Día: agosto 18, 2013
Miseria intelectual
Vuelvo a Málaga para descansar del trajineo de los Madriles. Fin de semana. Abro el periódico emblema de la ciudad mediterránea y veo los mismos rostros. Mi mente vomita improperios. Mi boca denuncia miserias. Cada vez más, la élite cultural local o lo que muchas veces mal llamamos “intelectuales” son las sierpes más viles e hipócritas con las que podemos toparnos. Se acuestan con políticos, mueven banderitas según el calendario, publican con subvenciones y copan las redes sociales para cumplir sus ansias de fama y… gloria. Seres vacíos.
Ilustremos con algunos ejemplos de algunos bien conocidos, sin dar nombres para no invocar posibles violaciones del honor que está bastante sobrevalorado. Érase una vez un profesor universitario que en sus clases de literatura narraba los asuntos de cama de los autores españoles en lugar de profundizar en el sentido de sus obras. Y fuera del aula, dedicaba el tiempo libre a escribir libros para el público infantil. Bendita libertad de cátedra. Sin ti los degenerados no podrían hacer lección de lo sórdido.
Hay otros sujetos. Como uno que empezó siendo comunista y ahora es destacado españolista experto en el universo umbraliano. Una buena persona que en privado lanza improperios contra nuestra ciudad, pero en público la alaba. Defensor de la España profunda. A medio camino entre Madrid y Málaga, con el Café Gijón como cuartel general, este taimado buscavidas vende humo entre editores, poetas y cosas similares. La chaqueta se cambia las veces que haga falta con tal de publicar, con tal de cobrar.
Y para terminar, una de nuestras singularidades intelectuales es un reputado “escritor” argentino. Bien conocido entre nuestra derecha malagueña de cuya mano come. Uno que al mando de una reputada institución del legado artístico de la ciudad, igual se dedica a acusar a asociaciones culturales y cívicas de “nazis”. O bien se pone a dirimir premios literarios entre versos que hablan de la masturbación en ausencia de amante, de comida caducada en el interior de una nevera o de fantasías sexuales durante la revisión de la ITV.
Estos sujetos y muchos otros de similar calaña tienen una gran habilidad. Una capacidad sin igual para criticar a políticos un día y al siguiente acostarse con ellos para conseguir sus intereses. Que un día venden su alma al demonio y al siguiente aspiran ser enardecidos en la ambrosía de las divinas musas. Este es el “espíritu crítico” oficial de Málaga. Esta es la voz de la clase pensante que actúa como la misma clase política a la que denuncia. Esta bandurria de petimetres y fulanos es nuestra miseria intelectual.