Día: noviembre 5, 2013
Demagogia
Sostienen algunos pensadores, entre ellos Platón, que cualquier sociedad humana que base su funcionamiento en la participación está abocada al fracaso. O dicho de otra forma, la democracia es una fórmula de gobierno que entraña grandes riesgos, la tiranía de la mayoría. En esta afirmación se puede extraer una certeza y un error. Por supuesto, que la democracia entraña riesgos contra la misma libertad de los sujetos. Sin embargo, no es la tiranía de la mayoría la que gobierna, al contrario, es la tiranía de una minoría oportuna que aprovecha la coyuntura democrática en su beneficio.
En un repaso a la historia española, se observa como la revolución y la rebeldía son una excepción. No hubo revolución liberal, lo que hubo fue Guerra de Independencia. Más tarde, el escaso logro fue eliminado por la clase gobernante, por la monarquía. Unos doscientos años después aproximadamente, una serie de movimientos sociales vuelven a reclamar un cambio de actitudes y estructuras. El comportamiento corrupto de nuestra clase política y unas instituciones que están dejando de cumplir con las funciones que se les atribuyeron.
El movimiento social empieza a llenar las calles, las plazas y parece que la juventud se activa. Independientemente de género, religión, etnia o consigna política, la sociedad está de acuerdo en que debe producirse una transformación. En pocos días, los conservadores tachan al movimiento de alborotadores y los populistas bajan a la plaza para aprovechar el púlpito. El demagogo sustituye al ciudadano libre. El movimiento se politiza y lo que era un instrumento de protesta se convierte en una herramienta al servicio de los populistas. Fin del movimiento.
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