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La caída del pluralismo mediático
La diversidad de oferentes en el mercado de la comunicación es un bien fundamental de la democracia. Por un lado, la objetividad periodística es inalcanzable, pero sí es un objetivo verosímil que el gremio puede proponerse es la pluralidad informativa. Por otro lado, la presencia de una multiplicidad de opciones en el tránsito de la información, la interpretación y la opinión es una condición “sine qua non” para la calidad democrática. Dice Robert Dhal, que es necesario que existan tantos medios con distintas líneas editoriales como distintas ideologías y valores pueden existir en una sociedad.
¿Dónde se encuentra la calidad democrática del sistema de medios español? Dice el refrán, que de aquellos lodos, estos barros. A principios de la década pasada, la línea editorial de los grandes grupos mediáticos estaba situada entre el centro-izquierda y centro-derecha. Durante esos años, surgieron nuevos medios como La Sexta y Público para acaparar los nichos de mercado de la izquierda y el Grupo Intereconomía para la demanda de la derecha.
Hace unos días, se anunciaba el cierre definitivo de Público. Un año antes, el Grupo Planeta compraba La Sexta y Telecinco, con participación de Vocento, compraba una cuota de Cuatro. Por tanto, la compra de grupos con línea editorial de derecha que se hacen con medios con una línea de izquierda. A la par que, el Grupo Intereconomía, de extrema derecha, se ha consolidado en una estructura multimedia ofreciendo prensa, radio y televisión.
Todo ello nos lleva a un sistema de medios aún menos diverso de lo que era hace diez años. Por lo que, los movimientos accionariales en nuestra estructura mediática nos ha llevado a una pérdida de pluralismo, y por ende, de calidad democrática. Así, e independientemente de cualquier juicio ideológico, estamos ante un período dramático para el periodismo y también para la democracia.