susana diaz
Sociócritas
El arribafirmante se divierte leyendo las memeces de algunos militantes socialistas. De estos del aparato. Esos que con independencia de su edad huelen a secretaría general, a polvo añejo, a camarillas, a paseo y pasilleo con puñales escondidos detrás de la capa, de los que apestan a cábalas y aquelarres bendecidos -o enfrentados al oficialismo provincial, autonómico o nacional-, de esos que en definitiva, en el salón de su casa tienen un cuadro enmarcado con la imagen de Felipe González, Susana Díaz, Patxi López o al santo patrón al que se encomiende. Y estos días anda ladrando contra Pedro Sánchez, cuando lo habían apoyado hace tres años en aquellas primarias en las que se enfrentó con Madina.
Fuere cual fuere el patrón al que se entreguen y los ladridos que puedan emitir no cabe duda de lo siguiente. Primero, que la expulsión de Pedro Sánchez de la Secretaría General del PSOE fue un auténtico golpe de mano contra las normas democráticas que rigen a esta formación. Segundo, que fue la oportunidad de Susana Díaz para deshacerse de su último oponente en el camino hacia Ferraz, si es que acaso no lo controlaba ya previamente. Tercero, que los golpistas están conchabados con que Rajoy fuese el Presidente del Gobierno, dispuestos a sacrificar lo que hubieran votado o decidido su militancia, «¡por el bien de España!». Cuarto, que esto no es ni más ni menos que la vigésimo tercera entrega del Padrino en su versión andaluza y socialista.
En Dos Hermanas, Kiko Toscano -al que se le pueden criticar muchas cosas, pero no su olfato político- se ha jugado la primera carta del ataque contra el susanismo oficialista. Un líder local que después de tres décadas no le debe a nadie, a excepción de sus votantes, y que de todos es sabido que no comulga con la ortodoxia. Un verdadero golpe de efecto, presentando al nuevo Pedro Sánchez, en su carrera a las primarias, en el anfiteatro sevillano dotado de ese gran poder simbólico que le otorgaron otros. Y eso duele por lo que cuentan mis memos hipócritas. ¡Viva Espartaco!
A quién le importa
Este fin de semana se han alternado dos hechos que afectan directamente a la persona que ostenta la Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. De un lado, las manifestaciones con decenas de miles personas en Granada, Málaga, Huelva y Sevilla contra los recortes en salud del gobierno autonómico. De otro lado, la convocatoria del congreso que elegirá al nuevo Secretario General del PSOE, donde la sevillana compite contra Patxi López.
Entre otros precedentes al problema de pérdida de calidad de los servicios sanitarios se pueden mencionar bastantes más. Las continuas denuncias presentadas por el ya famoso Jesús Candel, alias “Spiriman”; la destitución del director gerente, Emiliano Nuevo, realizada por el Servicio Andaluz de Salud en febrero del año pasado por solicitar más recursos; las largas listas de espera en atención especializada; la compra de medicamentos de baja calidad; e incluso el colapso de las consultas de los médicos de cabecera. Con este aval, Susana Díaz aspira a presentarse como lideresa del PSOE y futura candidata a la Presidencia de España.
No falta decir que en la agenda del ejecutivo andaluz, lo que suceda dentro de su comunidad poco importa. Ya que ahora existe una ventana de oportunidad para que las élites regionales socialistas coaligadas con Díaz puedan implantarse nuevamente en Ferraz. Sede que volverá a ser dirigida directamente desde la capital hispalense. Lo demás parece que es superfluo en la agenda de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Agenda oculta en la gobernanza española
En distintas columnas, el arribafirmante ha advertido de la senda anti-democrática de la Unión Europea en los últimos años. Desde el día y hora, en que se fragmentó eso que los medios de comunicación llamaron como el “eje franco-alemán”, las comunidades europeas se han convertido en una suerte de instrumento tecnocrático en manos del Gobierno alemán. La batuta germánica que se ha impuesto durante los años de la crisis económica ha venido a exigir a la mayoría de los países una serie de condiciones para cumplir sus objetivos económicos. Estos objetivos económicos, marcados según los cálculos y las estimaciones del Banco Central Europea, han subeditado a la calidad democrática y el Estado del Bienestar a un segundo plano. España, Portugal, Italia y Grecia son las nuevas colonias en las que el IV Reich se ha instalado, sin necesidad de usar los tanques simplemente a los cuerpos de funcionarios comunitarios.
La necesidad de ajustar a la maltrecha España y evitar la prolongación de la ausencia de ejecutivo por un año más estaba en la agenda alemana. Una de las economías más pujantes de los países mediterráneos, la cual ha empezado a despegar, no podía continuar con una crisis de gobernabilidad a ojos de Merkel. Eso contravendría los intereses económicos depositados en el país ibérico y su rápida necesidad por encaminarse hacia los nuevos recortes impuestos desde Bruselas. ¿Y acaso no cabe pensar que hay un fino hilo desde la agenda internacional alemana hasta la crisis interna del PSOE? Les diré que sin lugar a dudas, dicha relación de causalidad existe, aunque pueda parecer difícil de vislumbrar a simple vista.
Hace ya una semana que alguien le preguntó a Rajoy en las instituciones europeas que si volvería a repetir como ejecutivo. La respuesta directa fue afirmativa. El partido más votado en las penúltimas y últimas elecciones de España era el que ha conseguido sacar a España de la crisis a golpe de limitaciones presupuestarias y sólo el segundo partido más votado, con el liderazgo de Pedro Sánchez, se oponía a su investidura en esta España asediada por los radicales de Podemos. Era necesario que el PSOE que ha sido uno de los partidos fundamentales en la gobernabilidad de España sacrificase sus postulados políticos en favor del sistema y se abstuviese en la investidura de Rajoy. Desde las opacas y selectas élites supranacionales que representan Felipe González y Juan Luis Cebrián hasta el ámbito subestatal socialista liderado por Susana Díaz, se ha trabajado en esta operación de desatoro de las poleas y mecánicas partidistas para acabar con un Secretario General que había sido elegido en primarias y dar vía libre a los cauces de la gobernabilidad, aunque a su pesar arrastrase el cadáver de la extinta socialdemocracia convertida en capitalismo residual. Y ahora, cabe preguntarse hasta qué punto la situación actual, tanto la fractura del PSOE como la segunda legislatura de Rajoy, responde a intereses constitucionales y democráticos o a los intereses de una agenda internacional que se escribe desde Bruselas y otros salones más opacos.
Sacrificio
Hace ya algunos meses que esta pluma -o con más propiedad, tecla- ha permanecido de vacaciones. Pudiera parecer que el silencio ha invadido al escribiente, mientras el torbellino político hacia dónde se dirige España sigue girando sin parar. Al contrario, ha gustado más de actuar como espectador anónimo a este disparate. Y es que, para empezar este curso no hay nada más acertado que una lección de Lengua Española, no vaya a decirse que somos unos iletrados. La palabra “sacrificio” aparece con ocho entradas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua y en su primera definición se muestra como “ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación”. Nada más oportuno para interpretar la dimisión de Pedro Sánchez como Secretario General del PSOE.
Ahora sólo cabe preguntarse a qué divinidad sacrosanta han entregado el alma política de un líder que ha cumplido lo que dijo: su negativa perpetua a la investidura de Mariano Rajoy. Desde un punto de vista táctico, la eliminación del Secretario General era y será una efeméride a celebrar para muchos. Entre los populares, porque era la auténtica roca que evitaba la formación de un gobierno estable con el Presidente del Gobierno más corrupto que hemos tenido hasta el momento. Para la lideresa Susana, que es como el perro del hortelano que ni come ni deja comer, la oportunidad para seguir teniendo un nuevo títere en Madrid para hacer lo que ella dijera. O acaso, algún insensato ha llegado a plantearse la posibilidad de que Díaz aspire a la Secretaria General. Sería absurdo asumir tantos riesgos en un partido fragmentado desde la diplomática retirada de Zapatero.
Se puede dudar de que esa deidad carnívora sea Susana Díaz o Mariano Rajoy. Más bien, hablemos de los auténticos poderosos como Felipe González y sus amigos que se reúnen en lo salones del Ibex-35. Es probablemente entre estos corredores donde encontremos la verdadera respuesta a tan inquietante misterio. Y más aún cabría mencionar a los tecnócratas de Bruselas, nerviosos por mantener la estabilidad de España. Recuerden que es una de las principales economías de la zona Euro. Y definitivamente, por bien de la economía hemos decidido -o los socialistas- han decidido dar un carpetazo a la democracia interna y seguir con sus pugnas cainitas de toda la vida, pero a lo grande. La pregunta es, si tanto interés había por la economía, ¿por qué nadie sugirió la dimisión de Zapatero cuando negó la existencia de una crisis económica a todo un país? Misterios del sincretismo político.
Desc(g)astados
La dificultad para la formación de un gobierno está inmersa entre bambalinas. Los distintos postulantes, entre ellos Mariano Rajoy y Pedro Sánchez han hecho sus apuestas para formar gobierno. Entre las posibles fórmulas que se han dado cabe mencionar la gran coalición PP, PSOE y Ciudadanos y la coalición de izquierdas de PSOE, Podemos e IU. Esta última combinación un auténtico espectáculo de fuegos artificiales de Pablo Iglesias sin haber consultado previamente con el líder socialista. Las intrigas son justas, justificadas y hasta necesarias para producir un ejecutivo con suficiente estabilidad para producir los cambios, sean en una dirección u otra, correspondientes con las expectativas de la ciudadanía. Cosa distinta son las fanfarrias que son directamente proporcionales el desgaste de los petimetres ante la opinión pública.
Mientras algunos desean hablar de carteras y otros esperan a que ocurra un milagro mariano, otros líderes en un segundo plano han mejorado su valoración ante el electorado según una reciente encuesta de Metroscopia. Rajoy, Sánchez e Iglesias engrosan la lista de los “fiambres políticos” que han experimentado una caída de su valoración. A la par, Albert Rivera, Eduardo Madina, Soraya Sáenz de Santamaría y Susana Díaz han mejorado su valoración ante los votantes. Por lo que la “nueva política” no tiene porque venir necesariamente a través de los nuevos partidos, sino de nuevos líderes. A la luz de estos resultados, los tradicionales catch-all-parties españoles requieren de una sustitución necesaria de sus líderes, especialmente entre los conservadores.
El caso de Pablo Iglesias servirá en años postreros para ilustrar los manuales de Ciencia Política. La casta se ha atragantado en su boca. Ha dejado de hablar de esa élite extractiva para convertirse en parte de ella. Ya no interesan las reformas tanto como los sillones a ocupar. Como en La Granja de Orwell, los cerdos se sentaban en la mesa para negociar con el granjero opresor hasta tal punto que no se distinguía a los revolucionarios de los explotadores. Ha pasado de la casta de los descastados a la casta para ser candidato al descas(r)te entre los líderes políticos del establishment. En síntesis, Iglesias puede que en breve pase a ser incinerado políticamente junto a sus dos compañeros de peripecias: Mariano y Pedro. Tiempo al tiempo.
Susana en el mito de Electra
La situación en el parlamento andaluz se ha complicado bastante. Ya ni en segunda votación, Susana Díaz ha conseguido investirse como Presidenta de la Junta de Andalucía. Pese a ser una de las líderes mejor valoradas en los últimos meses, eso no ha impedido que se vea salpicada por la imputación de Chávez y Griñán. Y es que, la dimisión de ambos es la condición que fuerzas como Ciudadanos y Podemos están reclamando para dar luz verde al poder ejecutivo. Mientras tanto, los populares siguen observantes desde sus cuarteles de invierno, los ayuntamiento de las capitales de provincia, esperando al vendaval de las elecciones locales.
La cuestión es que son mentalidades distintas, discursos distintos, los que separan a los socialistas más jóvenes, los que se encuentran actualmente entre la treintena y la cuarentena, de los mayores que ya han superado el medio siglo. En palabras de Bourdieu, son dos habitus distintos: unos que han crecido en los convulsos tiempos del tardío-franquismo y la Transición, y otros que ya han vivido su plenitud política o han nacido en la democracia. Sin embargo, el cambio de los tiempos ha llevado a nuevas exigencias de los social-demócratas sevillanos.
En este contexto, el dilema de Díaz mantiene una analogía con el mito de Electra. La hija debe “matar a su madrastra”, es decir, a sus predecesores políticos para poder gobernar, para convertirse en reina del reino. Un reino en el que parece que por fin se eclipsa una de sus más míticas dinastías. Si no hay parricidio, el reino tendrá que volver a pronunciarse sobre quiénes serán sus delegados en la corte real y el ciclo volverá a abrirse una vez más. Veremos.
Miserables
Esta obra literaria no pertenece a Víctor Hugo. Tampoco fue escrita en el siglo XIX. La única relación que mantiene con su homóloga es la de compartir el mismo nombre. Esta historia se sitúa en la ciudad de Sevilla, aproximadamente en torno a primavera de 2015, y tuvo lugar después de unas elecciones autonómicas en las que el órgano legislativo autonómico había experimentado un cambio considerable en su composición parlamentaria. Las senectudes políticas de la élite que había regido el llamado “cortijo” durante varias décadas estaba preocupada junto a su adversario ancestral que observaba como perdía credibilidad ante la sociedad. Ésta es una leyenda de pérdida de confianza, miedo y egoísmo.
Los otros oligarcas, ataviados en sus chaquetas Emiclio Tucci “off shore”, tenían miedo de perder sus feudos en las capitales de provincia. Asediados por nuevas minorías que aspiraban a representar las verdaderas demandas y en una última oportunidad por hacer algo realmente útil por la gente, los viejos señores de la derecha apostaron su última carta por mantenerse en sus poltronas del poder municipal, ignorando el sufrimiento de sus súbditos. El heraldo, Juan Manuel Moreno, acudió en audiencia ante su adversaria, la sátrapa Susana Díaz para llegar a un acuerdo que beneficiase mutuamente al status quo.
Del pacto entre enemigos tradicionales surgió una nueva amistad. Y es que, dice el refrán que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, y si el enemigo de los oligarcas era la sociedad andaluza, sólo bastaba con llegar a un pacto de caballeros. De esta forma, Moreno ofreció a Díaz la posibilidad de garantizar su investidura como Presidenta, a cambio de que, los socialistas acometieran con la misma actitud recíproca en los consistorios feudatarios de los populares en las elecciones locales. No había palabras para tan vil acuerdo en el que se dejaba a un lado la opinión de la sociedad y donde el único objetivo de los oligarcas era mantener su poder, un poder que supuestamente se legitimaba en la voluntad de sus súbditos, ya no ciudadanos. Esta obra protagonizada por Susana Díaz y Juan Manuel Moreno se titula “Miserables”.
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Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López. Las primarias del PSOE son el tema del candelero. Ya se ha demostrado de sobra como la candidata y Presidenta de la Junta de Andalucía cuenta con la bendición de la Santa Trinidad encabezada por Felipe González, Alfonso Guerra y Juan Luis Cebrián. Así como que la mayoría de los barones autonómicos -entre ellos Ximo Puig, García Page y Javier Fernández- han dado su apoyo a ella misma. Mientras tanto Pedro Sánchez parece tener el reducido apoyo de algunas secretarías provinciales y de Patxi López nadie espera que llegue al final del proceso. Por lo que todo quedará en un duelo personal entre Díaz y Sánchez.

