normativa
Doñana arde
El primo (o el hermano) de Rajoy, aquel que era (o es) profesor de Física en la Universidad de Sevilla, ya dijo que lo del cambio climático era una moda. Un concepto que se habían inventado algunos ecologistas para sacar tajada vía subvenciones. Quizá este señor ahora se esté cagando en sus propias palabras, una década después. Sobre todo al comprobar que los incendios no son un hecho aislado de Galicia Y es que, han consumido una buena parte de Portugal hasta hace cuatro días con 40.000 hectáreas, 64 muertos y más de 200 heridos. Y hoy, hay otro activo en uno de los pulmones de Europa, Doñana.
Lo que sí parece que se ha preocupado Rajoy es de la normativa de recalificaciones. Disculpen si algunos no son entendidos en el tema. Parece ser que la nueva Ley de Montes permite recalificar el uso de los suelos verdes que han sido afectados por un incendio para proyectos de «utilidad pública». De acuerdo. A eso se añade que Gas Natural tenía planteado hacer un gaseoducto para extraer gas del subsuelo en la misma zona donde se desarrolla el incendio. He aquí la cruel broma del destino.
Y es que el destino o la casualidad pocas veces supera a la causalidad. Ya dijo Guillermo de Ockham que la hipótesis más simple es la más probable. Los linces no entienden de gas, ni de humanos, ni de maldad. Por eso, sería adecuado no ya en un sentido moralizante, sino legalmente punible y políticamente castigable iniciar una investigación en torno a estos hechos, sobre todo en torno a Fenosa y los políticos que aprobaron la reforma en la susodicha normativa forestal.
Jugando con fuego
La pirotecnia navideña es una maldición continua en aquellos hogares con bebés, ancianos, perros y otros animales de compañía. Hace unos días, sorprendía la noticia del fallecimiento de un perro, Pancho, debido a los estruendos de los fuegos artificiales. Unos días después una palmera del Parque de Málaga ardía a raíz del dichoso problema. Hace unos años, una familia que estaba celebrando la Navidad también sufrió la pérdida de un infante debido a un petardo que «accidentalmente» se introdujo a través de una ventana abierta. En este país de chirigota, la normativa sobre pirotecnia existente en la ley estatal y en los diversos reglamentos y bandos municipales no se hacen cumplir por los poderes públicos. Ahora bien, si es incoherente observar como la normativa sobre ruidos, producidos si son por animales de compañía se salda con multas de miles de euros.
Estos días de Navidad, el arribafirmante ha paseado por los puestos navideños del Parque mientras observaba como impunemente entre chaquetas de Burberrys y abrigo de Prada, padres animaban a sus hijos a explotar los petardos en medio de la vía pública. ¿Es éste el ejemplo que nuestras clases altas piensan transmitir a los niños? Sí. Especialmente, si no tienen suficiente caché para adquirir una escopeta de posta como aquella con la que se hirió el pie el hijo de Marichalar. Claro está que una escopeta, una buena montería y un descanso en el putiferio de turno es el regalo con el que nuestra élite ha educado a su progenie desde hace siglos. Sin irnos por las ramas, es difícil pasar unas Navidades sin tener que soportar los desmanes de una sociedad que en exhibiciones como ésta demuestra el grado de civilización que tiene. Y no faltará mencionar que en algunos lugares del norte español, nadie sale a la calle a comerse las uvas en la plaza mayor, pero sí a dar por saco con los fuegos de artificio. Práctica cultural que acoge la ciudad de Ávila.
Una vez llegado a este punto, y viendo que el incumplimiento de la normativa de pirotecnica puede estar relacionado con el grado de civismo de algunos (bastantes) energúmenos, lo mejor sea tomarse la justicia por parte del interesado. Así, haciendo gala de nuestra tradición hispana, sea mejor con rifle en mano impartir justicia entre aquellos artificieros que indiscriminadamente encontremos por la calle. Obviamente sin hacer distinción de género, edad, etnia o religión para no incumplir el principio de igualdad del ordenamiento constitucional. De esta forma, con un par de sustos o algún fiambre de por medio se hará honor a gráficos episodios históricos como aquel de Puerto Urraco. Desafortunadamente, esto es un sueño de invierno, pero que nadie se extrañe si algún día vemos en la prensa que tras un accidente un sujeto cometió algún acto indebido contra terceros que jugaban con fuego.