felipe gonzalez
Sociócritas
El arribafirmante se divierte leyendo las memeces de algunos militantes socialistas. De estos del aparato. Esos que con independencia de su edad huelen a secretaría general, a polvo añejo, a camarillas, a paseo y pasilleo con puñales escondidos detrás de la capa, de los que apestan a cábalas y aquelarres bendecidos -o enfrentados al oficialismo provincial, autonómico o nacional-, de esos que en definitiva, en el salón de su casa tienen un cuadro enmarcado con la imagen de Felipe González, Susana Díaz, Patxi López o al santo patrón al que se encomiende. Y estos días anda ladrando contra Pedro Sánchez, cuando lo habían apoyado hace tres años en aquellas primarias en las que se enfrentó con Madina.
Fuere cual fuere el patrón al que se entreguen y los ladridos que puedan emitir no cabe duda de lo siguiente. Primero, que la expulsión de Pedro Sánchez de la Secretaría General del PSOE fue un auténtico golpe de mano contra las normas democráticas que rigen a esta formación. Segundo, que fue la oportunidad de Susana Díaz para deshacerse de su último oponente en el camino hacia Ferraz, si es que acaso no lo controlaba ya previamente. Tercero, que los golpistas están conchabados con que Rajoy fuese el Presidente del Gobierno, dispuestos a sacrificar lo que hubieran votado o decidido su militancia, «¡por el bien de España!». Cuarto, que esto no es ni más ni menos que la vigésimo tercera entrega del Padrino en su versión andaluza y socialista.
En Dos Hermanas, Kiko Toscano -al que se le pueden criticar muchas cosas, pero no su olfato político- se ha jugado la primera carta del ataque contra el susanismo oficialista. Un líder local que después de tres décadas no le debe a nadie, a excepción de sus votantes, y que de todos es sabido que no comulga con la ortodoxia. Un verdadero golpe de efecto, presentando al nuevo Pedro Sánchez, en su carrera a las primarias, en el anfiteatro sevillano dotado de ese gran poder simbólico que le otorgaron otros. Y eso duele por lo que cuentan mis memos hipócritas. ¡Viva Espartaco!
Agenda oculta en la gobernanza española
En distintas columnas, el arribafirmante ha advertido de la senda anti-democrática de la Unión Europea en los últimos años. Desde el día y hora, en que se fragmentó eso que los medios de comunicación llamaron como el “eje franco-alemán”, las comunidades europeas se han convertido en una suerte de instrumento tecnocrático en manos del Gobierno alemán. La batuta germánica que se ha impuesto durante los años de la crisis económica ha venido a exigir a la mayoría de los países una serie de condiciones para cumplir sus objetivos económicos. Estos objetivos económicos, marcados según los cálculos y las estimaciones del Banco Central Europea, han subeditado a la calidad democrática y el Estado del Bienestar a un segundo plano. España, Portugal, Italia y Grecia son las nuevas colonias en las que el IV Reich se ha instalado, sin necesidad de usar los tanques simplemente a los cuerpos de funcionarios comunitarios.
La necesidad de ajustar a la maltrecha España y evitar la prolongación de la ausencia de ejecutivo por un año más estaba en la agenda alemana. Una de las economías más pujantes de los países mediterráneos, la cual ha empezado a despegar, no podía continuar con una crisis de gobernabilidad a ojos de Merkel. Eso contravendría los intereses económicos depositados en el país ibérico y su rápida necesidad por encaminarse hacia los nuevos recortes impuestos desde Bruselas. ¿Y acaso no cabe pensar que hay un fino hilo desde la agenda internacional alemana hasta la crisis interna del PSOE? Les diré que sin lugar a dudas, dicha relación de causalidad existe, aunque pueda parecer difícil de vislumbrar a simple vista.
Hace ya una semana que alguien le preguntó a Rajoy en las instituciones europeas que si volvería a repetir como ejecutivo. La respuesta directa fue afirmativa. El partido más votado en las penúltimas y últimas elecciones de España era el que ha conseguido sacar a España de la crisis a golpe de limitaciones presupuestarias y sólo el segundo partido más votado, con el liderazgo de Pedro Sánchez, se oponía a su investidura en esta España asediada por los radicales de Podemos. Era necesario que el PSOE que ha sido uno de los partidos fundamentales en la gobernabilidad de España sacrificase sus postulados políticos en favor del sistema y se abstuviese en la investidura de Rajoy. Desde las opacas y selectas élites supranacionales que representan Felipe González y Juan Luis Cebrián hasta el ámbito subestatal socialista liderado por Susana Díaz, se ha trabajado en esta operación de desatoro de las poleas y mecánicas partidistas para acabar con un Secretario General que había sido elegido en primarias y dar vía libre a los cauces de la gobernabilidad, aunque a su pesar arrastrase el cadáver de la extinta socialdemocracia convertida en capitalismo residual. Y ahora, cabe preguntarse hasta qué punto la situación actual, tanto la fractura del PSOE como la segunda legislatura de Rajoy, responde a intereses constitucionales y democráticos o a los intereses de una agenda internacional que se escribe desde Bruselas y otros salones más opacos.
Sacrificio
Hace ya algunos meses que esta pluma -o con más propiedad, tecla- ha permanecido de vacaciones. Pudiera parecer que el silencio ha invadido al escribiente, mientras el torbellino político hacia dónde se dirige España sigue girando sin parar. Al contrario, ha gustado más de actuar como espectador anónimo a este disparate. Y es que, para empezar este curso no hay nada más acertado que una lección de Lengua Española, no vaya a decirse que somos unos iletrados. La palabra “sacrificio” aparece con ocho entradas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua y en su primera definición se muestra como “ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación”. Nada más oportuno para interpretar la dimisión de Pedro Sánchez como Secretario General del PSOE.
Ahora sólo cabe preguntarse a qué divinidad sacrosanta han entregado el alma política de un líder que ha cumplido lo que dijo: su negativa perpetua a la investidura de Mariano Rajoy. Desde un punto de vista táctico, la eliminación del Secretario General era y será una efeméride a celebrar para muchos. Entre los populares, porque era la auténtica roca que evitaba la formación de un gobierno estable con el Presidente del Gobierno más corrupto que hemos tenido hasta el momento. Para la lideresa Susana, que es como el perro del hortelano que ni come ni deja comer, la oportunidad para seguir teniendo un nuevo títere en Madrid para hacer lo que ella dijera. O acaso, algún insensato ha llegado a plantearse la posibilidad de que Díaz aspire a la Secretaria General. Sería absurdo asumir tantos riesgos en un partido fragmentado desde la diplomática retirada de Zapatero.
Se puede dudar de que esa deidad carnívora sea Susana Díaz o Mariano Rajoy. Más bien, hablemos de los auténticos poderosos como Felipe González y sus amigos que se reúnen en lo salones del Ibex-35. Es probablemente entre estos corredores donde encontremos la verdadera respuesta a tan inquietante misterio. Y más aún cabría mencionar a los tecnócratas de Bruselas, nerviosos por mantener la estabilidad de España. Recuerden que es una de las principales economías de la zona Euro. Y definitivamente, por bien de la economía hemos decidido -o los socialistas- han decidido dar un carpetazo a la democracia interna y seguir con sus pugnas cainitas de toda la vida, pero a lo grande. La pregunta es, si tanto interés había por la economía, ¿por qué nadie sugirió la dimisión de Zapatero cuando negó la existencia de una crisis económica a todo un país? Misterios del sincretismo político.

Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López. Las primarias del PSOE son el tema del candelero. Ya se ha demostrado de sobra como la candidata y Presidenta de la Junta de Andalucía cuenta con la bendición de la Santa Trinidad encabezada por Felipe González, Alfonso Guerra y Juan Luis Cebrián. Así como que la mayoría de los barones autonómicos -entre ellos Ximo Puig, García Page y Javier Fernández- han dado su apoyo a ella misma. Mientras tanto Pedro Sánchez parece tener el reducido apoyo de algunas secretarías provinciales y de Patxi López nadie espera que llegue al final del proceso. Por lo que todo quedará en un duelo personal entre Díaz y Sánchez.


