Aristóteles
Errejón asediado
La coalición de Unidos Podemos, o mejor dicho, Podemos se caracterizó por una audaz propuesta desde sus inicios. Esa singularidad estaba y está en saber explicar la realidad política española con mensajes claros, nítidos y transparentes. La joven política de la que se jactaban desde la formación naranja hasta los seguidores de las nuevas tesis de la izquierda adogmática como distinción de su marca. No obstante, una excepción hermética es el discurso creado en torno al conflicto existente en el seno del partido.
Desde hace unos meses, distintos medios de comunicación ya jugaban con un posible desacuerdo tanto ideológico como programático entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. Lo que se ha confirmado tras las cartas presentadas por ambos esta semana y el aviso de que si cambian los rumbos, también cambiarán las personas. La ardiente crispación y el transversalismo unificador enfrentados por el método para alcanzar un mismo fin: la confluencia de los ciudadanos. No es éste un debate nuevo en la política ni mucho menos en su vertiente más filosófica y moral. ¿Qué es preferible diría Rafael del Águila? La tensión maquiavelista constante o la suave sofisticación de la política cooperativa de Aristóteles y Arendt.
En política, el debate sobre el medio no es una cuestión baladí porque al final cualquier proyecto político tiene como objetivo lograr una mejora en las condiciones de vida de la sociedad. Más importante es aún cuando detrás existe un partido político y el fin deseado dentro de sí, es el mismo. Si la toma de decisión sobre el método descansa en cuál es el instrumento preferido por la mayoría de sus votantes, no cabe dudas al respecto. Por su parte, el flamante Iglesias propone adherirse a los postulados de Izquierda Anti-Capitalista sin haberle preguntado antes a sus militantes siquiera dónde se ubican ideológicamente si en un centro-izquierda o en un extremismo estalinista. Un análisis de las cifras demoscópicas, y Bescansa experta en el tema lo sabe, demostrará que la mayor parte de sus fieles no se encuentran entre las antípodas soviéticas, sino en otro hemisferio.
Relatos
Alguna vez hemos hablado de la perspectiva del constructivismo en Ciencias Sociales. Esta forma de abordar la realidad política y también de entender la vida, parte de que la misma vida está vacía de contenido de por sí misma. Ya dijo Schopennhauer que la existencia es dura por eso de que es un vacío de angustia y continuó Nietzsche con que la vida está hecha para los fuertes que prescinden de discursos que permiten dulcificar nuestro paso por el mundo. Ante esto, los constructivistas sostienen que nuestro mundo político, económico y social ha sido construido sobre artefactos como ideas, normas, creencias y opiniones que unidas en su conjunto crean discursos.
El discurso, o mejor dicho los discursos, están presentes en cada individuo y momento de nuestra vida. Existe un mercado amplio de distintos discursos (marcos), en los que cada sujeto adquiere aquellos que desea o la parte que mejor le parece de cada uno. Así, a través de la elección de los discursos y su fusión o reconfiguración, cada persona crea su propia visión del mundo. Es por eso, que nuestra sociedad no es una construcción natural al modo de las manadas de lobos o como dijo Aristóteles, sino que es una construcción artificial. Otra cosa es que el ser humano por sus características psicológicas y físicas precise crecer preferiblemente en el interior de un entorno social.
La cuestión es que nuestra existencia está llena de relatos. ¿Por qué triunfa el cine, la literatura o recientemente, el mundo de videojuegos? Porque ofrecen relatos, respuestas alternativas a muchas preguntas que la filosofía, las ideas políticas y las ideologías no han sabido cubrir hasta el momento. Por eso, erróneamente se habla a veces del fin de la historia o del fin de las ideologías, cuando falsamente lo que se oculta es la multiplicidad de relatos que dan sentido a nuestra vida, una vida que de por sí está vacía y hay que llenarla. Ya a cada cual, el contenido que elige para rellenar su copa que es algo sólo posible en la democracia.
Una España para las clases altas
La derecha española o mejor dicho, la del Gobierno Central, ha demostrado que no es una derecha civilizada. Esta derecha es una derecha aristocrática, tiránica e incivilizada. Es una derecha de orcos y no de seres humanos, y podríamos entrar a hablar sobre si los orcos de Mordor tienen derechos humanos o no. Ese es un debate interesante. La escena de esta semana, de una derecha que está en desacuerdo con el tema del aborto, pero que está dispuesta a unir sus fuerzas -liberales, democristianos y conservadores- para garantizar la reforma de una ley que ha sido bien redactada por el Gobierno de Zapatero, deja claro ante que nos encontramos.
Cuando la derecha dice que se va a hacer esa reforma en expresión de la voluntad de los españoles, surgen dudas sobre los principios democráticos que velan en sus mentes. Una ideología dictatorial que considera que el voto es un cheque en blanco con el que pueden hacer lo que quieran. Ya sea proteger a los bancos, ya sea echar a familias de sus hogares, hundir en la penuria a medio país o reducir los derechos de sus ciudadanos. Si antes se hacian las cosas por la gloria de Dios, hoy se hacen en nombre de la voluntad de una nación. Parece ser que la derecha ha conseguido definir ese concepto que la Filosofía Política no ha definido en más de dos milenios de existencia. Deberán prestar pues atención a su cheque en blanco, pues un grupo nutrido de votantes populares han cambiado su intención de voto hacia otras opciones políticas como demuestran los datos del CIS.
Hay que dejarlo claro. Esta derecha de orcos está haciendo un país a medida de las clases altas. Hace una España a su medida y no a la medida de todos. Después surgen sus críticas ante los socialdemócratas. Cabe preguntarse si esta derecha tiene capacidad de autocrítica. Posiblemente la respuesta sea un rotundo no. Y ciertamente, la clase alta ha demostrado que no tiene capacidad de autocrítica y que como dijo Aristóteles, la democracia sólo es posible con una amplia clase media, con un punto medio. Un punto medio entre la tiranía de los aristócratas y la demagogia de los desarrapados.
De representante universitario a candidato político
El politólogo Panebianco habla de un tipo de sujeto que pulula por los partidos políticos y que suele ser bastante habitual. Esta especie de individuo es el arribista, aquella persona divorciada de ideas y enamorada del beneficio que reporta un cargo en lugar de la búsqueda de la mejora del colectivo. También Aristóteles hablaba de la legitimidad de la política que busca el bien común y de la oscuridad de los que buscan en el arte de lo posible exclusivamente el beneficio propio.
El arribafirmante tiene la suerte de conocer la trayectoria de una de estas incipientes criaturas. La cual desde su más tierna infancia política, la de un estudiante universitario, ha hecho maratón político para no hablar de carrera y cuyo nombre por respeto a dicha persona haremos omisión. Este sujeto comenzó como un compañero más de clase con buenas intenciones e ideas y que poco a poco se fueron retirando para mostrar su auténtica naturaleza de máscara.
La criatura en cuestión dio su salto a la vida pública consiguiendo la máxima representación de alumnos en su centro universitario. Para lo cual se deshizo e hizo de quiénes no les eran útiles y se rodeó de aquellos que independientemente de su utilidad le eran fieles. Una vez instalado en la poltrona, la autoridad de la delegación universitaria aprovechó su posición para beneficiarse económicamente, acaparar contactos y crear una imagen etérea. Para ello, las necesidades estudiantiles auténticas quedaron desatendidas y los proyectos mediáticos de actividades prescindibles surtieron su eficacia en las páginas de prensa. Lo cual no tardó en crear una oposición en torno a su persona.
El joven, no contento con lo obtenido, intentó apoderarse de cuantas personas, asociaciones y autoridades estuviesen a su alrededor. Unos cayeron, otros se salvaron. Así, obtenido el favor de los poderes fácticos adecuados dio el segundo paso, coquetear con una opción política rentable. Mientras que, de forma artificial ha mantenido su cargo representativo cuando estatutariamente debiera haber dimitido al perder la condición que lo mantiene ahí.
Hoy, este proyecto de hombre público se posiciona en el número vigésimo primero de una lista política para las elecciones municipales en la capital hispalense. A la par que, mantiene su cargo de representante estudiantil que es incompatible, por principio, con la simultaneidad de su candidatura electoral. Temor inspira el pensar que este producto puede alcanzar su madurez política y sus consecuencias.