Mes: enero 2014
No es país para nadie
Desde que Rajoy gobierna este país, este país se ha convertido en la mugre que cubre Europa. Hace apenas un día, el histórico y controvertido periodista Pedro J. Ramírez, creador de El Mundo y un auténtico profesional era cesado por sus ataques al ejecutivo. Está claro que no se puede criticar al poder establecido. A lo largo de dos años, España ha perdido gran parte de su clase media, científicos que se han ido al extranjero, se han perdido derechos sociales, la educación ha caído a sus cotas más bajas y la pobreza ha aumentado hasta cotas inimaginables.
En una salida nocturna por el Centro de Málaga se puede observar claramente la transformación sociológica a la que estamos asistiendo. Hace unos años, cualquier joven que saliese de marcha tenia una amplia gama de locales entre los que elegir: pubs rockeros, lugares de salsa, baretos, tascas, sitios de más caché o locales de ambiente, entre otros. Clásicos como el Zeppelin o la Sala Spectra se perdieron. En nuestros días, la mayoria de esta variedad de lugares han desaparecido por ordenanzas anti-ruido, denuncias municipales y otra suerte de trabas administrativas. Sin embargo, toda una nueva generación de locales pijos con unos precios mayores que los de cualquier local de la Gran Vía madrileña abren sus puertas todas las noches. La marcha malagueña es un coto de caza de nuestra clase alta y los demás están excluidos.
El arribafirmante se siente de derechas, pero no esta basura de Gobierno que ni es derecha ni es nada. Una derecha civilizada, republicana y que realmente proteja la propiedad de las personas, no la de unos pocos. No podemos decir que Rajoy y su camarilla sean de derechas. Al contrario, son una jauria de señores meapilas, machistas que en sus ratos ociosos entre el golf y el pádel, se dedican a destruir lo poco que queda de nuestra cultura. Esto es lo que ha votado la mayoría y esto es lo que se merece la sociedad española.
Administración kafkiana
El hecho de someterse a un procedimiento administrativo es una práctica común en el Derecho Administrativo. Es la forma en la que los ciudadanos se relacionan con un ente formado por instituciones y organismos de los que obtienen determinados incentivos positivos y negativos para desarrollar multitud de facultades, obtener información, ejercer derechos y un largo etcétera. Cuando se desarrolló la transición a la democracia, fue necesario suprimir y actualizar diferentes normas administrativas coherentes con los nuevos tiempos.
A fechas del presente y especialmente en el Gobierno Central, se está buscando agilizar y hacer más eficaz a la Administración. Dicho de otra forma, evitar procedimientos largos y costosos en términos económicos. Lo cual se está llevando a cabo de una forma desastrosa. Y es que, con procedimientos rápidos, lo que se consigue es un funcionamiento más que ineficaz, injusto de las instituciones en sus relaciones con los administrados.
Esa filosofía de concebir no ya sólo a las empresas públicas, sino al conjunto de la Administración como un ente basado en la competitividad y la ley del mercado es un buen ingrediente. Sin embargo, el Gobierno de Rajoy ha seguido este lema hasta sus últimas consecuencias. Y ciertamente, las últimas consecuencias es que la Administración española se ha convertido en una suerte de universo kafkiano. Un lugar donde haga lo que haga el sujeto, se expone a la incertidumbre constante sobre su destino y la certidumbre de la inutilidad de esta institución.
De vuelta en Málaga
El arribafirmante ha aterrizado en la urbe malacitana tras un año en Madrid. La ciudad parece seguir en su continuo trance. En las calles no se perciben los efectos de la crisis. No hay manifestaciones, ni grandes huelgas. Las personas se mantienen sumidas en la cotidianeidad del Centro, dirigiéndose a algún comercio en la calle Larios o calle Nueva, o quizá realizando sus compras puntuales en el Mercado Central.
Sin embargo, esta imagen idílica es sólo un espejismo. Un telón detrás del que se oculta el día a día de muchas familias que han sido lanzadas a la calle. Nunca mejor dicho. La identidad que hace distinta a Málaga, es el papel que juega su clase media y el esfuerzo de sus ciudadanos. Muchas empresas han caído, sin el apoyo de la Junta de Andalucía, que ha decidido fortalecer el frente de sus inversiones en Sevilla. Este realmente es nuestro día a día.
Para continuar, no son pocos los malagueños y las malagueñas que se están yendo al exterior. Conforme aumenta esta salida de intelectuales y se pierde gran parte de la riqueza de las familias, Málaga pasará a convertirse en algo que no es. Puede que en algo que nunca fue, o en algo distinto. Se pierde su esencia.