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La caída del liderazgo
En la actualidad, el liderazgo político experimenta una crisis unida a la debacle económica. Esta intensa relación entre la gestión política y el estilo político de los representantes de la ciudadanía es un hecho que se evidencia en la opinión pública respecto a los mismos. Si nos remontamos a las últimas Elecciones Generales de 2011, los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas no definen ningún candidato político con una calificación media por encima de cinco en las valoraciones que expresa la sociedad española. Este dato demuestra que se ha producido una profunda fractura entre los candidatos políticos y sus seguidores en el ámbito nacional.
El liderazgo político representa por tanto uno de los principales temas vigentes de investigación en la literatura académica establecía que el político debía someterse a la moral de la convicción y a la moral de la responsabilidad. Por un lado, un político sin convicción se convierte en un demagogo y un vendedor de humo. Por otro lado, un político sin responsabilidad carece de contacto con la realidad y no es consciente de las consecuencias de sus actos. En esta coyuntura, cabe preguntarse si el descrédito de la clase política se debe a un abandono de esa convicción y esa responsabilidad que deben caracterizar a sus miembros.
Si descendemos hacia los niveles de gobierno autonómico y local en España, es posible encontrarse con una situación bien parecida. Sin embargo, la escasez de encuestas y barómetros que aporten información sobre la imagen de los alcaldes y su valoración impide conocer con mayor profundidad cuál es la situación de la política en su entorno más cercano. Por lo que, nos encontramos ante un desconocimiento sobre cuál es la labor que desempeñan los representantes municipales en el contexto de la actual crisis.