El ocaso de las instituciones
Decir que el liderazgo político en particular y la política en general, alcanzan sus horas más bajas, no es una afirmación nueva. No es un conocimiento añadido. Ni mucho menos una noticia. Pocos son los líderes que a día de hoy gozan de una valoración no ya positiva, sino que al menos alcance un aprobado según los barómetros del CIS. Todo ello dentro de una época donde en lugar de la política de consenso que debiera primar y se echa en falta, se ha pasado de la política de la crispación a la política de la tribu. Puertas cerradas, olor a cerrado y cada cual con su progenie.
Si se observa la valoración de los líderes que han ocupado el poder ejecutivo en España se demuestra que existe una caída continuada según señala Estefanía y otros intelectuales, desde 2004 hasta la actualidad en las personas que han ocupado dicha institución. De esta forma, la pésima valoración de Rajoy es parte de la herencia recibida del anterior Presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. Sin embargo, no se debe entender esto como la «herencia» de la que hablaba Mariano en sus primeros días tras las elecciones de 2011. Esta herencia maldita no tiene como causa única de la gestión de los socialistas desde 2004 hasta 2008. Al contrario, el principal factor que incide en su creación es la tónico y el estilo de liderazgo que se ha ejercido hasta la actualidad, muy distinto al de los primeros años de la democracia que debía basarse en el consenso y el diálogo.
En base a dicha herencia, se observa como la pérdida de confianza no se produce ya simplemente en el individuo, sino también en la institución que ocupa, como es el caso de la Presidencia del Gobierno. Durante mucho tiempo la Ciencia de la Administración ha intentado separar sujeto y estructura, cuando se observa que la dinámica de los integrantes de las instituciones afecta directamente a la confianza que se profesa hacia la misma. De esta forma, se pierde confianza no ya sólo en la misma política, sino en la misma capacidad de organización formal del ser humano, y promoviendo otros métodos informales como los círculos de personas y las concentraciones espontáneas. Esto indica que está llegando el ocaso de la política y el albor de la anti-política en torno a liderazgos mesiánicos.
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septiembre 22, 2014 en 7:02 pm
El problema no es nuestro (pero lo padecemos). Hay un «mesiánico» que creó seis millones de puestos de trabajo en seis años y se salió del patrón oro. Lo masacraron a él y al pueblo soberano.
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