tecnocracia

Adopta un tecnócrata

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technocratsDesde la década de los ochenta y hasta bien entrada la crisis de confianza política a finales de 2010, han sido dos las principales críticas que se han planteado frente a la democracia española. Por un lado, el sistema electoral que combinando unas circunscripciones provinciales con un fórmula de divisores mayores producía un efecto desproporcionado. Por otro lado, la alternancia de los gobiernos populares y socialistas que se habían convertido en hipotéticos “cartel-party” mediante este sistema que les beneficiaba considerablemente. Lo que también conecta con los distintos fenómenos de corrupción política y el sentimiento de falta de representatividad de la élite política. A principios de la actual década, distintas formaciones como Unión, Progreso y Democracia (UPyD) y Equo habían aparecido como fruto de sectores de la sociedad descontentos con el sistema, seguidos más tarde de Podemos y el salto de Ciudadanos (C’s) de la arena catalana al resto del territorio.

Finalmente, las elecciones generales de 2015 han arrojado los resultados no más proporcionales, pero sí el parlamento más fragmentado y plural que se habría podido ver en España. Esto es lo que algunos temerosos y otros esperanzados han venido en denominar como la “Segunda Transición”, pero la cual no termina de cuajar ante la imposibilidad de unos y otros para conseguir un pacto. De un lado, la pinza de Partido Popular y Podemos que no están dispuestos a llegar a la confluencia y el fallido intento de investidura de Pedro Sánchez. Como alguien había dicho, tenemos un parlamento “a la italiana”, pero carecemos de políticos italianos capaces de crear acuerdos imposibles que obren la gobernabilidad. Ya no sólo se trata de un cambio, sino de hacerlo posible. Ante esta situación, la mayoría han vuelto a señalar la necesidad de convocar nuevos comicios para este verano.

El intelectual Iñigo Errejón supo adelantarse a este horizonte caótico, proponiendo la creación de un gobierno independiente y por encima de los partidos con números insuficientes para formar uno. Y es que ya, cinco años antes, un artículo de la cabecera The Economist planteaba esta cuestión. En otras palabras, un ejecutivo tecnocrático dirigido por veteranos de la política, figuras que contentasen a los distintos grupos y probablemente con un trasfondo europeo como pueden ser líderes de la talla de Solana y Almunia, por citar algunas. De hecho, el caso de Mario Monti en Italia representa una posibilidad que cabría de ser estudiada por parte de nuestra clase política.

El mérito representativo frente a la pluralidad territorial

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malagaHace unos días, las respectivas ejecutivas del PP y PSOE malagueño han coincidido en una postura ante el nuevo gobierno del Susanato. Y es que, más de la mitad de los cargos ejecutivos de la Administración autonómica están ocupados por hombres y mujeres nacidos o residentes en la capital. Desde ambos partidos en su filial malacitana, han hecho un llamamiento a la presencia de personas que representen la pluralidad del territorio andaluz frente a la tendencia que ha venido siendo la mayoritaria en los últimos años.

Esta falta de pluralidad territorial –aún siendo una denuncia de la rivalidad entre las dos metrópolis andaluzas- tendría como objetivo mantener representados los distintos intereses y sensibilidades de la comunidad autónoma. Así, surge la pregunta de si acaso los intereses de la ciudad hispalense no están sobredimensionados en el gobierno de San Telmo. No obstante, esta proclama colisiona contra otros mecanismos que determinan el proceso de selección de los miembros del poder ejecutivo, y uno de ellos es innegablemente el mérito.

La cuestión sobre el mérito o la idoneidad de una persona por sus características sociales, psicológicas y profesionales para dirigir una consejería puede poner en duda esta primacía de la pluralidad territorial. ¿Es preferible tener una presencia heterogénea de las distintas provincias y comarcas en el Gobierno autonómico o es mejor optar los más capacitados? La apuesta por el criterio profesional lleva a olvidar que nuestros políticos aportan una dirección política, es decir, ideológica, pero no pueden sustituir la dirección técnica que queda en manos de los funcionarios. Cabe plantear si esa llamada a la tecnocracia puede ocultar un hipotético interés por mantener la sobrerrepresentación sevillana en estos órganos de poder.

Este debate sobre la pluralidad territorial tampoco debiera equipararse a la paridad de los géneros. No es lo mismo intentar corregir la ausencia de las mujeres de los cargos de responsabilidad que la ausencia de amplias capas de población dispersas a lo largo de la comunidad autónoma. El Susanato que sigue siendo otra suerte de sevillanato demuestra un conflicto oculto y son aquellos que mantienen las ejecutivas provinciales de los dos grandes partidos en relación con su ejecutiva autonómica. Y aquí, la batalla independientemente del color se sigue celebrando a orillas del Guadalquivir.

La tecnocracia de Rajoy

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El Ejecutivo ya ha cumplido su misión final y esperemos que así sea para deslegitimar sus votos. Subida del Impuesto del Valor Añadido y modificación de la progresividad del IRPF. Con ello, Rajoy termina de demostrar la sintomatología de su esquizofrenia tiránica que ni representa a los españoles, ni a Europa, sino que nos convierte en un títere de la tecnocracia europea. España no es más que una provincia cual antigua Spania bizantina o Hispania Romana de la banca autocrática de Alemania.

La auténtica derecha, la derecha dura y conservadora, pide sacrificios a los borregos para mantener el status quo de la clase política y bancaria. Ella, auténtica enfermedad terminal de España y de su sociedad, si la situación no cambia por el azar o por el esfuerzo del pueblo español que ha sido el único que ha sacado a este país adelante, ya sea expulsando a franceses a tiro limpio o pidiendo el paso a una democracia.

Este Gobierno tiene los días contados, o los tendrá la sociedad. Nunca jamás antes desde el franquismo ni en los años del socialismo hipócrita de Zapatero, se ha vivido situación tan ardua y dura. Y no lo dice el escribiente, son palabras que subraya de grandes plumas como las de Pérez-Reverte o Roberto Centeno. Columnistas no estrictamente de izquierdas que han apoyado el cambio de los inútiles que llevan las actuales carteras ministeriales. Lo que tenemos ahora no es más que una tecnocracia de petimetres.