elites
Sin Errejón al Decathlon
Hago mías las palabras de un buen colega y gran politólogo teórico, Javier Taillefer, quien ya advirtió que las aspiraciones de horizontalidad del 15M difícilmente serían traducibles al interior de un partido. Todos los que expresamos nuestras objeciones sobre Podemos fuimos vilipendiados o bien se nos respondió con una sonrisa propia de una secta distópica. El buenintecionamiento del fundador de un partido difícilmente podrá evitar convertir a dicho grupo en una oligarquía micheliana. Y siguiendo a Bourdieu, el pensamiento y la acción del hombre político tienen la capacidad de agencia suficiente para configurar una institución a su imagen y semejanza. Más de una década costó purgar el fraguismo en Alianza Popular y todavía el felipismo mueve los hilos del socialismo español.
Iglesias y su agenda se imponen, seguidos de una minoría de Izquierda Anticapitalista. Si bien con la excepción siguiente. No han sido los compromisarios del Partido Popular o de las formaciones tradicionales quienes lo han decidido, ha sido la militancia la que ha entendido que el camino no es dialogar con otras formaciones, ni siquiera con los que discrepan con ellos dentro del partido. La alternativa que el afiliado de los Círculos Artúricos ha elegido es volver al intrapartidismo neoestalinista. Al menos, se puede eximir al líder de ser el culpable de todos sus errores.
Ya admitió Iglesias que había sido un error crear tres secretarías superpoderosas. El poder no debe dividirse. Debe unificarse. Porque el poder llama al poder. Y el poder consume a quién lo ejerce, pero más consume a quién no lo detenta. Con esas premisas, el todopoderoso nuevo secretario se convierte en una fuerza antagónica para el Partido Popular. Desde la nueva óptica de Podemos, no hay transversalidad, sólo ellos conceden distinción de oficialidad entre los opositores a Rajoy, porque a fin de cuentas, los demás -PSOE, C’s e IU- también son parte del establishment. Y así, sin Errejón de por medio, Iglesias y Monedero compran su equipamiento de montanismo en Decathlon.
Egoísmo ilustrado
Hasta hace poco, elitismo y pluralismo eran los dos enfoques principales desde los cuales se analizaba a la élite política. Por su parte, el elitismo sostiene que es una minoría reducida la que ocupa el espacio político debido a su formación, recursos económicos, capital simbólico y acceso a diversas redes sociales. En cuanto al pluralismo, se considera que más que hablar de élite, es preciso referirse a las “élites”, es decir, a una diversidad de grupos que compiten de forma asimétrica en un entorno democrático por el control de distintas fuentes de poder. A la par que se entendía que estas fuentes de poder variaban según el tema o asunto que se tratase desde el económico hasta el social, pasando por otros como el cultural, deportivo, etc.
El estallido de los papeles de Panamá en el contexto mundial y no sólo el español. Este capítulo de la historia de las élites que ha conllevado consigo la dimisión del Primer Ministro de Islandia y del Ministro de Industria en España, entre otros, subraya la necesidad de crear nuevas fórmulas para pensar en la élite. De los anteriores puntos de vista y su confluencia, la creencia que las élites eran los mejores educados, con poder económico y acceso a redes en arenas compartimentadas sin que existiese contacto entre élite política y élite económica no nos sirve para comprender este fenómeno.
Como hipótesis, debería pensarse en una élite egoísta, es decir, retornar a los viejos postulados michelianos y wrightmillianos. Cualquier élite en la postmodernidad debiera tener una suerte de carácter individualista que le lleva a tomar decisiones en beneficio propio. A la vez que, a través del discurso o de acciones de “poder blando” expresa una preocupación hacia la sociedad a la que sirve. En definitiva, un “egoísmo ilustrado” que permita comprender cómo aún habiendo elegido a los políticos, un sector importante de ellos no representan a sus votantes en ningún aspecto.
Hablemos de Moreno Bonilla
Los populares no teniendo claro a quién presentarán para las europeas, han designado su nuevo paladín andaluz. Moreno Bonilla es la persona elegida directamente desde Madrid y como resultado de una disputa entre Cospedal y Rajoy (Arenas), ganando este último. Lo que demuestra que el “síndrome de la Moncloa” o es aislacionismo que sufre el Presidente del Gobierno, afecta a sus decisiones viendo la realidad política y social como quién mira desde el interior de una burbuja. Palacio de Moncloa cual torre de marfil escindida de la mundanidad a la que dice representar en sus actuaciones.
La elección de Bonilla ha sacado a la palestra diversos asuntos que han estado silenciados hasta el momento. Para empezar, la incapacidad del PP andaluz para consensuar un candidato. La huida madrileña de Arenas dejó al descubierto la disputa existente entre populares occidentales y orientales, así como la prepotencia de los hispalenses por mantener el control sobre ocho ingobernables taifas. Algunos iluminados -véase ABC de Sevilla o el “panfleto”- consideran que la designacion del actual candidato malagueño supone una victoria de Andalucía oriental. Lo cierto es que, la victoria en todo caso es de Moncloa, pues hablamos de una persona que desde mediados de los noventa -cuando aún cursaba su carrera- ha abandonado los estudios y se hizo un colaborador directo de Rajoy en Génova. Sus lazos con Málaga son prácticamente nulos.
También se ha puesto sobre la mesa, el falsamiento del currículum vitae del candidato. Un joven que aún no ha acabado su titulación y que a golpe de dinero ha costeado innumerables postgrados en centros de enseñanza privada. Esto tiene relación con otros tres aspectos importantes de la dinámica de la extracción de élites. En primer lugar, el abandono del ámbito educativo y familiar para entregarse por completo al partido. El partido demanda el alma y el tiempo de los miembros de su cúpula. En segundo lugar, la pobreza curricular del político pro-medio que tiene una formación más baja de algunos de los militantes de bases del partido. En tercer lugar, la escasa preocupación de las élites de la derecha española por su formación si las comparamos con las élites de la izquierda.
En cuanto a las perspectivas de futuro, Moreno Bonilla no reúne los requisitos necesarios para competir con el liderazgo de Susana Díaz. Aunque es un candidato de Andalucía Oriental, bien debiera tener otros capitales simbólicos como ser una mujer, mantener lazos con Andalucía, la ausencia del secuestro de Génova (o Ferraz) y una formación universitaria mínimamente finalizada. Partiendo de la dinámica del voto andaluz y del descontento generalizado con los populares, la derrota de este candidato es la crónica de una muerte política anunciada. Su candidatura se mantendrá como una vida artificial alimentada por la siniestra sombra de Javier Arenas y suspendida en una muerte inducida por el rechazo generalizado a esta opcion como líder.
Las cofradías, agencias de reclutamiento político
La cuestión sobre la desconfianza en la clase política en particular, y en la política en general, está en el candelero. Se denuncia su corrupción, su formación, su egoísmo, su ambición y muchas más efemérides de los siete pecados capitales. Aunque, parece tarea ardua reconocer que cada sociedad tiene los políticos que merece y que ella misma los produce. Y ahora que termina la Semana Santa, no estaría de mal hablar de las cofradías y su relación con las élites políticas, porque de esto hay mucho que hablar; y los hermanos prefieren callar.
Una primera mirada histórica en los dos últimos siglos descubre como en la mayoría de los países europeos, las élites políticas han tenido sus propios centros de extracción de sus miembros. Citemos las logias masónicas como bases del reclutamiento político en Francia e Inglaterra, los sindicatos en los países del Centro de Europa, los clubes sociales en el mundo victoriano y los ateneos en Alemania y Austria. Sin embargo, en España comenzaba una tendencia en torno a mediados del siglo XXI y que culminaría con la instauración de la democracia de finales del siglo XX: el recurso a las hermandades como lugar de selección de futuros candidatos políticos.
En sus inicios, las cofradías proceden de un sentimiento de devoción del pueblo hacia las imágenes santas, de las que estuvieron mucho tiempo apartados por el poder eclesiástico. Ahora, las hermandades sirven extraer futuros dirigentes políticos para los partidos y como asociaciones recreativas. Y esto, que muchas veces se le ha achacado exclusivamente a los conservadores es algo que comparten todos lo grupos políticos, véase el caso de Sevilla, Málaga y otros. Lo que nos lleva a reflexionar sobre el sentido social de la pertenencia a una cofradía.
La integración de una persona en una hermandad representa socialmente, en tierras andaluzas, ese hombre virtuoso del que hablaba Aristóteles. Además, el pago de una cuota expresa independencia económica y fidelidad a la organización. Más aún, lo codiciado son lo cargos dentro de la institución como el hermano mayor, vicepresidente o el que tira del burro, por un poner, para demostrar sus capacidades gestoras. Así, dentro de una cofradía se disputan entre sus hermanos por el capital social y las prebendas que puedan obtener con tendencias similares a las de un partido político. Por tanto, constituye un buen lugar para encontrar a arribistas y creyentes, sólo hace falta cambiar la figura del Cristo por la pegatina del partido.
Esta influencia de la cofradías en la vida pública no debe ponerse en relación con la polémica entre política y religión o Estado e Iglesia. Las hermandades han sido separadas del ámbito estrictamente religioso por un intenso proceso de laicización y su componente pagano de culto a la imagen. Lo que debemos especialmente al franquismo y el simbolismo social que dejó para las cofradías en la sociedad, ya fuera por intereses económicos o folclóricos. Y aquí, siguen las generaciones de la clase política usando las cofradías como centros de extracción política. En fin, singularidades de la cultura andaluza.