Mes: junio 2011
La renovación del liderazgo y la juventud
El 15-M ha retirado sus campamentos. Regresan a los cuarteles de invierno. Después de haber expresado sus demandas, mediatizado las elecciones y asistido a las investiduras de las alcaldías. Entre sus propuestas, hay muchas que son criticables, pero otras son merecedoras de su estudio y el arribafirmante diría que hasta de su ejecución. Pero hay muchos otros aspectos latentes. No encima, sino debajo de la mesa. Y uno de ellos, es la renovación de los liderazgos en los partidos políticos. Pues, es impermisible que líderes y portavoces fracasados sigan activos en política cuando su resultado es ineficiente. Aquí es, donde la juventud, en general y en particular, tiene la misión de renovar cabezas de lista más que añejos. Ya que uno de los grandes problemas de la política es la escasa rotación de los políticos, siendo un lastre para la calidad democrática del sistema.
La juventud en general tiene conciencia de la democracia y con una perspectiva distinta a la clase política actual; y a que los jóvenes politólogos en particular tienen algo que decir en todo esto. La generación nacida en democracia ha demostrado tener claros los déficits, iniciativa para ofrecer respuesta y vocación para solucionarlos. El problema es que no puede ser posible que los de siempre sigan en las instituciones y organizaciones, un año tras otro, una década tras otra. Y ésta es la política que se llama progresista, del cambio, la que sigue un mandato tras otro en el mismo banco, en el mismo cartel, intentándolo una vez más a ver si ésta vez cuela porque ya llevo varias veces continuadas perdiendo, dirían algunos.
Decía Michels que en toda organización humana existe una ley de hierro. Una ley que hace que la democracia interna de los partidos políticos sea imposible. Que al final, sea un grupo reducido el que imponga su criterio frente al resto. Al final, la institución que en Ciencia Política es una realidad estable y estática, casi una estatua, también convierte en estatuas a sus integrantes. ¿Por qué? Porque no terminamos de entender que la política tienes unas reglas y que como decía Maquiavelo, el príncipe o el líder no gobernará eternamente, ya porque sus sucesores no serán tan virtuosos como él lo fue o porque llegará otro distinto.
La preocupación de Maquiavelo es la forma en que se renueva el poder y se generan nuevos líderes capaces de hacer frente a una realidad como la política siempre cambiante. Éste es el problema de la crisis política actual en España: la dificultad para renovarse. Para renovar líderes, caras, propuestas, ideas e incluso valores porque difícilmente unos mismos valores podrían servirnos para épocas distintas. Y aquí es donde entra en juego la juventud.
Los requerimientos del gobernante
En los días de agitación del 15-M, se habla mucho sobre las exigencias que debe cumplir un gobernante. Si debe ser titulado, si debe tener cuál formación o proceder de tal escalafón social. Y de hecho, ésta es una cuestión que tiene un largo comentario en la historia del pensamiento occidental. Si algo se le criticó siempre a la democracia fue de ser el gobierno de los menos aptos, frente a la aristocracia tradicional.
La obra de Platón representa un aporte fundamental para la comprensión de la evolución política y social de Occidente. Pese a las duras críticas de Popper, Crossman y Arendt; el filósofo ateniense realiza un ejercicio intelectual por garantizar la ilustración de los gobernantes. Y por ello, no debe desmerecer atención su estudio para entender las instituciones políticas de la Edad Media y el Renacimiento. La cuestión está en que Platón considera que la justicia es el eje central de la ciudad, y al someter la comunidad a una visión holística enfocada hacia la consecución de dicho fin produce un abandono del individuo. Por lo que, su mensaje de liberación se convierte en un proyecto de esclavitud.
La fórmula política de Platón representa en su práctica un organicismo extremo equiparable a los sistemas fascistas y socialistas. Por lo que, es importante resaltar dos elementos comunes entre estas ideologías. Por un lado, el recurso a una metodología historicista que estudia la evolución de la comunidad hacia la consecución de un bien de carácter colectivo. Por otro lado, la profunda labor de homogeneización política y social a la que se somete el individuo, llegando a cometer barbaries que dañan la integridad física y moral del sujeto.
Asimismo, las doctrinas neoconservadoras realizan una reinterpretación de Platón para apostar por fórmulas corporativistas. Lo que pone en evidencia, como en el actual panorama de crisis el principio de representación política, entra en juego la dicotomía entre monopolio del poder político y distribución de la participación política entre los ciudadanos. De hecho, se pone en relación la formación del filósofo-rey con el ideal de político que se persigue, cada vez más con un carácter tecnocrático que esté avalado por una preparación y especialización profunda. Lo que en muchos casos, lleva al riesgo del olvido de las ideas. Y es aquí, donde más debe reseñarse el riesgo de las doctrinas que exigen un requisito determinado al gobernante.