Comunicación
Una ley de transparencia para evitar reproches
El mínimo común denominador de la entrada de los dos últimos Gobiernos ha sido el olvido del empleo en el corto plazo. Cuando los populares han entrado al poder han marcado la puesta en orden de las cuentas públicas como prioridad. Una labor que se está saldando a golpe de recortes, simbólicas subidas en las pensiones e incrementos en los impuestos para curar la depresión estatal.
En primer lugar, si el lema de la campaña popular en Andalucía reside en la creación de empleo. ¿Dónde están las primeras respuestas del central homólogo a su fomento? Así, ha quedado claro que la renovación del mercado laboral tendrá que efectuarse dentro de los límites que impongan los últimos cálculos públicos. Dicho de otra forma, una pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas y las clases medias y populares por la subida de impuestos, aumento de los impuestos de carburantes que contienen virus inflacionistas y una condonación de la deuda de los municipios y gobiernos autonómicos.
En segundo lugar, la campaña electoral andaluza va a tomar como referencia los recortes que afectarán a todo el territorio español. Los populares aducen que las cuentas que encontraron al entrar en Moncloa, no se corresponden realmente con las que informaron los socialistas en el traspaso de poderes. Estos últimos dicen que es un invento del nuevo gobierno para justificar sus tijeretazos. La cuestión está en que beneficia a ambos este malentendido, unos para reprochar el engaño de las cifras, y los otros para recordar el peligro del doberman con los derechos sociales.
En definitiva, las Cortes podrían haber dispuesto una normativa administrativa con consecuencias penales en su incumplimiento para garantizar la transparencia en el intercambio de competencias. Ahora bien, está claro que el bipartidismo prefiere saldar estas diferencias en la arena política como un tema de campaña, y no como lo que realmente es, una cuestión básica de la limpieza jurídica de cualquier Estado liberal.
El riesgo de Rajoy: imagen y liderazgo
El Gobierno ha nombrado a sus nuevos ministros. Ahora cabe preguntarse cuál será el estilo de liderazgo y gestión del ejecutivo popular. Aunque, conocemos a Mariano como ese hombre afable y a veces tan criticado en el seno del partido, especialmente tras la anterior derrota electoral de 2008. Éste es el momento para observar y analizar sus dotes como líder de un país que está a punto de ser arrastrado por la escila económica de Italia y Grecia.
Rajoy es un hombre que conoce sus limitaciones. No tiene gran fluidez con el inglés, ni tampoco es un experto en economía, más bien, lo que se ha llamado muchas veces un “político generalista”. Por ello, se ha rodeado de tecnócratas y ha asentado en los ministerios claves para atravesar la crisis a especialistas en la materia. De forma similar, Zapatero también se rodeó de grandes fichajes, como Solbes. Sin embargo, Zapatero trató a sus hombres como lacayos y no como consejeros de los cuáles debiera guiar su criterio. Y es que, no sabemos si Rajoy cambiará este estilo, o lo mantendrá como hizo su predecesor.
En el caso hipotético de que no lo hiciera, entra en juego una segunda variable. Si la comunicación política llevada a cabo desde los ministerios y desde el mismo partido, situasen a Rajoy como un salvador en el largo plazo, cabría el riesgo de la creación de un virtual liderazgo carismático. Y esto, volvería a situar tanto su liderazgo como su imagen en la de un ejecutivo preparado, pero castrado por una mano férrea que dicta en las sombras. A imagen y semejanza, de Zapatero.
La soledad de Rubalcaba
El grupo de sujetos que han copado los ministerios en estos últimos años carecen de calidad profesional. Y si también me permiten decirlo, les falta humanidad. Parece ser que lo social no implica necesariamente lo humanitario. En la pasada jornada electoral, un líder socialista comparecía con franqueza frente a las cámaras y los militantes. Aunque allí, no se veía a ninguno de los otros responsables de la debacle socialista. No estaban Zapatero, ni Chacón, ni Pepiño, ni Trini, ni ningún otro petimetre del corral de chanzas.
Los resquicios del socialismo huyen a través de dos vías. Unos hacen las maletas para una holgada vida de pensionista como José Luis. Y otros sacan la guadaña, simil hoz de cosechadores de cabelleras, para luchar por lo poco que queda en esta fuerza política. La política de valores socialistas es una política de personas, de grupos. Y eso es lo que surge ahora en el PSOE. Un gallinero que no hará una oposición en condiciones hasta que se aclaren en quién lleva la batuta. Y para esto, suelen tardar, si no una, dos legislaturas.
El centro-izquierda ha perdido decisivamente estas elecciones, pero más aún ha perdido al hombre fuerte del Gobierno Zapatero. El que tanto había conseguido entre tantos inútiles, caía herido por la falta de firmeza de sus seguidores. En términos politológicos, se había consumado la estrategia de quemar al líder y generar una nueva hornada de socialistas. Pero me gusta más aún una frase de la película de Disney ‘El rey león’, donde el villano dice esa frase de “estoy rodeado de idiotas”. De eso, estaba rodeado Rubalcaba que no por llevar unos colores u otros, deja de ser un hombre fuerte de la política.
El debate: las creencias de Rubalcaba
El debate entre Rajoy y Rubalcaba ha dejado muchas incertidumbres. Dudas sobre lo qué pasará según gane uno u otro. Ambigüedad sobre los conceptos del programa del Partido Popular. Aunque, lo que está claro es que los socialistas en tiempos de pérdida de liderazgo vuelven a la carga con el “miedo a la derecha”. La R de Rubalcaba se convierte en una sigla de Rottweiler. Surge la duda de si el temor al programa popular será mayor que el descrédito ante el liderazgo de la élite política en general, y de Zapatero en particular, como motivo de voto.
El candidato socialista ha hecho una defensa en su credo de los infiernos de la derecha. Y esa misma creencia, era la que se ha dado a su antecesor que nos llevó a la crisis política. Todo ello, ocultando las cifras de paro que asomaban como punta del iceberg. Y ésta, es la pluscuamperfecta oferta de futuro que González defendía en el mitin de Dos Hermanas. Lo que es innegable es que recortes habrá y la cuestión pasa por saber cuáles serán las carteras que sufrirán el tijeretazo.
La economía en España debe pasar por dos trayectorias. La primera es cambiar el sistema productivo tan vinculado al ladrillo que es un motivo estructural de crisis financiera y laboral. La segunda reactivar el trabajador autónomo que tan denostado está por leyes e impuestos. Pues es ahí, donde se puede sacar un auténtico filón de empleo y riqueza a largo plazo.
En definitiva, la victoria del debate descansa en manos de Rajoy. Unas manos algo resbaladizas que han tenido la suerte de enfrentarse a un Rubalcaba desgastado. Un cansancio que aún deja marca de viejos Suresnes y que debe dar paso a una generación de nuevos socialistas. Un tránsito por el desierto de la oposición que les hará reflexionar sobre la labor política de su último líder.
El cuervo de Cristo
Hace algunos años que un conocido cuervo, directivo de una de las cabeceras locales, se dedicó a acosar a uno de sus empleados. La víctima, uno de los periodistas más loable que el arribafirmante ha conocido, padeció las consecuencias de esta persecución. Nuestro querido directivo es una de esas figuras antiquísimas que aún perviven del pasado franquista. Cuando los medios de comunicación eran propiedad del Estado y se entraba en plantilla tanto amigo fueses del régimen, o amigos tuvieses entre ellos.
Este dinosaurio, poeta del fascismo, era uno de esos originales escritores, que por suerte no bohemio; hablaba sobre el españolismo, la cofradía del santo reproche, el deporte nacional y los toros. Se adaptó a la democracia como algunos, pero su carácter tiránico prevaleció como seña de identidad. Y todo siguió como siempre dentro de la jaula, independientemente de lo que pasara fuera.
Desde su pecera, con ojo avisor, mira vigilante la redacción a la espera de algún desencuentro en el que poner sus garras. Allí jubilado hacia arriba dedica su día a ladrar en televisiones locales, rellenar panfletos y escribir sobre el Hijo. Sí señores, y no por hablar de santos, se acerca uno más a las puertas de la gloria eterna. Aunque, este hombre parece que tiene el más allá ganado, mientras hace de otros su infierno.
Esta cabecera carece de la presunción de ser una alabanza al gran periodista fallecido. Pues, hay quienes que con mucha más cercanía pueden hablar de su buenhacer como profesional y como persona. Lo que ustedes no leerán en ningún otro lugar es el interior de los pucheros mediáticos, ni la realidad sobre el acoso laboral que se sufre en las redacciones. Para ti, que también firmas necrológicas, te dedico esta columna para que te conozcan mejor.
La defensa del bastión andaluz
El socialismo andaluz prepara su contribución al programa político de Rubalcaba. Desde Andalucía y Cataluña, emanan las fuentes de las que beberá la conferencia federal del PSOE para el mes de septiembre. Por un lado, se baraja el replanteamiento de las relaciones entre el partido federal y el PSC en la próxima legislatura. Por otro lado, Griñán espera aportar los grandes debates de la agenda política del PSOE en la arena nacional.
El juego en la arena andaluza descansa sobre la mayoría absoluta del PSOE. Los debates sobre el liderazgo y las disputas en el seno de los socialistas andaluces pasan a un segundo plano. Las cuestiones en juego pasan por mantener la mayoría en la cámara autonómica, siquiera una gran parte ante un posible traslado a la oposición, y la preponderancia del PSOE-A en el seno de la estructura federal.
El liderazgo de Griñán aparece erosionado. Ahora surgen otros interrogantes como los nuevos sucesores de su figura. Las preguntas sobre el futuro de Manuel Chaves y la continuidad de su vida política. Todo ello, unos interrogantes a los que ahora mismo es difícil preveer una respuesta.
La marcha de Oliart
Un hombre íntegro y con un pasado honesto. Perteneciente al una extinta formación de centro-democrático. Ésta era la carta de presentación de Albert Oliart. Hombre de consenso entre los partidos políticos mayoritarios para encargarle la dirección de Radiotelevisión Española. Y ayer, en un único día caía por los suelos la imagen de confianza en este político de la transición al descubrirse que había intervenido activamente en la concesión de un contrato de Televisión Española a la productora de su hijo.
Culparlo de favoritismo, o de corrupto, sería poner un lunar en una mancha más grande. Una punta de iceberg ante unas puertas draconianas. Detrás de las críticas a su figura lo que se esconden son los vicios que sufre la televisión pública. Y es que, son los mismos que el ha denunciado como la falta de pluralismo, la escasa representatividad y la parcialidad que también acompañaron al mismo ente audiovisual en los últimos años del gobierno popular.
Parece que la televisión que se presume española. Al final, acaba siendo de unos pocos, y no de todos. De nada sirven esos consejos audiovisuales que los parlamentos autonómicos nos venden como control a los medios, cuando nadie controla a los diputados. ¿Cuántos ciudadanos se sienten tenidos en cuenta en los servicios informativos y la programación de TVE? Hacer esta pregunta sería inversamente proporcional a la afirmación de los ciudadanos que están satisfechos con la gestión de la crisis económica. Está demostrado que el escaso pluralismo de Urdaci permanece como fantasma entre las cámaras, aunque con colores políticos distintos.
15-M: Una respuesta necesaria, pero tardía
La movilización bajo el lema “Democracia real Ya” representa un fenómeno único en el comportamiento político de la sociedad española. Desde los atentados terroristas de Atocha se desconoce una respuesta multitudinaria en protesta por la gestión de un ejecutivo. Ni antes de la crisis, ni después de ella, la sociedad en general y la juventud en particular habían salido a la calle para denunciar la impasividad de un gobierno socialista que vive en el boato, mientras sus ciudadanos sufren su incompetencia. Algo de lo que los medios internacionales se han hecho eco.
La reacción para darle un toque a la clase política era precisa. Pero tenía que haber llegado mucho antes. Y esta respuesta, no puede basarse en las exigencias de democracia real. Porque las prácticas democráticas participativas como las que propugnan los portavoces del movimiento tienen dos lagunas. Por un lado, la ciencia política empírica demuestra que es imposible crear mecanismos de participación al acceso de la totalidad de habitantes de las sociedades urbanas del presente. Al final, unos participarían más y otros menos, volviendo a reproducirse la misma situación. Por otro lado, una democracia participativa llevada al extremo puede convertirse en una nueva forma de dictadura que anule la identidad del individuo. La auténtica exigencia debe estar reorientada a un cambio en la actitud de la clase política en general.
La supresión de la inmunidad parlamentaria, el descenso del salario de los políticos y la creación de más oposiciones. Estas demandas necesitan de un análisis previo y serio para su puesta en marcha. Primero, si eliminásemos la inmunidad parlamentaria muchos políticos resolverían sus disputas en los juzgados y no en el campo político, colapsando aún más los tribunales. Segundo, si descendiésemos el salario de los políticos aumentaría la corrupción porque todos carecerían de los recursos suficientes para ejercer su labor. Y para terminar, es un suicidio aumentar las oposiciones, y por tanto, el gasto público; con la deuda pública que arrastramos.
Este movimiento es un desgarro de la izquierda dentro de la misma. Pero debemos ser prudentes en su análisis. No es un movimiento que esté capitalizado por una fuerza política determinada. Es un descontento generalizado que ha llevado a que sectores tradicionales de votantes de izquierdas se sientan irrepresentados por los dos grandes partidos. Pese a ello, debemos ser cuidadosos. Es fácil críticas a los políticos, pero difícil ponerse en su lugar. Todos no son iguales.
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