ucrania
Dos chicos inteligentes
¿Existe una relación directa entre la ideología comunista y el autoritarismo de Putin? ¿Es posible que personas de izquierdas luchen junto a ultra-nacionalistas eslavos en el frente ruso de Ucrania? Son muchas las dudas que asaltan ante la noticia que apareció hace unos días, de que dos jóvenes españoles de ideología “comunista” estaban luchando en la batalla de Donest por decisión libre y voluntaria. Sería bueno aclarar la confusión ideológica de estos chavales, Ángel y Rafa, supuestos defensores de la II República que creen estar en una cruzada contra el capitalismo que representa la Unión Europea y que avala a los ucranianos.
Sin lugar a dudas, estos jóvenes militantes del Partido Comunista de los Pueblos de España y anteriormente del PCE, han demostrado tener un auténtico caos mental. No se puede decir que la opaca Unión Europea sea el mejor ejemplo de democracia y transparencia al que muchos comunistas, socialistas, social-demócratas y liberales aspiran. Si bien, la Rusia recién salida del comunismo dista de lejos de tener el grado de libertad de los países miembros de la Unión Europea. Un lugar donde los periodistas opustos al régimen son asesinados, los opositores silenciados o falsamente acusados y donde todo el que no baile a gusto de Putin pocas esperanzas puede tener.
Es vergonzoso que un régimen como la II República en el que se intentó una mejora social y en las libertades de los ciudadanos, sea asociado con el Moscú tiránico de la actualidad. Ahora bien, es cierto que los extremos se atraen y que tras la caída de la antigua Yugoslavia y otros regímenes adeptos a la Unión Soviética, una de las vías mayoritarias fue la creación de gobiernos nacionalistas y excluyentes bajo consignas étnicas. Del intento comunista (porque es difícil catalogar a los soviets como comunistas) se pasó al ultra-nacionalismo. Por lo que, ese fascismo contra el que dicen luchar Rafael y Ángel es el mismo al favor del que empuñan sus armas. Todo lo demás, cabe decir que estos jóvenes tienen un uso más propagandístico que militar.
La extrema derecha golpea en Ucrania
Hace apenas unos días, un grupo de militantes del grupo ultra-derechista Praviy Séktor ha cometido una de las mayores carnicerías que se recuerdan en los últimos años en la Europa civilizada. Un total de 43 personas quemadas y más de un centenar y medio de heridos han sido el resultado de las acciones violentas efectuadas contra militantes de partidos de izquierdas, sindicatos y de Borotba por esta facción nazi, quienes aluden que estaban actuando contra los opositores al gobierno de Kiev. A lo que nuestra querida prensa, por ejemplo ABC, tilda de un «incendio provocado».
Esto es una señal de como el nacionalismo eslavo ha tenido y tiene una gran capacidad para reciclar el pasado comunista y convertirlo en una ideología de extrema derecha. Se puede mencionar la aún reciente guerra de los Balcanes, el nacionalismo ruso y este reciente caso, como una muestra de esta capacidad de producción ideológica. En el conflicto de Ucrania, cada vez son más los asesinatos y ataques contra civiles que se están produciendo por parte de ambos bandos.
Izquierdistas a favor de regresar con la Rusia de Putin, nazis a favor de acceder a la Unión Europea. Todo esto sólo demuestra una cosa, y es que en un conflicto internacional, las identidades políticas se desvanecen y lo único que quedan son los intereses geopolíticos. Mientras tanto, se sigue esperando a que Occidente tome una parte activa en este conflicto que va camino de alcanzar proporciones graves, especialmente en un momento en el que se ha extendido a la población civil.
Y ahora suben el gas
El nuevo conflicto desatado entre Occidente y Rusia, a través de la secesión de Crimea y con la guerra de Siria aún coleando, ha pasado factura. Factura nunca mejor dicho que está recogida en los acuerdos entre la rusa Gazprom y la ucraniana Naftogaz desde 2009. Hace apenas unos días, Moscú remitió una carta al gobierno estadounidense que en verdad estaba dirigida a los consumidores europeos de gas ruso. En la misma, se vislumbra un interés de presión de Putin frente a la Unión Europea, en la que se pedía especialmente que los occidentales se preocupen más por socorrer el déficit ucraniano y dejen de entrometerse en las cuestiones de seguridad y defensa. O dicho de otra forma, el gas no lo paga sólo Rusia, sino que Europa también tiene que soportar los costes de Naftogaz, a través de la ayuda económica a Ucrania.
Repartido el pastel y con el posible interés de Europa por integrar a Ucrania, Rusia no se contenta sólo con haberse adueñado de Crimea y campar a sus anchas. Además, tiene el morro suficiente de pedir que le paguen los costes del gas que tiene conveniado con Ucrania. Aquí se observa como Rusia sigue una lógica imperialista similar a la de Estados Unidos. Rusia no tiene interés en incrementar su territorio, más bien en garantizar sus posiciones y salidas estratégicas, a la par que intenta disminuir costes. Una lógica sabia desde la real-politik, pues está demostrado que cuando un imperio alcanza un determinado tamaño, los costes de su manutención son imposibles de superar por los beneficios y todo se torna en un déficit constante.
Este hecho demuestra que Rusia está cerca de su sobredimensionamente, si no lo ha hecho ya. Ahora bien, esto no es motivo para infravalorar las capacidades del gigante asiático, especialmente si se estudia una intervención militar en Ucrania por parte de la OTAN. Probablemente, esta opción sea la última y dependa no ya tanto de las ventajas de vencer a Rusia, sino de cuánto quieren arriesgar los socios europeos y americanos. Por lo que, probablemente habrá una relación directa entre mejora de la economía occidental frente a no intervención militar en Crimea.
Occidente impotente
El mundo occidental ha demostrado su inutilidad de forma manifiesta. La Casa Blanca no ha actuado con contundencia ante la ocupación rusa de Ucrania y el referéndum de pacotilla que ha celebrado la península de Crimea. Unas fotografías de Obama llamando por teléfono a sus colegas rusos es la única imagen que ofrece la propaganda yanqui como respuesta a esta crisis. La Unión Europea, la misma que nos obliga a recaudar a través de subidas del IVA y reducción del Estado del Bienestar, no ha hecho absolutamente nada con respecto a Moscú.
Occidente sólo tiene una preocupación que es recaudar y una respuesta militar en Crimea habría sido fatídica para sus intereses confiscatorios. Mientras tanto, Ucrania observa como pierde «ipso facto» la soberanía de una parte de su territorio en medio de un proceso de transición política. Las autoridades rusas animan a la sedición del ejército ucraniano en Crimea, mientras campan a sus anchas en la que es una nueva provincia del imperio. ¿Cuál es la imagen que las democracias liberales europeas están dando ante Ucrania? No nos engañemos, la UE tiende su mano si se cumplen con los tres requisitos: es decir, usted es una democracia y se viene con nosotros a Bruselas a lo que le digamos, una buena caja registradora sonante y contante al son del mercado y la sumisión a las leyes que Bruselas le diga debe de cumplir. Está claro que Ucrania no es una buena inversión de momento.
El idealismo de una Europa unida por la pasta -¡sí! ¡por la pasta!- deja de ser una alternativa viable en la política de la Unión. Se quiera o no, Rusia ha puesto de manifiesto algo, y es que, el realismo político como visión de la geopolítica internacional, aún está vigente. En un mundo, donde el diálogo con dictaduras no es factible, sólo caben dos alternativas la disuasión y la represión. Sólo cuando los traseros de los burócratas occidentales se den cuenta de eso, podremos tener una mínima seguridad en que nuestro pequeño paraíso de democracia puede ser preservado. Mientras tanto, sólo cabe poner la mano a Europa y el culo a las dictaduras de todo tipo.
Todo por Sebastopol
Hace días que la revolución arrancó en este país agotado de la opresión de sus gobernantes. Con la liberación de Yulia Timoshenko como estandarte, una amplia mayoría de sus ciudadanos expresaron su descontento en las calles y el régimen respondió con decenas de muertos. Lo que parecía ser el comienzo de un cambio político se ha terminado transformando en un conflicto geopolítico con multitud de violaciones del Derecho Internacional.
En un principio, no existe un consenso político entre los ucranianos sobre qué tipo de sistema político desean, ni bajo el abrigo de que potencia quieren encontrarse. Este país está dividido o se podría decir que polarizado por una serie de factores. El primero es que existen dos grupos étnicos como son los ucranianos, en su mayoría situados al oeste, y de rusos, concentrados en el este. A la par, una minoría tártara se encuentra en el sureste del país, cerca de la ciudad ucraniana de Sebastopol que alberga una base militar rusa. En segundo lugar, el credo ortodoxo está dividido en el respeto a dos autoridades eclesiásticas distintas. En tercer lugar, existen regiones donde predomina el uso de la lengua rusa y otras donde es más frecuente la lengua ucraniana. Para terminar, algunos son partidarios del gobierno que había venido habiendo hasta el momento, sintiéndose más cerca de la órbita de Estados aliados de Rusia; y otros, prefieren un sistema democrático liberal acercándose a la Unión Europea y Estados Unidos.
Sin embargo, esta polarización social que podrían ser los alicientes perfectos para una guerra civil o para una secesión, se ha visto eclipsada por el despertar de un antiguo dragón. El imperialismo ruso que parecía haber caído en picado tras el final de la era soviética y la guerra civil que se juega en Siria, ha dado un paso adelante sin vacilar aprovechando la oferta del gobernante de la comunidad autónoma de Crimea. Crimea es un lugar donde independientemente de existir grupos étnicos rusos y tártaros, alberga el puerto de Sebastopol, que es uno de los pocos accesos de Rusia al Mediterráneo. Por lo que, lo que hay en juego -después de la violación de soberanía- es un punto estratégico para el transporte marítimo de Rusia. Y probablemente, cuando la OTAN se decida a actuar ya será demasiado tarde para disuadir a Putin.