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El mérito representativo frente a la pluralidad territorial
Hace unos días, las respectivas ejecutivas del PP y PSOE malagueño han coincidido en una postura ante el nuevo gobierno del Susanato. Y es que, más de la mitad de los cargos ejecutivos de la Administración autonómica están ocupados por hombres y mujeres nacidos o residentes en la capital. Desde ambos partidos en su filial malacitana, han hecho un llamamiento a la presencia de personas que representen la pluralidad del territorio andaluz frente a la tendencia que ha venido siendo la mayoritaria en los últimos años.
Esta falta de pluralidad territorial –aún siendo una denuncia de la rivalidad entre las dos metrópolis andaluzas- tendría como objetivo mantener representados los distintos intereses y sensibilidades de la comunidad autónoma. Así, surge la pregunta de si acaso los intereses de la ciudad hispalense no están sobredimensionados en el gobierno de San Telmo. No obstante, esta proclama colisiona contra otros mecanismos que determinan el proceso de selección de los miembros del poder ejecutivo, y uno de ellos es innegablemente el mérito.
La cuestión sobre el mérito o la idoneidad de una persona por sus características sociales, psicológicas y profesionales para dirigir una consejería puede poner en duda esta primacía de la pluralidad territorial. ¿Es preferible tener una presencia heterogénea de las distintas provincias y comarcas en el Gobierno autonómico o es mejor optar los más capacitados? La apuesta por el criterio profesional lleva a olvidar que nuestros políticos aportan una dirección política, es decir, ideológica, pero no pueden sustituir la dirección técnica que queda en manos de los funcionarios. Cabe plantear si esa llamada a la tecnocracia puede ocultar un hipotético interés por mantener la sobrerrepresentación sevillana en estos órganos de poder.
Este debate sobre la pluralidad territorial tampoco debiera equipararse a la paridad de los géneros. No es lo mismo intentar corregir la ausencia de las mujeres de los cargos de responsabilidad que la ausencia de amplias capas de población dispersas a lo largo de la comunidad autónoma. El Susanato que sigue siendo otra suerte de sevillanato demuestra un conflicto oculto y son aquellos que mantienen las ejecutivas provinciales de los dos grandes partidos en relación con su ejecutiva autonómica. Y aquí, la batalla independientemente del color se sigue celebrando a orillas del Guadalquivir.