos anteriormente por parte de piratas del Egeo, no su libertad.
La historia se reescribe y eso es peligroso. De la misma forma que Artemisia no fue la que presentan en el filme, sino que era la gobernante de una ciudad griega aliada con Persia; la libertad que defiende Occidente es una libertad adaptada a sus patrones culturales. No se puede caer en las dicotomías que la ideología yanqui pretende defender, pues eso llevará, a que en el futuro se apoyen guerras ilegales allí donde la libertad (el petróleo) deba ser defendida. Mientras tanto, nadie se acuerda de los ucranianos, ni de los crimeos.