Mes: diciembre 2013
Un año en el CIS
Por una vez, vamos a escribir en primera persona. Hoy una fase de mi camino llega a su fin. He tenido el placer de estar durante todo un año siendo parte del Centro de Investigaciones Sociológicas. De esta institución, me llevo mucho tanto en lo personal como en lo profesional. Compañeros y compañeras, pero también buenos amigos y amigas. Personas que encuentras en el camino y en algún momento se perdieron o se perderán por senderos angostos. Otras que preferiblemente es bueno tener en nuestro rumbo.
Hemos aprendido bastante en relación a las distintas fases de desarrollo de los métodos cuantitativos y demoscópicos. Además, hemos profundizado en el debate y la tolerancia. Algunas veces más, algunas veces menos. Dentro de la diversidad de ideas y pensamientos presentes entre los compañeros y las compañeras, nos hemos dado cuenta que más allá de las cosmovisiones se puede abrir una puerta a lo profundo. A la profundidad del ser humano, que en algún momento tocará suelo en el vacío.
Ahora cada uno continuará con nuevos proyectos e intentando sobrevivir al día a día. Unos con más facilidad, otros con menos. Las siguientes fases abren una incertidumbre en el ámbito laboral, el social y el personal. Sin embargo, la vida es duda y alguien dijo que mientras dudemos es que seguimos vivos. Y detrás de esa duda siempre hay algo que permanece intacto. Nosotros mismos.
Seguridad ciudadana, inseguridad turística
La nueva norma de seguridad ciudadana ha suscitado muchas críticas. En primer lugar, la inseguridad jurídica que produce al conferirle autoridad policial a los vigilantes privados de los centros comerciales. Lo que permite que algunas empresas puedan disponer de agentes con un carácter policial, es decir, se trata una nueva fórmula de Estado corporativista policial. Con todas las consecuencias que ello puede tener contra los derechos individuales y el imperio de la ley.
Sin embargo, más peligroso es el aumento de la securización. La securización o la definición en qué ámbitos de la vida política, económica y social, están considerados de forma pertinente y oportuna para la intervención de la violencia legítima más directa del Estado, convierte a muchos ciudadanos en criminales y delincuentes. En esta nuestra época de crisis y sufrimiento, la respuesta del Gobierno no pasa tanto por ayudar a las personas, sino en criminalizar conductas y aumentar el ejercicio de la fuerza física. Otra cosa, que también se puede discutir es hasta qué punto es legítimo ese ejercicio de la violencia por actores ajenos al Estado.
Por último e igual de importante para aquellas zonas de España que viven del turismo es que cualquier “segurata” puede actuar como un policía. Y ciertamente, es difícil pedirle a la seguridad privada que ostenten los mismos valores que la policía en el ejercicio de capacidades similares. Dicho de otra forma, se abre la puerta al chantaje y la posible extorsión de turistas, como hace la policía marroquí y otros cuerpos de dudosa fiabilidad. Este tipo de comportamientos pueden dañar y afectar negativamente a una de nuestras pocas fuentes de ingresos que reside en los servicios turísticos.
Mas pone en duda la inteligencia catalana
La encuesta mágica de Mas tiene truco. Esta suerte de referéndum gratuito y burdelero para preguntar sobre la independencia de Cataluña implica que sólo pueden afirmar que Cataluña es independiente si reconocen que es un Estado. Si por el contrario, usted ciudadano o ciudadana catalana (aún español) que me lee, sostiene que no quiere una fórmula estatal catalana, no podrá responder a si quiere que esta comunidad autónoma (hasta ahora) sea independiente.
Mucha gente se ríe, pero esta pregunta está filtrada para una porción de la opinión pública que apostaría por una solución federal. Dicho de otra forma, el Estado catalán federal sólo puede ser afirmado por aquellas personas que quieran una Cataluña separada de España. En cristiano, o seguimos como estamos o somos independientes, éstas son las opciones binarias que ofrece Mas. O blanco o negro, o victoria o derrota. O independientes o victimizados para seguir pidiendo dinero a España, a Madrid o a su puta madre.
El Estado federal está descartado. Y ciertamente, soluciones federales serían interesantes para acabar con esta jodida locura. Sin embargo, el Gobierno español podría aplicar las fórmulas de otros Estados tan democráticos en el reparto del poder territorial como Francia o Italia, anulando cualquier respeto de la minoría catalana como sucede en la costa marsellesa, Córcega, Cerdeña y Sicilia. Así, que no confundan ustedes burgueses y nacionalistas catalanes la tolerancia de la minoría catalana y la diversidad con la debilidad de la posición española. Los españoles aún tienen (tenemos) la sartén por el mango y desde nuestro gobierno -el de Madrid- todavía se pueden hacer muchas cosas.
Balance del trece
Aunque hace unos meses, las estadísticas oficiales sostenían que se estaba creando empleo, el día a día no ha cambiado para la mayoría de la sociedad. Puede que la promesa electoral de Rajoy hablase del pleno empleo en el sentido matemático de la palabra. Y es que, ya se sabe que desde que empezó la gran mentira en 2008, la única preocupación de nuestros gobernantes –independientemente del color- ha sido una buena presentación de números. Sin embargo, el sujeto sigue perdido entre sobres rapaces y gambones ugeteros que no estarán en muchas mesas navideñas.
Juanca sin cambios recordará la importancia de la institución monárquica. Una institución que independientemente de que vulnere los derechos de igualdad, representa –por su familia- a todo un ejemplo del “typical spanish”. Un abuelo que no quiere irse, un hijo a la espera de pillar el puesto en la empresita del padre, una hija corrupta, un yerno que mejor no salga en las fotos y unos sobrinos que a falta de Playstation se dedican a dispararse unos a otros con rifles de posta. Eso sí, se nos olvidaban los chalecitos en Barcelona y Mallorca.
Mientras tanto, nuestra democracia cada vez más prostituida. Desde sus bases hasta la cúspide, con dos partidos del sistema que caen en picado a la espera de ser devorados por las pirañas. Entre ellos, el depredador del populismo y que cada cual lea esta palabra como le apetezca, pues lo cierto es que los populistas se acusan mutuamente de serlo. Curioso, ¿verdad? Es difícil mirarse en el espejo.
Por lo demás, España sigue siendo un país feliz. No ha cambiado gran cosa, sólo se ha acentuado lo que ya teníamos. Y ahora cabe preguntarse qué pedirle al nuevo año. Algunos estarían gustosos de un conflicto armado. Cataluña, bolcheviques y desmembración de la unidad pensarán algunos de la vieja guardia, del búnker. Lo peor, es que seguimos sin darnos cuenta que la nuestra, es una sociedad de oportunistas. Catalanes o vascos, castellanos o gallegos, andaluces o levantinos, tenemos el mismo ingrediente.
La caída del liderazgo
En la actualidad, el liderazgo político experimenta una crisis unida a la debacle económica. Esta intensa relación entre la gestión política y el estilo político de los representantes de la ciudadanía es un hecho que se evidencia en la opinión pública respecto a los mismos. Si nos remontamos a las últimas Elecciones Generales de 2011, los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas no definen ningún candidato político con una calificación media por encima de cinco en las valoraciones que expresa la sociedad española. Este dato demuestra que se ha producido una profunda fractura entre los candidatos políticos y sus seguidores en el ámbito nacional.
El liderazgo político representa por tanto uno de los principales temas vigentes de investigación en la literatura académica establecía que el político debía someterse a la moral de la convicción y a la moral de la responsabilidad. Por un lado, un político sin convicción se convierte en un demagogo y un vendedor de humo. Por otro lado, un político sin responsabilidad carece de contacto con la realidad y no es consciente de las consecuencias de sus actos. En esta coyuntura, cabe preguntarse si el descrédito de la clase política se debe a un abandono de esa convicción y esa responsabilidad que deben caracterizar a sus miembros.
Si descendemos hacia los niveles de gobierno autonómico y local en España, es posible encontrarse con una situación bien parecida. Sin embargo, la escasez de encuestas y barómetros que aporten información sobre la imagen de los alcaldes y su valoración impide conocer con mayor profundidad cuál es la situación de la política en su entorno más cercano. Por lo que, nos encontramos ante un desconocimiento sobre cuál es la labor que desempeñan los representantes municipales en el contexto de la actual crisis.