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Eres lo que escribes

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eres-lo-que-escribesLa palabra es el camino por el que se expresa el pensamiento, pero no toda palabra es vía única de las ideas. Aquello que se descubre, que se aprende y se transmite también pueden ser contenidos empíricos. Hechos que han ocurrido u ocurrieron, o quizás conocimiento. Lo cierto es que el qué escribimos, cómo lo escribimos y con qué estilo definen quiénes somos. Al contrario, no pretende ser esta columna una reflexión metalingüística sobre el sexo de los ángeles, sino poner sobre la mesa las implicaciones que existen cuando cualquier persona, ya sea un periodista, un profesor o un escritor, ponen algo por escrito.

La palabra escrita reviste de solemnidad, más aún que su expresión oral. De ahí, que los silencios sean aún más oportunos que en una conversación entre personas. Las ideas que dejamos a un lado, los datos que queremos transmitir y qué espacio -en un sentido cuantitativo- empleamos nos identifican como los actores que somos en una interacción social. Y no hay mayor actuación que cuando surge la oportunidad de transmitir algo realmente crucial a la audiencia.

Cuando existe un dato realmente rupturista todo queda en silencio por temor. Pequeñas notas a pie de páginas como si fuesen las cláusulas secretas de una póliza de seguro que intentan decir algo bajo la severa mirada de los poderes establecidos. Es ahí, donde el escribiente que realmente tiene algo que decir, dice quién es y más aún quien será. Aunque vivamos en una democracia, la censura fáctica no deja de estar al servicio del status quo y escribir lo que se sabe es un lujo.

Charla sobre evolución política de Andalucía

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parlamentoFátima Recuero y Francisco Collado, han impartido una charla sobre los distintos cambios políticos y sociales que ha experimentado Andalucía en una clase sobre Historia Contemporánea de Andalucía en la Universidad de Málaga. Esta intervención celebrada el lunes 14 de marzo, que ha contado con la invitación y organización de la profesora Mercedes Fernández, ha desglosado distintos aspectos como la identidad andaluza, la transición política, la constitución del Estado de las autonomías y la evolución electoral de esta región.

A lo largo de la sesión, los alumnos han planteado distintas dudas sobre el fracaso del referéndum andaluz en Almería, la visión que los medios de comunicación transmiten de la realidad política y el grado de desarrollo económico de la región. De esta forma, esta actividad se encuadra dentro de distintas sesiones que Mercedes Fernández organiza para acercar las investigaciones y los hallazgos más recientes sobre la realidad histórica más reciente a sus alumnos y alumnas.

La difícil identidad andaluza

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El concepto de identidad andaluza representa un elemento de difícil definición y muy a menudo, es objeto de controversia si se puede hablar de regionalismo o de nacionalismo andaluz. Andalucía a diferencia de otros territorios como Cataluña, País Vasco o Galicia no ha llegado a configurar un discurso común sobre qué significa ser andaluz o cuáles son las señas de identidad de Andalucía . Entre los factores que han limitado la consolidación de un marco o “framing” homogéneo de lo andaluz se encuentran cuatro razones.

 

Identidad andaluza

En primer lugar, la existencia de sentimientos de orgullo o identidades como “ser español” o “ser de mi ciudad” que se anteponen o se mantienen jerárquicamente en la misma posición que “ser andaluz”, según distintas encuestas y estudios. En segundo, el desarrollo de un imaginario “sobre lo andaluz” creado por la visión de extranjeros (Washington Irving, Gerald Brenan) sobre la mistificación de la historia andaluza y por las políticas culturales de la dictadura, que equipararon lo andaluz con lo español.

Tercero, el fallido intento de articulación de un partido político de corte regionalista y/o nacionalista en torno a lo andaluz como se observa en el Partido Andalucista (PA) y en el Partido Socialista de Andalucía (PSA), en las últimas décadas. Por otro lado, el andalucismo político de Rojas Marcos no fue tanto una continuidad de la postura de Blas Infante, sino que incorporó dichos planteamientos teóricos y las juntas liberalistas andaluzas años más tarde de comenzar su oposición organizada al régimen franquista. Además, la capitalización de dicha identidad ha sido ampliamente ejecutada por el Partido Socialista Obrero Español de Andalucía al institucionalizar la obra y el legado de Blas Infante en distintos museos, exposiciones y publicaciones.

En relación con lo anterior, la ausencia de una continuidad intelectual y teórica sobre el nacionalismo andaluz de Blas Infante después de la Guerra Civil. A diferencia de casos como Cataluña, donde la Renaixença y su estudio continuó de la mano de Joan Triadú, Ramón Gali o Albert Manent, entre otros, durante la dictadura. Por estos motivos, es complicado afirmar que exista una identidad andaluza, cuanto menos es innegable que dicha identidad no se ha consolidado. Y en esta disyuntiva, surge la pregunta en torno a qué es Andalucía.

La indolencia malagueña

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Málaga tiene muchos valores añadidos en su haber en el ámbito cultural, histórico y patrimonial. Sin embargo, también tiene una sociedad marcada por la indiferencia y el desconocimiento de su propia identidad. Véase los yacimientos prehistóricos de la Araña, las ruinas de la legendaria Mainake, las distintas ruinas romanas que se conservan (Teatro Romano, Acinipo, etc.), los dólmenes de Antequera, el patrimonio industrial decimonónico, el cementerio inglés y el pasado nazarí que se perdió tras la limpieza étnica y el genocidio perpetrado por la recien constituida España de los Reyes Católicos. El trabajo tímido y continuado de algunos colectivos culturales ha permitido rescatar y difundir algunos de estos elementos junto a algunos actos como la recién concluida Noche En Blanco que se celebró el pasado sábado.

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Si bien, se realizan distintas llamadas a un cambio de actitud de los malagueños que muchas veces puede ser comparado con la metáfora de un burro sacudiéndose las moscas del trasero con la cola y mascando hierba. Y el burro sigue espantando moscas, como pueden ser la afición por el equipo de fútbol local o las últimas obras faraonicas de turno. ¿Dónde está el trabajo por recuperar nuestra identidad? A la par que, la calle Larios deja de ser abrigo de comercios locales históricos y tradicional para convertirse en una pequeña muestra de la globalización, acogiendo a franquicias varias.

¿Estará perdiendo Málaga su esencia? La indolencia es una enfermedad grave. Una nueva generación que corre el riesgo de perder tanto material como intelectualmente aquellos elementos que permiten definir lo «malagueño». Y más allá, del chovinismo que algunos dicen caracterizar a los malacitanos, este chovinismo existe porque es la última posibilidad de defender nuestro patrimonio frente a otras identidades locales y la indiferencia de la gran mayoría de la población malagueña. Al menos, quepa la posibilidad de pensar que aún quedará algún malagueño que sepa interpretar las palabras emblema del escudo de la urbe.