Un alcalde folclórico, feminazismo y amenazas

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feminazismo

Al son de una malagueña, nunca mejor dicho frente a las tradicionales sevillanas de Feria, se mueve en la opinión pública un asunto arduo. La denuncia presentada por violación de una chica que trabajaba en el Real frente a cinco jóvenes empezó siendo una comidilla y reunía todos los ingredientes necesarios para que el peso de la ley cayera sobre los que por aquel entonces daban la imágenes de unos depravados. Cinco sujetos, con su correspondiente estética y pertenecientes a una de las barriadas conflictivas de la ciudad, habían perpetrado un hecho atroz. Dos días después, el funcionamiento de la institución judicial dio sus frutos poniendo en duda dicha denuncia y dicha violación.

Al respecto se han pronunciado todos y todas, el alcalde Francisco de la Torre que ha demostrado tener la comprensión y el compromiso de un cardo borriquero. Los medios locales con su ritual de disculpas atrasadas e incumplimiento anticipado de la presunción de inocencia. Y como no, los fanáticos y las fanáticas del feminismo radical para quienes el maltrato de los hombres es algo tan irreal como una hipopótamo verde. Lo que ha quedado claro es que el sentido común a quedado por los suelos. Y la gota que colmó el vaso ha llegado con las amenazas e insultos que se han perpetrado contra la jueza.

En un país, donde se pone en duda la labor de los tribunales y por ende, del Estado de Derecho, sólo cabe esperar que los conflictos se diriman entre particulares. A través de duelos, persecuciones y amotinamientos. Las feministas que defienden la igualdad esperan una justicia medieval en una democracia a la que acusan de no serlo. Por no ser una democracia mujer. Este tipo de corrientes ideológicas son tan peligrosas como un alcalde que suaviza el sufrimiento de una supuesta violación. Entre tanta mierda, ambos andan en el mismo lodazal. Mientras tanto, este asunto ha demostrado que el problema no es sólo de género por ser hombres los hipotéticos violadores, sino que también es de clase por pertenecer a una zona marginada. Por lo que, todo no es el género.

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