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Hawaii, Bombay es un paraíso
Con ese lema, Ibarretxe y otros propusieron su modelo de organización territorial del País Vasco frente al Gobierno Central en el guiñol. Una parodia ácida que mostraba como el ejecutivo de Euskadi pretendía llegar a un acuerdo similar al de Puerto Rico con Estados Unidos para la problemática del nacionalismo vasco. Y es que, más de una década después y tras la celebración del 9N, se observa un dato interesante en la consulta y es que no ha primado el independentismo, pero sí la existencia de un Estado catalán. Otra cosa es que sea un Estado independiente, federal, confederal u otras fórmulas de territorios con régimen de soberanía especial.
Por lo que, el problema de Cataluña vuelve a pasar por la fórmula de Estado que desean. Lo único claro y definitivo son dos cosas. Primero, tener una independencia o régimen distinto al de las otras comunidades autónomas. Segundo, tener más competencias y más capacidad financiera que la actual. Esto lleva a que lo único que hay detrás de dicha propuesta es la insolidaridad territorial de un territorio español con respecto a los demás. Es en este punto, donde seguramente nacionalistas y catalanes no nacionalistas pueden estar de acuerdo o llegar a un mayor consenso.
Sin embargo, en esta consulta sólo ha participado un tercio de los votantes. Por su parte, Mas vuelve a proponer una segunda repesca o una consulta sostenida por la legalidad vigente frente al Gobierno. Mientras tanto, sus socios de Esquerra alzan las dagas para acabar con el liderazgo de un ejecutivo que no ha sido capaz de celebrar una consulta legitimante, sin complacer a nacionalistas ni a la legalidad española. Es probable que haya empezado la caída del liderazgo de este señor entre sus seguidores.
El autoritarismo catalán
Los catalanes, perdón, la élite nacionalista aspira a independizarse tras los sendos recortes que se les imponen desde Madrid y los propios que ha ejecutado CiU. Y es que, la autonomía fiscal que han solicitado al Gobierno podría ser su primer paso para caminar hacia una Cataluña independiente. Esa Atenas ibérica y mediterránea de la que habló alguna vez Prat de la Riba. Sin embargo, lo peligroso de este asunto no lo es tanto para el bienestar del resto de españoles como para los mismos catalanes.
La derecha catalana gusta de un juego tiránico, el arribafirmante diría que antidemocrático y dañino para con el ser humano. En estos tiempos que corren, cada vez más desahuaciados y personas acaban en la calle. De ahí que, tengan que recurrir tanto a la beneficiencia que no siempre logra para cubrir todo como a la búsqueda de alimentos tirados por los supermercados. En la corporación de Girona, preocupados más por la imagen de la mendicidad que por el bienestar se ha invertido dinero en fabricar exclusas para los contenedores de basura de los supermercados. Cuando bien, en estos tiempos de crisis, la imagen podría haberse ido a tomar por culo y bien haber invertido ese dinero en las personas en tan desesperada situación.
Una segunda de estas “políticas públicas” ha sido dictar una ordenanza contra aquellas personas que se manifiesten por los recortes en la sanidad pública. De esa forma, el vivo al hoyo y el muerto al bollo, los problemas (y las muertes) derivados de la reducción de la cobertura hospitalaria quedarán en el patio de atrás. Lo que supone un atentado contra el derecho a la salud y también contra los respectivos de manifestación y libertad de expresión, que no olviden los catalanes, son propiedad de todos los españoles, incluidos ellos también.
Por tanto, existen pruebas fehacientes para preveer que el posible Estado catalán, si saliera adelante por algún juego de la Fortuna, sería posiblemente la primera dictadura mediterránea en el seno de la Unión Europea. Pero eso no es un problema, porque en Europa lo que está de moda es el autoritarismo y miren ustedes a Alemania o el gobierno títere de Italia. Parece que caminamos hacia la nueva Siracusa y Cataluña no iba a ser menos.
El copago: maldición por solución
Tras las elecciones, se desvela la receta de la derecha a la crisis económica. Partido Popular y Convergencia i Unió anuncian compartir un mínimo común denominador. Ambos coinciden en que el copago de los medicamentos, el aumento del precio de los transportes y combustibles y el recorte del salario de los funcionarios. Por lo que, la salida de la debacle pasa por una receta neoliberal y con sendas consecuencias para las economías domésticas y la política social.
Zapatero y su jauría consumió las últimas caladas del cigarro del Estado del Bienestar, satisfaciendo a distintos grupos de interés y corporaciones. Ahora, los populares amenazan con implantar el copago farmacéutico de la mano de catalanistas. Un recorte que, digan lo que digan, destruye una considerable política asistencial del sistema público. Tanto médicos como asociaciones de pacientes, coinciden en que el copago llevará a un incremento de la desigualdad de los ciudadanos en el acceso a los medicamentos. Y además, se pagará por algo que ya se está pagando con los impuestos. Por lo que, se reducirá gravemente la igualdad que tienen reconocida los españoles y abrirá una nueva brecha social en el ámbito farmacéutico.
Pese a los efectos electorales, las cifras arrojadas por el 20-N muestran que los populares han arrasado también en aquellas comunidades donde habían efectuado recortes. ¿Realmente estas políticas de tijeretazo están repercutiendo positivamente a corto plazo? Por otro lado, ante el aumento en los precios de la gasolina, cualquier economista puede describir los efectos perniciosos que tendrá en el incremento de la mayoría de bienes y servicios. Puede que el Estado reduzca su déficit, pero las familias reducirán más aún sus ya maltrechas economías mileuristas.



