De representante universitario a candidato político

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El politólogo Panebianco habla de un tipo de sujeto que pulula por los partidos políticos y que suele ser bastante habitual. Esta especie de individuo es el arribista, aquella persona divorciada de ideas y enamorada del beneficio que reporta un cargo en lugar de la búsqueda de la mejora del colectivo. También Aristóteles hablaba de la legitimidad de la política que busca el bien común y de la oscuridad de los que buscan en el arte de lo posible exclusivamente el beneficio propio.

El arribafirmante tiene la suerte de conocer la trayectoria de una de estas incipientes criaturas. La cual desde su más tierna infancia política, la de un estudiante universitario, ha hecho maratón político para no hablar de carrera y cuyo nombre por respeto a dicha persona haremos omisión. Este sujeto comenzó como un compañero más de clase con buenas intenciones e ideas y que poco a poco se fueron retirando para mostrar su auténtica naturaleza de máscara.

La criatura en cuestión dio su salto a la vida pública consiguiendo la máxima representación de alumnos en su centro universitario. Para lo cual se deshizo e hizo de quiénes no les eran útiles y se rodeó de aquellos que independientemente de su utilidad le eran fieles. Una vez instalado en la poltrona, la autoridad de la delegación universitaria aprovechó su posición para beneficiarse económicamente, acaparar contactos y crear una imagen etérea. Para ello, las necesidades estudiantiles auténticas quedaron desatendidas y los proyectos mediáticos de actividades prescindibles surtieron su eficacia en las páginas de prensa. Lo cual no tardó en crear una oposición en torno a su persona.

El joven, no contento con lo obtenido, intentó apoderarse de cuantas personas, asociaciones y autoridades estuviesen a su alrededor. Unos cayeron, otros se salvaron. Así, obtenido el favor de los poderes fácticos adecuados dio el segundo paso, coquetear con una opción política rentable. Mientras que, de forma artificial ha mantenido su cargo representativo cuando estatutariamente debiera haber dimitido al perder la condición que lo mantiene ahí.

Hoy, este proyecto de hombre público se posiciona en el número vigésimo primero de una lista política para las elecciones municipales en la capital hispalense. A la par que, mantiene su cargo de representante estudiantil que es incompatible, por principio, con la simultaneidad de su candidatura electoral. Temor inspira el pensar que este producto puede alcanzar su madurez política y sus consecuencias.

Un comentario sobre “De representante universitario a candidato político

    Patri escribió:
    febrero 27, 2011 en 6:23 pm

    No se sabe para naaada de quien hablas…

    😉

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