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Cataluña del futuro

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Mientras Cataluña vive la campaña del 21-D, el heredero de Fortuny, el ex-president Puigdemont sigue como un exiliado en Bélgica. Los restaurantes de lujo en Bruselas y Lovaina, la ópera centroeuropea y las reuniones nacionalistas con otros convencidos de la causa junto al Estado belga que coopera misteriosa y siniestramente a favor de la causa. De nada ha servido la euro-orden de detención dictada por la judicatura española que ha sido respondida con el profundo silencio de la complicidad. Y la cual ha tenido que ser retirada. No vayan los tribunales a hacer un ridículo mayor que el que ya hace el compatriota Puchi por tierras europeas. Eso sí, tampoco han faltado los autobuses con Pujoles montados para mover banderas catalanas en el Parlamento Europeo.

La incapacidad de Europa, y más en concreto la connivencia belga, son un síntoma inequívoco del fallo institucional que tenemos por delante. La Unión Europea tiene más vocación de Liga Hanseática que de una auténtica integración política. El Brexit promovido por los conservadores ingleses y ahora esta chanza de nacionalismo catalán que dice sufrir una verdadera represión. Una represión franquista por la cual la Generalitat reclama una indemnización al Estado español. Como si el resto de España no hubiese sufrido los desmanes de la dictadura. Esto demuestra que los órganos comunitarios no sirven absolutamente para nada a la hora de respetar la mínima soberanía que queda a los países miembros. Y que el compromiso democrático se diluye entre las tramas de la diplomacia belga.

Y no ha faltado Mas a la fiesta para pugnar por el liderazgo. Los nacionalistas del interior contra la Generalitat en el exilio. Nos cueste más o menos, estos se está viviendo en el presente. Más de medio siglo después de la Guerra Civil y de tantos episodios que han desangrado a nuestro país. Sin embargo, no faltará el estallido de violencia. El viejo fantasma asesino de los nacionalismos periféricos que vira desde País Vasco hasta Catalauña, donde ya se han registrado el incendio provocado en un hogar por usar la bandera constitucional, las pintadas en los mítines del PSC y las amenazas a los miembros del PP y de C’s. Éste es nuestro presente, de aquí derivará el futuro de un conflicto que hará de Barcelona, una urbe decadente.

Dinamitar para perseverar

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23430298_xl«Muchísimo cuidado con quién pacta el PSOE, que los que han fusilado nacionalistas en la historia de este país, nos han fusilado a los progresistas también». Éstas son las declaraciones de Ramón Espinar refiriéndose a la nueva frontera que traza Podemos. El procés se ha convertido en una oportunidad para la redefinición de quiénes son. Y la patria de Laclau se identifica en oposición a terceros. De un lado, los «demócratas republicanos» junto a sus aliados los nacionalistas catalanes y de otro lado, los «monárquicos tiránicos» del PP, PSOE y C’s.

El secesionismo catalán significa la repesca para Podemos. En la secuencia temporal, Iglesias intentó que su partido suplantara el espacio electoral del PSOE con el consabido «sorpasso». Fracasó. Luego las voces más conciliadoras de Podemos intentaron plantear una confluencia con PSOE y Ciudadanos para oponerse al PP. Fracasó seguido de la decapitación política de Errejón. Finalmente, un discurso rupturista como el de PdeCat, ERC y CUP que personifica la continuación del franquismo en la democracia llamada «régimen del 78» supone el tercer lance para ganar una victoria. De ahí que la victoria en la independencia de Cataluña sea la posibilidad de cuestionar la democracia.

No se puede culpar a Pablo Iglesias de haber cruzado una frontera como nuestra Constitución. En la lógica del leninismo todo vale para alcanzar los objetivos políticos. El líder no es amado, ni temido. El líder es odiado. La infamia tanto desde aquellos que respetan la Constitución de 1978 como de los votantes que Podemos ha perdido por el camino. Ahora sólo quedan un grupo de votantes que no se sabe si por argumentos de justicia social, de lucha contra la corrupción o de dinamitar la casta están dispuestos a defender la demanda de los nacionalistas catalanes a ser indemnizados económicamente por los crímenes del franquismo. ¿Y el resto de españoles?

 

Ciudadanos jerarcas

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riveraPodemos ya ha empezado su guerra interior. Al respecto, surgen los críticos contra la falta democracia basándose en una guerra de liderazgos. Parece que alguien pensaba que la supuesta democracia interna del partido morado iba a ser una excepción a la vieja política, o de forma más clara, a la política partidista de toda la vida. Necesariamente son dos cuestiones distintas, el grado de democracia interna y la pugna entre las élites de esta fuerza. Es politológicamente normal que todo grupo político experimente este tipo de desajustes que son necesarios para una posterior armonización de las jerarquías. Sí. Jerarquías.

Lo mismo está pasando ahora en Ciudadanos donde ya se han hecho públicas las primeras críticas contra el liderazgo personalista de Rivera. Más suavizado que el caudillismo que experimenta Pablo Iglesias, pero no menos efectivo por las consecuencias que tiene para la organización naranja. Así, Albert se ha rodeado de sus personas de confianza como Arrimadas para asentar el nuevo orden dentro del partido. Ya otra cosa, como hemos dicho antes, es que esto no puede unirse al debate sobre la mayor o menor democracia interna. ¿O quizás sí?

La ley de la oligarquía de hierro de Michels sigue estando presente. No vengan Pablo Iglesias ni Albert Riveras a darnos explicaciones. Porque una cosa está clara. Los debates internos en cualquier partido no dejan de ser enfrentamientos entre élites con distintos intereses que termina con la imposición de una frente a las otras. Y eso no lo va a cambiar la perfumada “nueva política”.

Ninguneo popular

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Spain's Prime Minister Mariano Rajoy looks on before delivering his speech to present a new reform program during a session at Parliament in Madrid May 8, 2013. REUTERS/Sergio Perez (SPAIN - Tags: POLITICS BUSINESS) SPAIN-REFORMS/

El proceso al que el mismísimo Mariano Rajoy ha sometido y está sometiendo al conjunto de la sociedad española desconoce límites. Ya no merece la pena hablar de la caída de Pedro Sánchez y el golpe de Estado perpetrado en Ferraz cuyas primeras consecuencias ha sido una pérdida de militantes sin precedentes. Ahora bien, cabe hablar que estas acciones realizadas, directa e indirectamente por el actual Gobierno en funciones exhibe una actitud que se puede considerar constitucional, pero cuya calidad democrática puede ser puesta en duda.

Una revisión de la legislatura del Partido Popular demuestra como el ejecutivo se ha servido de los decretos-ley y decretos legislativos para aprobar mediante su mayoría absoluta cuestiones que deberían haberse consensuado y debatido en el seno de las comisiones parlamentarias. Y esto mismo es lo que, a trancas y barrancas pretende seguir haciendo Rajoy solicitando un cheque en blanco al PSOE para que vote cualquier proyecto que se presente desde los presupuestos generales hasta cualquier norma.

Ciudadanos ha recordado recientemente que aunque apoyará un gobierno legítimo, el Partido Popular no debe olvidar que existen más sensibilidades políticas representadas. De aquí que, los líderes conservadores deben tener en cuenta que esta forma de proceder puede calificarse como poco o nada democrática, sirviéndose de los resortes constitucionales para imponer una suerte de despotismo. Y esto sin lugar a dudas representa el ninguneo de Rajoy al conjunto de los españoles tanto sus votantes como a aquellos que han apoyado a otra fuerza política.