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No es país para nadie
Desde que Rajoy gobierna este país, este país se ha convertido en la mugre que cubre Europa. Hace apenas un día, el histórico y controvertido periodista Pedro J. Ramírez, creador de El Mundo y un auténtico profesional era cesado por sus ataques al ejecutivo. Está claro que no se puede criticar al poder establecido. A lo largo de dos años, España ha perdido gran parte de su clase media, científicos que se han ido al extranjero, se han perdido derechos sociales, la educación ha caído a sus cotas más bajas y la pobreza ha aumentado hasta cotas inimaginables.
En una salida nocturna por el Centro de Málaga se puede observar claramente la transformación sociológica a la que estamos asistiendo. Hace unos años, cualquier joven que saliese de marcha tenia una amplia gama de locales entre los que elegir: pubs rockeros, lugares de salsa, baretos, tascas, sitios de más caché o locales de ambiente, entre otros. Clásicos como el Zeppelin o la Sala Spectra se perdieron. En nuestros días, la mayoria de esta variedad de lugares han desaparecido por ordenanzas anti-ruido, denuncias municipales y otra suerte de trabas administrativas. Sin embargo, toda una nueva generación de locales pijos con unos precios mayores que los de cualquier local de la Gran Vía madrileña abren sus puertas todas las noches. La marcha malagueña es un coto de caza de nuestra clase alta y los demás están excluidos.
El arribafirmante se siente de derechas, pero no esta basura de Gobierno que ni es derecha ni es nada. Una derecha civilizada, republicana y que realmente proteja la propiedad de las personas, no la de unos pocos. No podemos decir que Rajoy y su camarilla sean de derechas. Al contrario, son una jauria de señores meapilas, machistas que en sus ratos ociosos entre el golf y el pádel, se dedican a destruir lo poco que queda de nuestra cultura. Esto es lo que ha votado la mayoría y esto es lo que se merece la sociedad española.
Iberia
Tras estos días de discusiones sobre la españolidad de Cataluña y días de la Hispanidad, no viene mal reflexionar sobre la cuestión de los nacionalismos en el territorio peninsular. Mejor referirse a territorio peninsular para no dañar identidades ni sensibilidades reales, absurdas, creadas o dopadas e incluyendo al país luso. En primer lugar, lo que todos los habitantes de la Península Ibérica o Iberia comparten es un territorio accidentado que ha influido considerablemente en la falta de comunicación entre unas regiones y otras a lo largo de los siglos. Esta peculiaridad ha hecho que pese a ser un territorio tan fácilmente abarcable se hayan creado toda suerte de entidades políticas e identitarias.
En segundo lugar, un hecho en común que une a todos los ibéricos es el afán por diferenciarse unos frente a otros. Portugueses frente a españoles, catalanes frente a españoles, arrianos frente a católicos, del norte frente a los del sur, cantones cartagineses, lusitanos frente a celtíberos, cristianos frente a musulmanes y un largo etcétera. Por suerte, la ventaja de estas distintas identidades que se han perpetuado reside en la riqueza cultural de Iberia. Por desgracia, el cainismo latente en estos pueblos ha llevado a que no en pocas ocasiones la daga y la escopeta sirviesen para dirimir asuntos sobre terruños de tierra como afirma Pérez-Reverte.
Mientras tanto, el derecho a la autodeterminación y la gilipollez de la clase política ha hecho que se construyan discursos sobre la gloria y el boato de naciones efímeras. Es en estos tiempos de crisis y duda, de fractura de la Unión Europea, es cuando las distintas entidades que ocupan el territorio de Iberia podrían dar lugar a una verdadera y floreciente federación ibérica. Recrear realmente el proyecto político del “iberismo” desarrollado en la época decimonónica permitiría acabar con el catetismo vasco, la tiranía catalana y los fachas del aguilucho. Esto necesariamente implicaria poner en común aquello que nos une y reconocer la identidad distintiva de cada uno dentro de un proyecto político consensuado.
Hipótesis (II): seguimos aplazando la deuda postsoviética
Como se adelantó en una columna anterior, el interés diario de la prensa europea en torno a la deuda de los países mediterráneos no responde a planteamientos periodísticos. Más bien, es una necesidad política de Alemania que divorciada del eje franco-alemán desea convertir su agenda nacional en la agenda de la Unión Europea, ocultando las malas cifras de los países miembros del Este. Y es que, como dijo un asesor del Gobierno alemán, “estamos aquí para que paguéis la deuda que habéis contraído, después de haber gastado más de lo que podíais”.
En una comparación, entre los datos macroeconómicos de España y Polonia observamos como la deuda ronda la cifra española y su prima de riesgo se acerca hacia el precipicio de los 400 puntos. La pregunta es dónde están el Bild o The Guardian, avisando sobre este riesgo para la inversión en el antiguo espacio postsoviético. Sin embargo, siguiendo una vieja máxima marxista: todo tiene una explicación económica al menos.
Para empezar, en Alemania existe una desigualdad económica patente entre la zona occidental más rica y la oriental más pobre como resultado de su unificación en los noventa. Por lo que, la existencia de países con un PIB inferior y unos precios más bajos representa una ventaja para compensar la bolsa de la compra de los antiguos alemanes del Este. De forma que, estos ciudadanos tienden a realizar compras como bienes de primera necesidad, ropa y gasolina cruzando la frontera a la República Checa y Polonia.
Esta demanda de productos por parte de los alemanes permite explicar una menor tasa de desempleo en Polonia y unos datos a grandes rasgos menos negativos que los españoles. Sin embargo, eso no ha sido suficiente para que la crisis no se haya cebado con estos países recientemente ingresados en la Unión Europea. Por lo que, seguramente si España no fuese mediterránea y estuviese más cerca de Alemania, otra Merkel cantaría.
Hipótesis: la deuda del Este europeo
Cada día nos asaltan noticias sobre los posibles cambios y nuevos recortes en los diarios. España está en el centro del huracán, de la campaña presidencial estadounidense, del Banco Central Europeo y del ejecutivo alemán, por citar algunos. Sin embargo, pocos datos llegan sobre la posible deuda de los miembros europeos del Este, pues parece ser que la pandemia es una enfermedad típica del mediterráneo: Portugal, España, Grecia, Italia e Irlanda, que es algo así como el sur inglés en su visión más despectiva.
Por este motivo, y previendo una posible ocultación por parte de la prensa europea, el arribafirmante se ha propuesto en la presente y posteriores columnas indagar sobre la deuda de países como Rumania, Polonia, República Checa, Eslovaquia y los lugares de veraneo para los alemanes. De esta forma, es posible detectar qué es lo que oculta ese silencio de los medios sobre la economía de estos países.
En nuestro primer viaje de la deuda hemos decidido ir a Hungría. Este socio europeo acumula una deuda del 80,60% de su PIB y una prima de riesgo de 588, ambas superiores a la española para el último ejercicio. ¿Y dónde están los titulares sobre el derroche o el riesgo de la inversión en el antiguo reino húngaro? Por fortuna, las inversiones de los centro-europeos en este país no van destinadas preferentemente al mercado financiero. Al contrario, las compras alemanas en este país se destinan a turismo, servicios médicos y la especulación urbanística.
Estos datos arrojan luz sobre cuál es el papel de España en la Unión Europea bajo el brazo ejecutor alemán, decir “sí”, lejos del “no” de Hollande. Lo sorprendente y anecdótico, es que además en Hungría se sitúa una considerable población germano-parlante, siendo algo así como una extensión cultural de Alemania. Ahora, es cuando hay que preguntarse por qué estos datos no están en las cabeceras internacionales.
Para más información: http://www.datosmacro.com/paises/comparar/espana/hungria
Los miserables y las otras miserias
Hace unos días, distintos representantes de España, entre ellos el Presidente del Gobierno y el Rey acudieron a Nueva York para tranquilizar los ánimos sobre la economía española. Justo en esa semana, una serie de cabeceras internacionales y de reputados fotógrafos publicaron una serie de imágenes sobre las manifestaciones, los desahucios y el aumento de la pobreza del país. Todo ello, en un intento por mostrar a la sociedad internacional las cotas de desgracia a la que están llegando grandes sectores de la población española.
Sin embargo, si estudiamos en profundidad el sistema de seguridad social y bienestar social de Estados Unidos llegamos a la conclusión de que todavía queda un trecho para llega a su situación. Y no mirando hacia arriba, sino inclinando la cabeza hacia abajo porque bien la situación de muchos estadounidenses es sino similar, peor que la que se vive actualmente en el otro lado del Atlántico.
Dentro de las clasificaciones tradicionales de sistemas de bienestar, la primera potencia se encuentra en lo que se llama un sistema de servicios sociales mínimos. Demasiado mínimos, porque se pueden ilustrar familias de clase media y media baja con dificultades para pagar una vacuna de gripe, la diferencia de riqueza en función del grupo étnico, los elevados índices de fracaso escolar, la existencia de grandes sectores de la población repartidos por los suburbios y viviendo de la caridad privada en el mejor de los caos o de la delincuencia en el peor de ellos.
Por fortuna, los fantasmas de la pobreza y de la miseria en Estados Unidos siguen ocultos a los ojos europeos. Sólo la visión de expertos en el tema y de algunas películas americanas consiguen trasladar esa otra realidad de la pobreza en un país donde la mayor inversión pública se realiza en Defensa y en investigación militar, pero no se destina a garantizar el mínimo de bienestar que queda en manos de las empresas privadas y de las aseguradoras. Pero será oportuno no hablar más de esta cuestión, vaya a ser que podamos destruir el espectro del “american way of life” y de otras mentiras como “el hombre hecho a sí mismo”.
El embrión de las nuevas Cortes
La mayoría absoluta del Partido Popular investirá hoy a Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno. Por delante, quedan los recortes de los macroministerios y el miedo a la caída de las prestaciones sociales. También, queda el cumplimiento de las promesas que España ha hecho a los países de la eurozona y sus ajustes económicos. Lo que incluye una meta del déficit en un 4%, aunque el próximo ejercicio económico marque una cifra ligeramente mayor.
La estructura de alianzas se establece principalmente entre populares y nacionalistas catalanes, abriendo paso a la aprobación de medidas neoliberales especialmente en el ámbito económico. En un segundo plano, quedan otras colaboraciones coyunturales, como el frente común de PP y UpyD ante las demandas de la izquierda abertzale. Los que han visto, como se les ha negado un grupo parlamentario propio ante el voto de PP y la abstención de los demás miembros de la mesa.
A grandes rasgos, el futuro ejecutivo dividirá sus políticas en las urgentes y las estructurales. O mejor dicho, entre aquellas referidas a economía que piden una mayor atención. Y esas otras, más bien las que corresponden a la legislatura y tienen una vocación largoplacista. Con todo ello, se incluye entre las principales medidas una llamada a la austeridad en las comunidades autónomas. La cuestión está en saber por dónde va a venir dicho ahorro fiscal.
La Europa de los usureros
Para la década de los treinta del siglo pasado, alemanes y después seguidores del Régimen de Vichy culparon a los judíos de ser el mal que azotaba Europa. La usura y el egoísmo de los grandes poderes financieros controlados por las élites judeo-burguesas habían provocado el colapso de los mercados, según el nazismo. Y a tanto llegó el error sobre el culpable, que se acometieron las atrocidades de las purgas y el genocidio.
Pero algo de mérito tenían tanto nazis como comunistas del régimen soviético. Y es que, la avaricia humana por acrecentar sus posibilidades de crecimiento económico llevó a la pobreza más profunda que se hubiese imaginado. Los gobiernos de Estados Unidos tuvieron que implementar políticas de cooperación transfonteriza como el Plan Marshall.
Para principios del siglo XXI, la avaricia del eje franco-alemán ha llevado a hacerle más barato el costo que el gran beneficio que obtienen de un mercado común sin aranceles. No obstante, cuando Grecia y los países del arco mediterráneo como España e Italia amenazan con caer sus primas y derrumbarse vuelven a cerrar las puertas a un rescate financiero. No se equivocaban los nazis, que la avaricia es el gran mal que azota el mundo occidental, la misma usura que practican las generaciones de alemanes y franceses venideras.
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