Historia

La indolencia malagueña

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Málaga tiene muchos valores añadidos en su haber en el ámbito cultural, histórico y patrimonial. Sin embargo, también tiene una sociedad marcada por la indiferencia y el desconocimiento de su propia identidad. Véase los yacimientos prehistóricos de la Araña, las ruinas de la legendaria Mainake, las distintas ruinas romanas que se conservan (Teatro Romano, Acinipo, etc.), los dólmenes de Antequera, el patrimonio industrial decimonónico, el cementerio inglés y el pasado nazarí que se perdió tras la limpieza étnica y el genocidio perpetrado por la recien constituida España de los Reyes Católicos. El trabajo tímido y continuado de algunos colectivos culturales ha permitido rescatar y difundir algunos de estos elementos junto a algunos actos como la recién concluida Noche En Blanco que se celebró el pasado sábado.

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Si bien, se realizan distintas llamadas a un cambio de actitud de los malagueños que muchas veces puede ser comparado con la metáfora de un burro sacudiéndose las moscas del trasero con la cola y mascando hierba. Y el burro sigue espantando moscas, como pueden ser la afición por el equipo de fútbol local o las últimas obras faraonicas de turno. ¿Dónde está el trabajo por recuperar nuestra identidad? A la par que, la calle Larios deja de ser abrigo de comercios locales históricos y tradicional para convertirse en una pequeña muestra de la globalización, acogiendo a franquicias varias.

¿Estará perdiendo Málaga su esencia? La indolencia es una enfermedad grave. Una nueva generación que corre el riesgo de perder tanto material como intelectualmente aquellos elementos que permiten definir lo «malagueño». Y más allá, del chovinismo que algunos dicen caracterizar a los malacitanos, este chovinismo existe porque es la última posibilidad de defender nuestro patrimonio frente a otras identidades locales y la indiferencia de la gran mayoría de la población malagueña. Al menos, quepa la posibilidad de pensar que aún quedará algún malagueño que sepa interpretar las palabras emblema del escudo de la urbe.

 

Ponencia de Collado sobre las élites locales en el VII Congreso de la Asociación Portuguesa de Ciencia Política

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Las distintas fórmulas y dinámicas entre los grupos municipales fue el objeto de análisis de una ponencia presentada por Francisco Collado en el VII Congresso de la Assoçiaçao Portuguesa de Ciência Política (APCP). Bajo el nombre «La negociación entre las élites locales durante la transición española a la democracia: colaboración u oposición», el autor realizó una exposición sobre las fórmulas de coordinación entre los partidos políticos en el ámbito local el pasado 14 de abril en este congreso científico que tuvo lugar en la Universidade de Coimbra.

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Esta comunicación, que se encuadra dentro del proyecto de tesina desarrollado por Francisco Collado, y en el que se analizan los gobiernos municipales de cuatro ciudades españolas entre 1979 y 1983, fue acogida por el Grupo «Transiçao e conflito» bajo la dirección de los profesores Paloma Román y Jaime Ferri de la Universidad Complutense de Madrid. Asimismo, se expusieron otras ponencias de estos autores concernientes al conflicto vasco y de Marta Silva y Carla Prado, pertenecientes estas últimas a la Universidade de Coimbra, sobre la evolución de la desconolonización de Egipto y Argelia.

El legado de Suárez

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Se habla de quién fuera por aquellos que vivieron la Transición. También por parte de quienes le conocieron. Y probablemente, todos y cada uno de los españoles tuvieron alguna responsabilidad o culpa en la caída de Suárez. Las mismas piernas que caminan hoy libres en nuestra democracia, empujaron de una forma o de otra al artífice de nuestro sistema político por el precipicio. Y ya se sabe que -cuando se mira al abismo, el abismo mira dentro de ti- como dijo Nitezsche, veamos dentro de los arribistas. Ya fueran socialdemócratas o populares que absorbieron las distintas élites integrantes d la UCD, ya sean los peperos que hoy se enorgullecen de la Constitución democrática, cuando el suyo -Alianza- fue un grupo que no apoyó el texto fundacional.

Reverte dijo hace unos días que la vida fue amable con Suárez, le quitó la consciencia para no ver en manos de que clase de delincuentes había dejado su obra. Adolfo Suárez dejó una importante herencia a este país: una democracia liberal recién salida de la nada y en un proceso transitorio menos traumático que el portugués y la existencia de un sistema de partidos de libre competencia que garantizase la representatividad ideológica. Después llegarán los minoritarios, y se quejarán -no sin razón- de que el sistema electoral es injusto. Pues miren ustedes, Suárez les legalizó pese a las amenazas del búnker militar.

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Suárez también creó algo que en España probablemente nunca haya existido: el centro político. Incluso, a finales de los ochenta, cuando ya se había creado nuestro bipartidismo imperfecto, tuvo la visión suficiente para ocupar un espacio del eje político que está (y sigue) secuestrado por otras fuerzas. Desafortunadamente, los populares jugaron un papel importante en terminar de eliminar a ese centro y viajar del centro a la derecha a principios de los noventa.

Una vez caído el CDS, se habían sembrado las semillas suficientes para mantener el bipartidismo imperfecto. Un sistema donde la alternancia entre dos fuerzas que con el apoyo puntual de otros partidos es la dinámica reinante. Sin lugar a dudas, la sociedad en su conjunto ha sido malagradecida con Suárez y ha derrochado parte de su herencia, véase las opiniones estúpidas de Alberto Garzón pidiendo revisar la Transición o las asociaciones de la memoria creando su propia versión de «memoria parcialista» poniendo en duda el consenso. Un despropósito, una vergüenza. D.E.P. uno de los mejores líderes que tuvo este país de ingratos.

Las erratas de 300

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Estos días se puede disfrutar de “300: El origen de un imperio” en las carteleras de los cines. Una película basada en el cómic “Xerxes” de Frank Miller. Sin embargo, esta película tiene ese hedor hollywoodiense en el que abundan tantas falacias sobre la historia. Lo que plantea el temor de que muchos jóvenes desconocedores del mundo antiguo mediterráneo puedan considerar lo que sucedió en esa película como una autentica verdad. Unos hechos históricos que sucedieron tal cuales se presentan en la pantalla.

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Para empezar, la Grecia del mundo antiguo no fue un país ni un imperio en ningún momento. Al contrario, esta región estaba ocupada por un grupo de ciudades-estado que compartían una cultura común. Además, mantenían relaciones periódicas de amor y odio, guerra y paz, según el desarrollo de la política y la economía. Por lo que, cuando Jerjes invade estas ciudades, sólo se establece una alianza entre Atenas y Esparta que eran las principales polis de la época. Grecia no sería una entidad politica como tal hasta su independencia del Imperio Otomano en el siglo XIX. Por otro lado, Persia invadió Grecia como respuesta a una serie de ataques que habían recibido sus ciudades por parte del pillaje griego. Por lo que, no se puede considerar tampoco que la campaña de Persia, fuese una conquista entendida como tal.

Se presenta a los griegos como unos luchadores por la libertad y a los persas como unos tiranos. Un marco en el que se presenta a Occidente como el defendor de la democracia y a Oriente como un postulante de la tirania. Aunque este marco puede ser discutible actualmente, no se puede dar por cierto en la época antigua. Para empezar, los griegos no tenían una palabra en su vocabulario que equivaliese a “libertad”. Ademas, la democracia griega es un hecho aislado en el mundo mediterráneo antiguo -donde lo habitual eran las tiranías- y para más inri, democracias como la de Atenas eran sostenidas económicamente gracias al trabajo de los esclavos. Por lo tanto, los griegos simplemente defendían sus ciudades de la represión persa que quería castigar los ataques recibidos anteriormente por parte de piratas del Egeo, no su libertad.

La historia se reescribe y eso es peligroso. De la misma forma que Artemisia no fue la que presentan en el filme, sino que era la gobernante de una ciudad griega aliada con Persia; la libertad que defiende Occidente es una libertad adaptada a sus patrones culturales. No se puede caer en las dicotomías que la ideología yanqui pretende defender, pues eso llevará, a que en el futuro se apoyen guerras ilegales allí donde la libertad (el petróleo) deba ser defendida. Mientras tanto, nadie se acuerda de los ucranianos, ni de los crimeos.