Mes: julio 2011

Proxenetas del trabajo

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La sociedad libre y democrática en que vivimos existe un mercado laboral. Un sistema productivo con unos interesantes intermediadores: las agencias de recursos humanos. Estas entidades de naturaleza sectaria y ultraterrena hacen su agosto con la búsqueda de un perfil exacto de trabajador que el mismo sistema es incapaz de producir. Buscan lo imposible entre lo probable.

Entre sus estrategias están dos: las preguntas absurdas y la adivinanza. Comencemos por las preguntas absurdas en las cuáles quieren saber desde quiénes son tus amigos hasta si tienes clientes. En jerga, demanda de un producto posiblemente dietético seguramente timorato. También incluyen los test-psicotécnicos o baterías de preguntas sobre si un zutano no está cómodo en una reunión social o si mengano no encuentra un baño en el trabajo. Y se supone, que zutano y mengano son los mismos, es decir, tú, y que piensan etiquetarte en relación a algún trauma freudiano no superado en la infancia. O bien no te terminaste de acostar con tu madre si eres hombre, o intentaste robarle tu padre a tu madre si eres mujer.

Después viene la parábola del trabajo secreto. Un señor o señora ataviados con un uniforme corporativo te pregunta sobre tu formación y habilidades. Hasta ahí normal. Después empiezan a preguntarte sobre cómo trabajarías en un puesto de trabajo oculto, sin saber el tipo de demanda, ni la formación que necesita, ni la empresa que contrata. Vaya a ser que la empresa de turno haga público que prostituye su selección de personal entre intermediadores. Y estos proxenetas que median son los que tanto mueven el mercado, un mercado que ni es libre ni es esclavo. Un lugar donde puteros de la selección del personal y del suelo hacen de las suyas para acabar como siempre, provocando una crisis financiera.

La sombra de Zapatero es alargada

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Hasta hace no mucho tiempo, la palabra de Zapatero era equivalente a la del Partido Socialista Obrero Español. Unas sesiones atrás, su personificación con el Gobierno y con el partido había alcanzado unas cotas inimaginables. Sus acciones no conocían límites, sus modificaciones ministeriales desconocían caras y su apoyo ignoraba grandes hombres y mujeres. El poder por mantenerse en el poder.

De aquí a un tiempo, Rubalcaba que era el hombre fuerte del Gobierno. Ya sabemos la tradición española de los válidos para cuando el que gobierna no sirve ni para poner la cara. Y aquí está, un gran valedor. Un líder del pasado felipista y galista que sin dificultades se ha convertido en el futuro candidato a la Presidencia. Sin primarias, ni menudeces estatutarias. Hace sombra a Zapatero con una nueva campaña, que al igual que su antecesor, juega con la primera letra de su apellido. Un nombre, una marca, o eso diría Campmany.

Ahora, Rubalcaba juega contra la sombra de Zapatero. Un intento por adelantar las elecciones generales y con hacerlas coincidir con las autonómicas andaluzas. Y saben los socialistas, que del voto andaluz depende gran parte no sólo del Parlamento autonómico, sino del Congreso de los Diputados. Y ahí sigue el juego, un dilema de sombras chinescas para ver si la sombra de Rubalcaba es más abultada que la del fantasmagórico Zapatero.

La marcha de Oliart

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Un hombre íntegro y con un pasado honesto. Perteneciente al una extinta formación de centro-democrático. Ésta era la carta de presentación de Albert Oliart. Hombre de consenso entre los partidos políticos mayoritarios para encargarle la dirección de Radiotelevisión Española. Y ayer, en un único día caía por los suelos la imagen de confianza en este político de la transición al descubrirse que había intervenido activamente en la concesión de un contrato de Televisión Española a la productora de su hijo.

Culparlo de favoritismo, o de corrupto, sería poner un lunar en una mancha más grande. Una punta de iceberg ante unas puertas draconianas. Detrás de las críticas a su figura lo que se esconden son los vicios que sufre la televisión pública. Y es que, son los mismos que el ha denunciado como la falta de pluralismo, la escasa representatividad y la parcialidad que también acompañaron al mismo ente audiovisual en los últimos años del gobierno popular.

Parece que la televisión que se presume española. Al final, acaba siendo de unos pocos, y no de todos. De nada sirven esos consejos audiovisuales que los parlamentos autonómicos nos venden como control a los medios, cuando nadie controla a los diputados. ¿Cuántos ciudadanos se sienten tenidos en cuenta en los servicios informativos y la programación de TVE? Hacer esta pregunta sería inversamente proporcional a la afirmación de los ciudadanos que están satisfechos con la gestión de la crisis económica. Está demostrado que el escaso pluralismo de Urdaci permanece como fantasma entre las cámaras, aunque con colores políticos distintos.

Letrados que no son personas

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La figura del abogado en particular, y de los juristas en general, suele ser una de las más criticadas en los medios de comunicación. Parece que adolecen de estigmas similares a los políticos como la corrupción, la defensa de criminales, la ocultación de pruebas, los fraudes fiscales y otras tantas. Pero resumir un abogado en este estereotipo sería ante todo un insulto contra los valores y los principios que la noble profesión de letrado representa.

Generalmente, los abogados y los juristas formados en el Derecho tienen dos personalidades muy características, entre otras. Por un lado, están aquellos abogados que son profesionales y son personas, y que saben que el proceso de creación de una ley no está exento de intereses, sesgos y parcialidades que de forma agregada constituyen lo que llamamos el interés general. Los que saben que las personas muchas veces están en inferioridad ante los tribunales y las partes cuando tienen que defender sus derechos. Por otro lado, existe una suerte de espécimen que cree que la ley está para cumplirla sin ninguna ambigüedad porque es resultado de un pacto tácito y ultraterreno. Y que, ellos mismos consideran ser instrumentos del sistema formados en la incapacidad de la adaptación a las circunstancias y hacer cumplir la norma de forma absoluta, aunque suponga la violación de derechos. Ellos, ángeles redentores.

El arribafirmante tiene la desgracia de conocer a una de estas criaturas, disculpen, señorita. Una funcionaria de Hacienda que accedió al cuerpo de Contadores del Estado en la colonia saharui durante los tiempos del franquismo. Fíjense ustedes. Y ahí sigue, porque hay cosas que siempre permanecen. Tanto como su actitud autoritaria y despótica que ha violado los derechos individuales las veces que haya hecho falta. Ya sea quitando puntuación a sus alumnos por tener una operación, un accidente de tráfico o por tener asuntos personales en otra ciudad y faltar a clase. Señorita, esta columna va dedicada a usted con todo mi cariño que no sé si será el mismo que usted profesa hacia mi persona. Y ya sabe, que la norma es la norma. A mandar y a cumplir.

Desmayo del 15-M, muerte de la representación

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Hace unos días Zapatero participó en su último Debate del Estado de la Nación como Presidente. Lo que debería ser una reflexión y un balance de la gestión realizada en el último curso político, se convirtió en una cita social de la clase política socialista. Donde José Luis aprovechó para despedir de forma melancólica los que serán los mejores años de su vida, la etapa más destructiva de la economía española para el resto de los españoles. En las afueras del Congreso, ningún ciudadano miembro del 15-M fue para despedirlo, o para abuchearlo.

Sobre este Debate del Estado de la Nación se ha dicho de todo. De hecho, el movimiento del 15-M ha intentado hacer un simulacro de auténtico debate de la ciudadanía. Una respuesta legítima a lo que en el Congreso es más una charla entre diputados de uno y otro color que no tienen nada nuevo que decir ante la desfachatez de Zapatero. Desafortunadamente, este intento de debate popular murió por inercia propia.

Esta realidad demuestra dos conclusiones sobre la movilización de las plataformas 15-M y Democracia Real Ya. Por un lado, que en las democracias contemporáneas las prácticas participativas son más difíciles de poner en práctica cuanto mayor es el número de los integrantes del diálogo. Es el límite demográfico, de número, de imposibilidad organizativa de millones y millones de personas en la práctica efectiva. Por otro lado, que este no es el fin que debiera mantener el 15-M, sino hacer hincapié en las fracturas de la práctica de la representación política. La que hemos visto morir por enésima vez en esta jornada política con Zapatero, sus aduladores y sus detractores.