intencion de voto
Un artículo de la RECP demuestra el efecto de los alcaldes en la decisión de voto en las elecciones municipales en España
La profesora de Ciencia Política, Fátima Recuero López, junto a Francisco Collado, Giselle García y Juana María Ruiloba han publicado el artículo titulado «Liderazgo político e intención de voto en las grandes ciudades españolas en las elecciones municipales de 2023» en el último número de la Revista Española de Ciencia Política. Esta investigación ha confrontado el planteamiento del modelo de elecciones de segundo orden que ha explicado tradicionalmente las elecciones locales en España. Para ello, los investigadores han analizado los candidatos de los partidos que ostentaban el gobierno local en ocho grandes ciudades durante los comicios municipales de 2023. Las conclusiones demuestran que las variables clásicas como la cercanía partidista e ideológica seguidas de la valoración del propio alcalde y su gestión son los factores altamente determinantes en la decisión del voto de los ciudadanos en urbes con más de 200.000 habitantes. Aunque se observa que las dimensiones partidistas tienen más influencia que la variable personal del liderazgo, ésta es la siguiente más influyente tras las variables políticas al decidir el voto de las personas en las elecciones municipales. Además, los alcaldes juegan con ventaja en sus respectivas ciudades frente a los candidatos del resto de partidos. Esta situación permite demuestra como la personalización de la política local ha aumentado su efecto en las arenas locales y que coexisten variables de ámbito local y nacional en las consultas municipales en España.
Iglesias en segunda vuelta
Nuevas elecciones. Es el diagnóstico de la incapacidad de los partidos políticos españoles. Apenas sin que hayan transcurrido cuatro meses desde la celebración del 20-D, se le pide a la ciudadanía que exprese las preferencias de la soberanía nacional. Si es que este concepto, existe en nuestro caótico y desastroso contexto político y económico. En este sentido, los partidos han comenzado una nueva campaña con menos recursos y un gasto menos austero en apariencia, que tendrá que rentabilizar los espacios públicos que ofrecen los medios de comunicación.
Desde un magacine matinal, le han preguntado a Carolina Bescansa, la experta demoscópica de Podemos, cuál es el planteamiento de la recién inaugurada contienda electoral. A lo que Bescansa ha llegado a denominar como “una segunda vuelta”. Una afirmación que seguramente no se creerá ni ella misma. En el plazo de cuatro meses, no ha habido tiempo suficiente para cambiar las preferencias de intención de voto y simpatía partidista de los electores. Si bien, habrá aumentado el hartazgo con respecto a la política, produciendo una hipotética disminución de la participació y el aumento de la abstención en junio. Por lo que, los partidos políticos que rentabilizarán sus resultados son aquellos que se benefician de los efectos abtencionistas como los populares.
En la afirmación de Bescansa si hay un significado oculto que se puede dilucidar ante la evidencia de los hechos. Es la “segunda vuelta” de Pablo Iglesias. Su segunda oportunidad para reafirmar su liderazgo político de cara a la galería y hacia adentro, mientras un paciente Errejón espera a una posible caída para retomar el relevo. Obviamente, el transversalista ha demostrado unas mayores dosis de intelecto y negociación que Iglesias, quien apuesta por el “hard power” puro y duro sin saber moldear con sofisticación y precisión los dones del “poder suave” tan preciado en esta época exigente de no digamos ya consenso, sino capacidad de pacto.
Hastío
Los partidos arrancan su pre-campaña con vistas a junio. Si bien, el monarca ha vuelto a retomar su agenda para evitar el bloqueo de la situación política actual. Por lo que, parece que la institución más vieja y menos democrática -ya que es hereditaria- del país es la única dispuesta a abrir las compuertas de la gobernabilidad en este estancamiento del embalse político. Frente a lo que parecían los primeros brotes verdes de mejoría económica se produce un contraste con este ambiente tenso y calmado de la arena política que prometía un «cambio» ante la decepción de los votantes de la mayoría de los partidos.
Si bien, la respuesta de las bases de Podemos indican que esta decepción no está tan instalada en amplios sectores de la sociedad. Y es que, la misma actitud opuesta a la búsqueda del consenso no pertenece sólo a la clase política, sino también entre la misma sociedad. A falta de consultas en otros partidos, es difícil saber si esta hipótesis se replica en otras formaciones como el PP, PSOE, Ciudadanos o Izquierda Unia. Mientras tanto, la única apuesta viable parece ser el «gobierno a la valenciana» que sigue sin sumar escaños suficientes para alcanzar un gobierno, no se diga ya estable.
La crisis de deslegitimación del principio de representación política parece tocar a su fin, al menos en la formación de Iglesias, a la luz de los datos anteriores. Y por tanto, más valdría hablar, si se conformara esta hipótesis, en la baja capacidad de consenso de nuestra ciudadanía en general. Fuese quizá este un elemento sobre el que dirigir futuras investigaciones y elucubraciones para los politólogos en los próximos años. Lo que está claro es que el cambio en la intención de voto en particular y en el comportamiento político en general no se produce en el corto plazo. Por lo que, las próximas elecciones arrojarían un resultado similar al de las que se celebraron hace cuatro meses con escasas variaciones, según muestran las encuestas. Y esto lleva a un callejón con una única salida: tecnócratas.
Cambio ideológico por mutación partidista
El cierre de la fallida investidura de Pedro Sánchez y su heraldo naranja ha dejado una clara conclusión. Los partidos se han desplazado en la arena ideológica durante esta coyuntura de cambio político que algunos han venido en denominar la “Segunda Transición”. Aunque es cierto, que si es una transición sabemos desde donde, el bipartidismo, pero no terminamos de avistar donde acaba en un horizonte marcado por la división de los grupos políticos entre la izquierda y la derecha. Siguiendo esta lógica, los distintos partidos políticos se han asentado en determinadas arenas electorales de las cuales consiguen sus apoyos, no siendo las mismas que hace unos años.
A grandes rasgos, nuestro panorama político quedaría dividido de la siguiente forma. Un Partido Popular que se convierte en el gran partido a la derecha acogiendo tanto a conservadores como a elementos extremistas y que aún intenta, aunque de forma fallida pescar en el centro-derecha. Un centro político marcado por PSOE y Ciudadanos que de forma acertada captan el voto tanto del centro-izquierda como del centro-derecha, especialmente ese centro-derecha hastiado del liderazgo de Rajoy acosado por los escándalos de corrupción y el desgaste. A la izquierda de los socialistas, queda un amplio espacio ganado por Podemos y en el que coexisten pequeñas fuerzas como Izquierda Unida, Compromís, En Marea y En Comú-Podem. Finalmente, quedarían los partidos nacionalistas tradicionales que han visto disminuir su cuota, a excepción de PNV y ERC.
Este trance político continúa a fechas de hoy, tras que el monarca haya instado a los candidatos a abrir nuevas negociaciones. Sin embargo, esta italianización de la política que deja espacios estancos claramente definidos viene acompañado de la incapacidad de los partidos para llegar a un acuerdo. Si bien, ya ha empezado una guerra fría entre Podemos y PSOE para tender lazos a través de la mediación de las fuerzas de Compromís e Izquierda Unida. Ahora cabe esperar si el programa de centro propuesto por Sánchez y Rivera es capaz de incorporar demandas desde la izquierda y contar el apoyo de estos partidos. Lo que no cabe lugar a dudas es que Rajoy es innegociable, pero que el tampoco está dispuesto a negociar su salida de la arena política.

Las encuestas parecen dar buenas noticias a la formación naranja. Ese centro-derecha actualmente que antes era centro-izquierda. El paraguas bajo el cual se amparan socialdemócratas, liberales, socioliberales, neoliberales y liberal-demócratas. Una fauna variopinta en la que se funden las ideologías mas primigenias de la época decimonónica con la sonrisa amable a cuestiones como la igualdad de la mujer, el medio ambiente y otros temas que han sido generalmente capitalizados por la izquierda. Fuere como fuere Ciudadanos podría calificarse como la «tercera transición».