La injusticia de los deshaucios
El ruido informativo de muchos medios oculta a diario la tragedia de los deshaucios. Ahora parece que en Cataluña está de moda hablar sobre una ficticia intervención militar, sobre si Rubalcaba seguirá en la Secretaría General o si Rajoy ha sufrido un nuevo ataque de austeridad. En las últimas semanas, se han sucedido desalojos de viviendas, preferible a la palabra “deshaucio” que encierra un eufemismo bastante falso e hipócrita para la cuestión de la que se trata. Un asunto que reside básicamente en el expulsar a los habitantes de una casa por el impago debido al paro, la subida de precios y la crisis económica.
Es curiosa la legislación española. Si un grupo de personas ocupan ilegalmente una vivienda no se les puede echar porque están haciendo uso del referido derecho. Sin embargo, si una familia se adentra en la hipoteca de una casa con el procedimiento establecido y se produce un impago, las fuerzas policiales proceden a expulsarlos. Al parecer, el ciudadano que respeta la legalidad tiene mayor riesgo de ser echado de su casa, que el sujeto de turno que ocupa de forma ilegal una vivienda.
¿Cuál es la diferencia entre ambos? Claramente, que en el primer caso media una relación bancaria y en el segundo es una cuestión de seguridad. Por tanto, esto nos lleva a que ese cuento chino que enseñan últimamente los comunistas de que el capital protege la propiedad es una auténtica falsedad. Al contrario, lo que el capitalismo sí vigila no es la propiedad, porque de ser así no expulsaría al residente, ni ignoraría al ocupador, lo que bien protege son las relaciones financieras. Y es aquí el problema de nuestro sistema, toda la estructura legal que vela por los vínculos basados en el dinero ficticio y en el interés del favor prestado, siendo esta nueva mafia siciliana la que vive en nuestro mundo.