Día: septiembre 4, 2012

Gordillo, ni contigo ni sin ti

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En estos tiempos de crisis, es recomendable hacer autocrítica del “sistema”. Del político, del económico y del social por si quedase alguna duda sobre el hermético contenido de dicha palabra. Y es que es ahora, cuando hay que dilucidar en qué se ha fallado y en qué se acierta. Sin embargo, también es una buena época para la eclosión de iluminados que hagan leyendas de los hechos y epitafios de sus discursos. Lo cierto es que, esta acción es meritoria siempre que se haga defendiendo auténticos ideales y desde una posición ideológicamente correcta.

Las andanzas de Gordillo y los suyos ha sido cualquier cosa menos una leyenda y un epitafio. Ha dado para todo, desde el panfleto popular del ABC de Sevilla hasta la llamada a las trincheras del ala izquierda. Y ciertamente, hay que tener mucho morro y muy poca vergüenza para ser parte del sistema como representante político y a la vez practicar el latrocinio en supermercados para repartirlo a los Robin Hood.

Yendo al asunto, la cuestión no es de si cumple la legalidad o la viola, sino de si está en el lado de la clase política y por tanto da un ejemplo que brilla por su ausencia. O si está del lado de las personas que se oponen al sistema y actúa desde fuera. Lo que es muy cómodo, es ser parte del Estado como alcalde cobrando sus respectivos erarios y después, dedicarse a robar de la forma más cafre y casposa.

Gordillo es un ejemplo, díscolo y esquizofrénico, de que lo que falta en este país sigue siendo coherencia. A la izquierda y a la derecha. Desde Marinaleda hasta Donostia, pasando por Madrid. Nuestra clase política no tiene pies ni cabeza. Afortunadamente, Gordillo es más inteligente que todo eso, porque sus aventuras propias del verso quevediano o de la novela cervantina, hacen que a día de hoy se siga hablando de él en esta columna y muchos otros lugares. Así que, guarden silencio.