El crimental de Interior
El asesinato de Isabel Carrasco en Léon ha conmocionado a la sociedad en los últimos días. Para empezar, es el primer asesinato político no realizado por ETA que se produce en estos treinta años de democracia, prácticamente desde la Transición con marcados episodios como los abogados de Atocha. Si bien, la situación económica y política presente dista de una gran diferencia con la que se vivía por aquel entonces. Esto ha producido multitud de comentarios, opiniones y declaraciones ante los medios de comunicación y las redes sociales.
En esta época, muy dada al populismo, no ha faltado quién de alguna forma u otra ha parecido celebrar la muerte de esta persona. Si bien, los medios de comunicación están magnificando el asesinato de esta señora hasta límites moralmente indeseables. Y moralmente indeseables porque -y que conste el arribafirmante no es amigo de populismos- son más de 3.000 las personas que a día de hoy se han suicidado por hechos trágicos como la pérdida de su hogar, de su empleo, etc. y esos cadáveres son ocultados por nuestros medios de comunicación. Silenciados. Son «evaporados» como dirían en 1984 de Orwell. Mientras que, la muerte de un representante político parece convertirse en un drama nacional. Hay que meditar sobre estos balances del sistema y sobre todo, ser fríos en nuestra expresión ante la muerte de esta señora, que no deja de ser una ciudadana más como las que a diario mueren en un suicidio o por un caso de malos tratos.
Si bien, será difícil meditar porque las reacciones del Ministerio de Interior no se han hecho esperar. Desde esta cartera se afirma que procederán a investigar en las redes sociales a cualquier opinión, mofa o burla que no haya sido acorde con el drama nacional patrio que estamos viviendo. ¿Será investigada esta columna? ¿Por qué no se investigan las opiniones racistas, machistas y clasistas de algunos miembros del Partido Popular? Parece ser que nuestro derecho a la libertad de expresión tiene mayor alcance para unos y para otros. E insisto, no es una cuestión fácil porque es sencillo caer en el populismo, pero palabras mayores son cortar la libertad de comunicación de una ciudadanía. ¿Se estará produciendo una extraña coincidencia entre Jorge Fernández y el Gran Hermano orwelliano? ¿Estaremos dando los pasos para tipificar el «crimental» y seguir manteniendo la «evaporación» de ciudadanos que se quitan la propia vida en este contexto de crisis? Lo que sí queda claro, es que España no es país para las libertades ni mucho menos para liberales.
mayo 15, 2014 en 10:03 am
Subrayo la mayor parte de este artículo, me parece una observación más que acertada de la reacción del Gobierno. Desearía que muchos de mis vecinos tuvieran una visión tan lúcida del oportunismo del que está haciendo gala Interior. Llevan mucho tiempo deseando meterle mano a las redes sociales e Internet, uno de los pocos lugares ajenos al control estatal.