recursos humanos

El método Grönholm

Posted on Actualizado enn


Los niños tienen nuevos juguetes. Imberbes, van embutidos en sus trajes y levitas de marca blanca. Juegan a ser grandes directivos, afortunados pese a la adversidad de la crisis en negocios fantasmas de venta de humo. Gustan del riesgo y las emociones nuevas. Experiencias sociales que puedan saciar sus instintos carnívoros. Para ello, el puesto favorito es el de seleccionador de recursos humanos.

La figura del seleccionador de perfiles deformado por la práctica de intrusos dispone de distintas herramientas para descartar personas. Pruebas, disección de cadáveres, dinámica de disparos con pistolas al pato y una que gusta mucho llamada el método Grönholm. Una peculiar técnica que fue parodiada con acierto en la película ‘El método’ y donde se observa como en el capitalismo más salvaje afloran los instintos más primarios del ser humano: dominación, violencia psicológica y sexo.

En este método, un director desarrolla un juego de rol en que se plantea una elección a los participantes. Se avecina una catástrofe y los sujetos disponen de un refugio nuclear en el que caben todos menos uno. Deben elegir entre ellos quién se queda fuera para sacrificarse por los demás. Así, cada participante enumera una serie de motivos por los cuales es mejor que los demás, sacando su agresividad psicológica más primitiva. Y esto señores, es lo que ofrecen algunos responsables de recursos humanos, sin decirte cuál es la recompensa por entrar en el refugio, es decir, el sueldo.

Proxenetas del trabajo

Posted on


La sociedad libre y democrática en que vivimos existe un mercado laboral. Un sistema productivo con unos interesantes intermediadores: las agencias de recursos humanos. Estas entidades de naturaleza sectaria y ultraterrena hacen su agosto con la búsqueda de un perfil exacto de trabajador que el mismo sistema es incapaz de producir. Buscan lo imposible entre lo probable.

Entre sus estrategias están dos: las preguntas absurdas y la adivinanza. Comencemos por las preguntas absurdas en las cuáles quieren saber desde quiénes son tus amigos hasta si tienes clientes. En jerga, demanda de un producto posiblemente dietético seguramente timorato. También incluyen los test-psicotécnicos o baterías de preguntas sobre si un zutano no está cómodo en una reunión social o si mengano no encuentra un baño en el trabajo. Y se supone, que zutano y mengano son los mismos, es decir, tú, y que piensan etiquetarte en relación a algún trauma freudiano no superado en la infancia. O bien no te terminaste de acostar con tu madre si eres hombre, o intentaste robarle tu padre a tu madre si eres mujer.

Después viene la parábola del trabajo secreto. Un señor o señora ataviados con un uniforme corporativo te pregunta sobre tu formación y habilidades. Hasta ahí normal. Después empiezan a preguntarte sobre cómo trabajarías en un puesto de trabajo oculto, sin saber el tipo de demanda, ni la formación que necesita, ni la empresa que contrata. Vaya a ser que la empresa de turno haga público que prostituye su selección de personal entre intermediadores. Y estos proxenetas que median son los que tanto mueven el mercado, un mercado que ni es libre ni es esclavo. Un lugar donde puteros de la selección del personal y del suelo hacen de las suyas para acabar como siempre, provocando una crisis financiera.